Capítulo XXIII

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   El campamento estaba armado, ya hacía un día de que habíamos vuelto. Todo era un caos y esta vez habían muchos más soldados para la batalla que la vez anterior. La tienda que me dieron para tratar a los heridos era gigantesca, pero estaba segura de que no alcanzaría para la cantidad inmensurable que habría. Seguía pensando que era una locura, pero Kay no quería escucharme.

   Estaba acomodando las cosas junto a otras mujeres que iban a ayudarme cuando entró él— Valeria, hablemos un momento.

    Dejé lo que estaba haciendo y fui tras él. Salimos de la tienda y allí estaba Alexa que no tenía buena cara.

   —¿Sucede algo? —no entendía de qué iba todo aquello.

   —Alexa se hará cargo de tu cuidado, Valeria.

   —¿Qué? Majestad, pero...

   —No hay peros, Valeria. No pienso dejar que suceda lo de la última vez y Alexa es de mi total confianza.

   —Está bien —asentí de mala gana.

   —El ejército de Natanael ya está cerca, no falta mucho para que comience la batalla.

   —¿Puedo hablar a solas con usted?

   —Sí, claro ¿Puedes dejarnos solos, Alexa? —ella asintió a la petición de Kay y se retiró.

   —¿Va a seguir con esto, majestad? —pregunté cruzada de brazos y mirándole molesta.

   —No volvamos a lo mismo, ya hemos hablado de ello.

   —Majestad, por favor, piénselo.

   —Valeria —me sujetó por los hombros—, llevo once años esperando por esto. Hice crecer a mi ejército y lo volví aún más fuerte solo para poder vengar a mi hermano. No me detendré.

   —¿Por qué no entiende que está poniendo en peligro su vida? ¿Por qué no piensa en la vida de los demás?

   —Mi vida no importa, entiéndelo. Si no acabo con Natanael, él lo hará conmigo.

   —No comprendo, no —me alejé—. Nunca aceptaré esto.

   —No quiero que lo aceptes, solo quiero que no te pase nada. No te despegues de Alexa ¿Está bien?

   —Está bien —asentí y él se retiró.

   Fui hacia la tienda para seguir haciendo mis cosas y Alexa estaba allí, en cuanto entré, no dejaba de fulminarme con la mirada todo el tiempo.

   —¿Podrías dejar de mirarme así? Es incómodo, ¿sabes? —me quejé cansada de su actitud.

   —Podría hacerlo si no estuviera de niñera aquí contigo.

   —Bueno yo no pedí que me cuidaras, hasta extraño al cretino de Demir. Por lo menos él no se sentaba ahí sin hacer nada —respondí molesta y volví a hacer mis cosas.

   —Se supone que debía estar en el campo de batalla y no aquí perdiendo mi tiempo, por eso estoy tan molesta.

   —Pues se supone que ellos no deberían ser tan cabezas duras de enfrentarse a Natanael con un ejército humano, pero ya ves. No eres la única que está inconforme.

   —¡No es lo mismo, lo que tú dices es una locura, niña, entiéndelo!

   —¡No soy una niña! —le respondí exaltada, ella también estaba ciega, o tal vez no, pero con tal de complacer al rey seguro que moriría.

   —¡Lo eres y por eso no entiendes ciertas cosas!

   —Piensa lo que te plazca, Alexa, yo saldré de aquí, no soporto tu presencia —dejé a un lado lo que estaba haciendo y salí de la tienda.

Dark AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora