Capítulo XXXIII

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   No creí que atravesar aquel muro sería tan sencillo como oírle susurrar unas palabras extrañas a Niko y ya. Él abrió un portal muy parecido al que hizo Hifras cuando me secuestró, lo atravesamos y en instantes estuvimos en Firethys, el lugar era algo totalmente fuera de lo común.

   Salimos a la orilla de un precipicio, habían unos tres metros antes de la caída, del otro lado, como esculpida en la roca de la gran colina, estaba Firethys. Una ciudad tallada en piedras de color gris, con algunas plantas de enredadera que cubrían las paredes de todas las estructuras. En la esquina, casi al final de la ciudad, había algo parecido a un templo con grandes pilares.

    —Debemos llegar al Santuario —Niko nos señaló la edificación con los pilares—. Demuéstrame, si de veras sabes volar en ese grifo, Valeria.

   —¿Es necesario? Podemos ir caminando.

   —Ustedes son hadas, y ellos son humanos. Si Valeria me lleva a mí en el grifo y ustedes cargan a los otros llegaremos más rápido.

   —No somos humanos —respondió Kay molesto y yo abrí los ojos asustada, esperaba que no dijera nada— ¿Por qué quieres probar si Valeria puede volar?¿Acaso no es suficiente con que el grifo esté aquí?

   —No pienso llevarlos hasta el templo sin saber si ella está diciendo la verdad ¿Y si no son humanos, qué son?

   —Te llevaré —respondí antes de que Kay dijera algo más—. Por supuesto que puedo llevarte.

   —Nosotros nos las arreglaremos para llegar, Valeria.

   —Gracias, Brithiel ¿Kay, podemos hablar? —le pedí con una sonrisa plástica y él asintió de mala gana. Nos fuimos aparte— ¿Puedes confiar un poco en mí y no armar lío, por favor? —le pedí desesperada porque no me hacía falta leer mentes para notar su posesividad querer salir a relucir.

   —Ese idiota no me cae muy bien, Valeria —respondió molesto arratrando las palabras.

   —¿Quién le cae bien a usted, majestad? —rodé los ojos con una sonrisa—. No sigas con esto, Kay, déjame hacer las cosas a mi manera esta vez.

   —¿Quieres decir que te irás antes con él?

   —Exacto, ustedes vayan un rato después —asentí con una sonrisa plástica y él me miró serio, yo bufé molesta por su extremadamente estresante posesividad—. Kay, por favor, no hagas nada, ¿sí?

   —Está bien —asintió de mala gana y sonreí.

   —Evita que noten que son ángeles negros antes de que estemos frente al consejo de sabios, eso es sumamente importante.

   —Sabes que cuando estemos ahí ya no podré defenderte, ¿no? El fuego es nuestra debilidad.

   —Confiaré en que no será necesario. Ya llegamos hasta aquí, por favor, vamos a intentarlo.

   —Está bien, Valeria —acarició mi cabello—. Te amo, lo sabes, ¿verdad?

   —Pare con eso ya —dije tratando de irme pero volvió a colocarme frente a él.

   —Lo sabes, ¿verdad? —insistió.

   —Lo sé —respondí abriendo mis ojos para enfatizar— ¿Contento?

   —Aún no.

   —Pues confórmese —me solté y volví a donde los demás.

   —¿Ya te pusiste de acuerdo con tu novio? —preguntó Niko en tono excéntrico.

Dark AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora