Capítulo 8 "Lo Que Oculta La Puerta"

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Otra semana comenzaba, era lunes y Alessandra terminaba de vestirse para ir a clases, hoy empezaban exámenes, bajaron junto con Karina hasta el comedor a desayunar con sus compañeras.

—Aless.

—¿Si?

—¿Ya te diste cuenta de que el director está viéndote? —Preguntó Karina llamando su atención—.

—¿Qué? —La miró— no.

—Sí, lo hace desde que entramos, te mira de rato en rato.

—Estás paranoica Karina.

—No, hagamos una cosa, cada vez que él te miré, moveré la cuchara ¿De acuerdo?

—Está bien —Respondió y a los dos minutos su amiga movió la cuchara, alzó de forma discreta su mirada encontrándose de inmediato con la del director, su amiga tenía razón, la estaba observando—.

Clavó sus ojos en los de la joven y la recorrió lentamente, pasando por sus labios, su cuello, sus pechos y ella podía jurar que había intentado observar algo más, pero la mesa se lo impedía, tomó una de las frutillas con crema que tenía en el plato y la hincó con el tenedor para acariciarla con la lengua antes de morderla.

Observó su accionar y no pudo evitar que sus pensamientos volaron a ese sueño que había tenido aquella noche y que la hacía sonrojar. Retiró su vista de Alessandro y salió del salón con Karina siguiéndolo los pasos.

—¿Lo has visto? —Volvió a preguntar—.

—¿Qué?

—La manera en que te ha mirado ¡Dios! —Saltó divertida— apuesto a que deseaba que fueras esa fresa.

—Que cosas dices Karina, estás loca.

—Se ve sexy, deberías cogértelo, seguro le quitas esa cara de estreñido —Se echó a reír, en el salón todo fue normal, clases y exámenes se daban por igual y aunque estuviera cansada, al menos podía ojear a los bombones que tenía por profesores, a las dos de la tarde y luego del receso estaban listas para su último examen, Historia Del Arte—.

—No estudié —Se quejó Karina— y con el director es casi imposible copiar, aunque tú podrías ayudarme.

—¿Cómo?

—Sí el profe te echa ojo, cruzas la pierna para que te observe —Se movió coqueta dándole indicaciones— y le dices, "sí papi, sí", eso me dará tiempo para copiar.

—No pienso alzarme la falda y mucho menos coquetearle.

—Que egoísta eres, te niegas a ayudar a tu amiga —Exclamó fingiendo drama—.

—Buenas tardes, señoritas —Saludó Alessandro entrando al salón y pronto las alumnas se pararon— bien, ya saben cómo es esto, no hablar, no las quiero ver copiando ¿Entendido?

—Si profesor —Contestaron todas al unísono, las hojas fueron repartidas y cada una se dedicó a su prueba—.

—El tiempo terminó, entréguenme las pruebas —Se sentó en el escritorio a revisar los exámenes, hoy daban promedios—.

—Ese examen va a dañar mi promedio —Comentó Karina haciendo le llamen la atención—.

—No conversen —Ordenó Alessandro, haciendo que Karina optará por escribirle papeles a su amiga para burlarse del director, "De seguro no cogió anoche", dictaba el último papel que le lanzó y que ella dejó que se le fuera de las manos, intentó agacharse para recogerlo, pero Alessandro fue más rápido, abrió el papel y lo leyó ante la incomodidad de las chicas que palidecieron al verse descubiertas. Volvió a sentarse en su silla y continuó calificando las pruebas hasta que el timbre sonó y todas se preparon para salir— señorita Alessandra, usted se queda -La frenó en seco- las demás retírense.

Obedecieron la orden y salieron dejándolos solos, un incómodo silencio se apoderó del lugar, la tención podía cortarse con un cuchillo, terminó de firmar unos papeles y cerró su libreta.

—Dígame algo ¿Alguna vez le he faltado al respeto? Señorita Alessandra —Preguntó acercándose a ella—.

—No señor director.

—¿Entonces por qué hace este tipo de papeles? —La encaró— ¿Por qué se burla de mí?

—Lo siento, señor —Se disculpó apenada—.

—Al parecer la señorita Karina y usted están muy interesadas en mi vida sexual.

—No señor, yo...

—Mi cara de mala leche —La interrumpió Susurrándole al oído— no es porque no coja señorita Alessandra, porque cojo y mucho, mi mala cara es porque no puedo cogerme a la que quiero —La miró fijamente a los ojos poniéndola nerviosa—.

—Alessandro —Interrumpió Reth—.

—¿Si?

—La asistente ya está aquí.

—Ahora voy —Respondió— puede retirarse a su habitación, señorita Alessandra.

—Si señor, con permiso —Se apresuró a salir del lugar, la cercanía le causó sensaciones que ni ella lograba descifrar. Fue a su habitación y prefirió no cenar, no tenía hambre y se sentía intranquila, se acostó a dormir y evitó contarle el altercado que tuvo con el director, una mentira fue una buena escapatoria para que dejara de preguntar—.

—Buenas noches Aless.

—Buenas noches —Apagó la lámpara para dormirse y lo consiguió, por lo menos por un par de horas, hasta que la sed terminó por despertarla—.

Se levantó y caminó por el pasillo con rumbo a la cocina, eran las tres de la mañana y en ese lugar no se apagaban las luces aún, tomó una lata de soda y la bebió hasta terminarla, tenía la garganta seca y sentir las burbujitas de la bebida sirvió para saciarla, se paseó por el lugar mirando que pasaba a esa hora, pero al parecer no había nada interesante, Karina le había mostrado donde dormían aquellos sexis chicos que eran los encargados de cuidarla y también donde dormía su misterioso director, pero sobre todo recordó la puerta prohibida de la que ella tanto le hablaba.

"Nunca vayas a entrar ahí" le había repetido una y otra vez, pero ahí estaba su curiosidad invitándola a que entrara, total a esa hora no había nadie, el sitio no contaba con cámaras, así que no la descubrirían, giró la perilla cuidadosa sin hacer ruido y se escabulló hasta entrar pensando encontrarse con algún tipo de secta secreta que hacía sacrificios o algo así, debido a la popularidad que tenía tal habitación, es lo mínimo que esperaba, pero no fue así, de hecho había nada especial en aquel cuarto, lucía igual que el resto del castillo, había cuadros en las paredes, aunque la diferencia era que en esta los muebles eran blancos y tenía una chimenea, aunque su ubicación parecía no estar bien, pues estaba separada de la pared, de hecho parecía una chimenea de adorno que solo buscaba ocultar algo, caminó por la estancia y miró que había tras de ella, una especie de cuadro se mostró ante ella, eran como las compuertas que tenían los sótanos y que la llevaría a descubrir un lugar que para algunas sería como tocar el cielo con las manos, pero para ella sería su más cruel infierno, un infierno que la consumiría y la llevaría más allá de sus límites.

ALESSANDRO "MÁS QUE UN SIMPLE DESEO" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora