Capítulo 34 "Dolor"

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"Alessandra, mi dulce princesa, fuiste la más bella historia de amor y también la más triste, en las noches grito tu nombre al viento con la esperanza de que te lleve mi voz, pero esta se pierde en la penumbra de mi desolación. Tus recuerdos son cada vez más amargos, el olvido se llevó lo dulce, dejándome un sin sabor, amor mío aún siento tu sombra acostarse a mi lado en plena oscuridad, sé que te has ido, sin embargo, sigues aquí presente en mi corazón, en mis delirios locos tus brazos me envuelven y dan algo de calor, pero nada más lejos de la realidad, lo único que me abraza es esta soledad que se camufla entre mi almohada y mi oscuridad".

Dolor, esa era la palabra que lo definía a la perfección, hace dos meses, ya que su princesa lo había abandonado, ya no comía ni dormía bien y su hermosa mirada de color turquesa se escondía tras grandes ojeras, había perdido la luz que irradiaba para conservar una tristeza que parecía nunca querer abandonarlo, se había enterado de que ella se casaría y no encontraba la forma de impedir que su princesa cometiera ese gran error.

¿De qué servía amar tanto a alguien? ¿De qué servía dejarlo todo por la persona que amas? ¿De qué, si al final estaba solo?

Tomó una copa de vino y caminó con dirección a la chimenea, esa chimenea en la que tantas veces se juntaban para leer un libo o escuchar algo de música, trato de pasar un pequeño trago, pero el nudo en su garganta lo rechazó, los recuerdos no le daban paz alguna y poco a poco lo volvían loco, se dejó caer de rodillas en la alfombra complemente roto y arrancó a llorar como un niño hasta que su rostro tocó el suelo, fueron sus mismas lágrimas el mejor sedante para ayudarlo a dormir y calmar así en algo su desesperación.

Se paró frente al espejo con su hermoso vestido blanco y miró sonriente el anillo de diamantes que su prometido le había dado, al fin su sueño parecía hacerse realidad, ahora si lucía como una princesa de verdad, ahora tendría la vida que tanto deseaba, respiró profundo y contuvo sus lágrimas, no podía engañarse, ella también lo extrañaba, extrañaba a su amado Alessandro, varias veces le había rogado que volviera con él, pero su respuesta siempre era la misma, y aunque le dolía decirle que no, no estaba dispuesta a dejar sus comodidades por él .

-Amiga, te ves preciosa -Dijo Lu entrando a su habitación- ¿Estás lista?

-Si -Sonrió con tristeza, bajó hasta donde esperaban los invitados y se tomó del brazo de un amigo para que la entregara en el altar, caminó en dirección de su flamante prometido y se tomaron de las manos para iniciar así la ceremonia-.

-Si hay alguien que se oponga a esta unión, que hable ahora o que calle para siempre -Preguntó el sacerdote-.

-Yo me opongo -Se escuchó decir, a sus espaldas un demacrado Alessandro hizo presencia llamando la atención de los ahí presentes- Aless no lo hagas -Pidió acercándose a ella- por favor mi amor, déjalo todo y vuelve conmigo.

- ¿Qué haces aquí? Ya te dije que no me busques, vete ¿De qué manera tengo que decírtelo?

-Aún estas a tiempo -Insistió- nadie va a amarte como yo lo hago, soy el amor de tu vida y lo sabes Aless, tú también me amas.

-Ya te dije que no, esto es lo que quiero.

-Oye patético -Interrumpió el novio- ya te dijo que no quiere nada contigo, sé un buen perdedor y lárgate de una buena vez -Lo empujó-.

-Aless -La miró buscando algo de esperanza, pero esta nunca llegó, prefirió tragarse su dolor que admitir la verdad y le dio la espalda a quién la amaba con cuerpo y alma- algún día vas a arrepentirte de todo esto -Gritó Alessandro- vas a extrañarme, extrañarás mis besos y mis caricias, mi amor, todo y será tarde porque yo ya no estaré, te arrepentirás de esto toda tu vida -Le juró mientras los de seguridad lo botaban del lugar, la ceremonia concluyó y los invitados fueron hasta la recepción, aunque Alessandra prefirió ir a la habitación, ver a Alessandro le había roto el corazón, sabía que el "Si Acepto" había terminado por sepultar toda esperanza que tenía con él y se echó a llorar-.

-Con que aquí estabas -Interrumpió su esposo enojado- los invitados esperan.

-Iré en un momento.

-No, no iras en un momento, iras ahora -Ordenó- y sécate esas lágrimas, te ves horrible con el maquillaje corrido -Comentó cerrando la puerta a sus espaldas-.

Se había arreglado el maquillaje y continuó con la farsa en la que ella mismo se había metido, a las dos de la madrugada los invitados se habían ido, llevó a su esposo con ayuda de un mesero a su habitación, estaba muy tomado y casi no podía mantenerse en pie.

-Ven aquí Alessandra -La llamó desde la cama- estoy esperándote -Balbuceó entre risas-.

-Es mejor que te duermas, estás muy tomado.

-¿Dormirme? No querida, voy a hacer de todo esta noche, menos dormir -Se acercó hasta ella entre tambaleos y la aventó a la cama, tomó entre sus manos aquel vestido caro en el que había gastado y lo rompió, no hubo amor, solo deseo, un deseo desenfrenado que llenó con caricias sucias su cuerpo y que hizo oídos sordos a sus súplicas de detenerse, se levantó entre lágrimas y fue hasta la bañera para sumergirse en ella, su tonta ingenuidad le hacía creer que podía limpiar con agua el sucio recuerdo de su noche de bodas, miró sus brazos y las marcas que sus manos le habían dejado, su vida sería una pesadilla y su calvario apenas había empezado-.

ALESSANDRO "MÁS QUE UN SIMPLE DESEO" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora