Capítulo XIX

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Uriel inmediatamente soltó al rey quien fue directamente hacia mí para liberarme.

-¿Estás muy mal? -me preguntó mientras me soltaba.

-No creo que muera, si eso le preocupa -respondí casi sin fuerzas y sonreí ligeramente. Estaba horriblemente mal, solo que ni modo.

Hifras aprovechó nuestra pequeña distracción para defenderse con su magia, pero éramos muchos contra él. Uno de los generales logró acercarse por detrás, mientras él atacaba a los demás y le hirió. Demir estaba a su lado cuando volvió a pronunciar esas palabras extrañas y a abrir el portal por el cual ambos escaparon. Los generales querían seguirles pero el rey no les dejó.

-Déjenlos ir, esos dos solo utilizaron a este bastardo -dijo él acercándose a Guideon-. Te dije que morirías si la tocabas, ¿recuerdas?

-Ma-Majestad -balbuceó mientras temblaba de miedo.

-Eso es, tu majestad, dilo porque eso es lo que soy -Kay hizo aparecer una espada que luego puso en su cuello-. Osaste desafiarme, creíste que solo era un niño sin experiencia. Pensaste que de veras vendría solo sin ninguna seguridad, pero he vivido muchos siglos más que tú y las ratas de tu tipo siempre acaban muertas.

-¿Qué hacemos, majestad? -preguntó Dyton.

-Con lo que tardaron supongo que trajeron al ejército, ¿no? -le miró y él asintió. Volvió a ver a Guideon con odio-. Invadan la ciudad, asesinen a todos, sin tener piedad con nadie y quemen cada rincón de este maldito lugar, quiero ver este reino vuelto polvo.

-Majestad -me levanté como pude-, usted prometió que no tomaría vidas inocentes -me acerqué a él, Uriel me ayudó a mantenerme en pie-. Por favor, no haga lo que dijo.

-Te prometí eso antes de que intentaran matarte, pero para este desgraciado la muerte es muy poco castigo -dijo furioso pegando la espada aún más a su cuello.

-Se lo suplico, majestad, no haga pagar a personas inocentes por culpa de este hombre -le pedí apoyándome en su hombro-. Hágalo por mí, si es que mi petición vale algo delante de usted, y no por él.

Sus ojos azules coincidieron con los míos y le vi dudar por un momento pero luego bajó la espada.

-Destruyan el palacio, todos los nobles serán llevados como esclavos y trabajarán en la construcción haciendo los trabajos más pesados. A este desgraciado lo mandarán para algún lugar distinto al de ellos; luego de que yo me encargue de él, por supuesto -ordenó y Dyton salió junto con casi todos los generales. Quedamos solo un grupo más reducido en el lugar-. Aten a este desgraciado con esas cadenas -fue la segunda orden del rey y me llevó aparte mientras ellos la cumplían-. Ni siquiera sé cómo estás en pie luego de todo lo que él te hizo -me dio vuelta y pude sentir como tensaba su agarre por la molestia-. Juro que si no fuera por ti acababa con todos ellos ahora mismo, ese desgraciado te destrozó la espalda.

-Estaré bien, lo que creo que dejará marcas -respondí tratando de voltearme hacia él pero no me dejó.

-Quédate así, voy a curarte. Lamento que la llegada de los demás tardara tanto -dejó beso sobre mi cabello causándome escalofríos-. No merecías pasar por esto, pero te aseguro que él lo pagará -puso sus manos sobre las heridas (lo cual dolió un montón) y luego de unos segundos el dolor había pasado-. Ya está, no quedaron marcas. Ponte esto -me colocó su capa sobre mis hombros para cubrir mi espalda.

-¿Majestad, no sabe que mi débil cuerpo no puede cargar esto? -me quejé dándome vuelta hacia él. Esa no era tan pesada como las de siempre, pero yo no podía ni conmigo misma.

Dark AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora