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Kim Taehyung creía que para una madre, lo más importante, siempre serían sus hijos, pero, tal vez no aplicaba a todas las madres. O, tal vez, no aplicaba únicamente con la suya.

— ¿Ya acabó? —preguntó poniéndose de pie en medio del pasillo al ver salir a Kim Namjoon de la habitación con ojos llorosos.

—Le dolió más que la última vez, pero se ha quedado dormida, en un par de horas ya estará lista —respondió el rubio teñido, cabizbajo.

Ambos volvieron a tomar asiento en las sillas de la sala de espera de aquel hospital. Taehyung había aprendido a odiar los hospitales, cuando a los siete años su madre fue a urgencia por una herida de navaja a un costado debido a una pelea con su padre que se había salido de control, él tuvo que esperar en casa con su hermana de cuatro años, pasando frío y hambre porque su padre se había fugado quien sabe a dónde temiendo ser encarcelado. Cuando a los nueve años su madre fue internada nuevamente pero esta vez por sobredosis de narcóticos y él y su hermana esa noche sintieron el verdadero temor de ser abandonados. Y cuando a los doce su pequeña hermanita comenzó a perder el pelo, Kim Taehyung aprendió también a odiar el olor a alcohol y antiséptico. Odiaba tanto el olor de aquello, porque era el mismo olor de la muerte.

— ¿Crees que algún día dejará de dolerle? —cuestionó Namjoon bajito, refiriéndose a las quimios.

—No, si no encontramos un donador a tiempo —le contestó Taehyung, sus propias palabras estremeciéndolo.

—Puedo ayudar con el dinero si lo necesitas —ofreció Namjoon esperanzado, lamiéndose los labios—. Tengo ahorros, no son muchos pero...

—Lo arreglaré, no te preocupes —declinó Taehyung la oferta palmeándole la pierna a el chico un año menor que él a su lado—. Si tanto quieres ayudar, dale un regalo, o simplemente no la abandones.

—Nunca lo haría hyung.

Guardaron silencio. Taehyung soltó aire pesado por la nariz antes de reclinarse en la silla extendiendo sus piernas adormecidas. No sabía cómo haría para pagar un trasplante de médula, pero se las arreglaría, tenía que hacerlo. Hacía ya dos años que había tomado las riendas de su casa, desde que su padre era prófugo de la justicia, y el dinero dejó de llegar, y su madre se sumió en el alcohol y las salidas nocturnas. Desde que supo que no podía perder lo único bueno que tenía en su vida que era Taehyuna porque ella solo lo tenía a él y viceversa.

—Nunca lo hagas —susurró Taehyung luego de un tiempo, temiendo, temiendo que no fuera Namjoon quien abandonase a Taehyuna, sino al revés.

—Nunca lo hagas —susurró Taehyung luego de un tiempo, temiendo, temiendo que no fuera Namjoon quien abandonase a Taehyuna, sino al revés

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Jungkook amaba los domingos. Los domingos siempre iba al hospital y visitaba a los niños con cáncer, les dibujaba y les contaba cuentos. Era bonito ser el motivo de la risa de un niño, sobre todo si se trata de uno que está luchando por vivir.

— ¡Oh, Jungkook! —exclamó la enfermera Kang al verlo entrar con su blog de dibujos y acuarelas al hospital.

El aludido se aproximó a la recepción, sonriéndole ampliamente y como solo él sabía, entrecerrando sus ojitos y mostrando sus dos dientes superiores, como un conejito.

Bad Reputation -Taekook/Vkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora