Capítulo 37 "Venganza"

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Alessandra, mi niña traviesa que rápido han cambiado las cosas, es increíble como el amor pude convertirse en odio de un momento para otro, hace unos días pensé que lo mejor era dejar este mundo y llevarme el recuerdo de tu amor, pero hora lo único en lo que puedo pensar es en vengarme de ti, ojo por ojo mi amor, no importa si en el intentó quedamos ciegos princesa, voy a darte dónde más te duele.

Los gemidos retumbaban por todo el lugar, eran las once de la noche y Alessandro disfrutaba de su primera víctima, como líder del gran Valknir, tenía esos beneficios, una hermosa rubia disfrutaba de los placeres que este le daba, desde su conversión su lívido había aumentado, vivía en una gran mansión rodeado de lujos, esa era su vida ahora.

-No pares por favor, -Rogó la joven mujer que se encontraba con los codos apoyados en la cama, le rodeó la cintura con los brazos elevándola un poco y hundiéndose profundamente en ella-, ah, ah, ah, -Gemía descontrolada mientras él la llevaba al mismo paraíso, deslizó su mano hasta llegar al pequeño túmulo rosa en el que empezaba su feminidad, rotó los dedos haciendo pequeños círculos mientras la penetraba con más intensidad y velocidad, el orgasmo le llegó de forma descomunal y un grito de placer escapó de sus labios haciéndole saber a Alessandro lo bien que la había pasado-.

Muchas cosas habían cambiado desde que había decidido hacer el trato, él no era el mismo y eso le gustaba, del tonto y enamoradizo Alessandro no quedaban más que solo recuerdos, aunque su venganza seguía en pie, vestía trajes caros y tenía autos del año a su disposición, eso sin contar que su atractivo lo llevaba a ser irresistible ante los ojos de cualquier chica. Parqueó su auto en uno de los restaurantes más lujosos de la ciudad y entonces la vio, sentada junto con su esposo, ahí estaba la mujer que tiempo atrás le había roto el corazón, pasó por su lado como si no la conociera y se sentó frente a ella, disfrutando de la reacción de su ex que sorprendida no entendía que pasaba.

Se levantó con dirección al baño, su presencia la incomodaba y prefirió irse por un momento, pero no notó que él la siguió, cerró la puerta a sus espaldas tomándola por sorpresa y no le dio tiempo a reaccionar, la tomó de la nuca y la atrajo hacía él, silenciándola con un beso.

- ¿Qué crees que haces? -Intentó alejarse, pero Alessandro no se lo permitió- por favor déjame.

- ¿De verdad quieres te deje? -Le susurró sobre los labios- dime Alessandra, dime que no me deseas y te dejaré -Lo miró a los ojos sin poder responder a su pregunta, su cercanía la ponía nerviosa, ella también lo deseaba-.

-Alessandro estoy casada.

-¿Y lo amas? Vamos contéstame ¿Lo amas? -Se quedó en completo silencio, claro que no lo amaba, no había un solo instante del día que no pensará en él-.

Volvió a besarla y la instó a que se abrazara de su cintura y la sentó en el mesón de mármol negro del lavamanos, aprovechando así para colocarse el preservativo, una mano intrusa se coló por su vestido preparándola para lo que vendría después, la embestida fue profunda y él se encargó de silenciar el grito que por poco sale de sus labios, cerró los ojos disfrutando de sentirlo en su interior y dejó caer su espalda contra el espejo apoyándose en sus hombros, no había dulzura en ese encuentro, mucho menos amor, solo deseo, un deseo desenfrenado de parte y parte, el orgasmo le llegó de forma rápida y ni eso lo detuvo de que siguiera moviéndose más y más, llevándola a los extremos y desencadenando un segundo orgasmo que terminó por dejarlos agotados a ambos, trato de normalizar su espiración y se abrazó a él tratando de besarlo, pero este se alejó, una sonrisa se formó en sus labios y su mirada se tornó completamente desinteresada hacía ella, ya no la amaba, tomó el preservativo entre sus manos y lo botó a la basura para luego acomodarse la ropa y hacer lo mismo con ella, sacó una pequeña tarjeta de su bolsillo y la metió entre sus pechos sin descaro alguno.

-Llámame cuando queras quitarte de nuevo las ganas Alessandra, estaré gustoso de cumplir con los deberes de tu esposo -Le guiñó un ojo y salió dejándola sin palabras y sin atener a cómo reaccionar, su venganza empezaba-.

ALESSANDRO "MÁS QUE UN SIMPLE DESEO" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora