Capítulo 8 -Noche prolija-

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Elena se prepara en una habitación especial, se pone un vestido verde con detalles floreados en las mangas, era mayormente de seda, se mira al espejo no sabe qué hacer con su cabello así que lo deja suelto pero lo cepilla con cuidado, se va ondulando, delinea sus ojos verdes que destellan al compás del vestido que usa. Se observa atentamente frente al espejo no reconoce bien su reflejo, una mujer morena bien proporcionada del busto que se asoma ligero entre la seda con una abertura en forma triangular.

Lanza un suspiro y se mantiene en posición erguida, comienza su andar hacia la habitación del príncipe, por primera vez en mucho tiempo sentía un gran nerviosismo en cada paso que daba, trataba de respirar con calma pero no podía, era un momento muy importante en su vida; si reflexionaba acerca de todo lo que la había llevado hasta allí había sido muy caprichoso. Su prometido se convirtió en alguien sobre protector y solo la requería para atenderlo, entonces decidió que si su destino era servir a otro pues iba a ser quien ella escogiese.

Lo abandonó todo cuando subió a ese barco, no sabía a dónde se dirigía pero al ver a todas esas mujeres pensó en unirse a ellas y ver donde llegaba, no recordaba exactamente cuántos inviernos llevaba en ese palacio, se cuido mucho para poder recorrer el camino dorado, había aprendido a detectar qué personas eran importantes y los movimientos que haría pero entonces la mandaron al palacio de la sultana Hatice, todo su esfuerzo se había ido en un instante y ahora se encontraba en la puerta de los aposentos del príncipe Mustafá.

Respiro profundo una vez más, esperaba que los nervios se fuesen por completo, pero solo se redujeron un poco, de cualquier manera ya no podía hacerlo esperar, el momento había llegado levanta su mano y toca la puerta le indican entrar y la abre.

-Su alteza- Hace reverencia.

Mustafá trata de fijar su vista en ella, pero el vino que había bebido ya lo tenia un poco mareado, detectó el color verde y la piel morena.

-Acércate- se levanta del cojín golpeando un poco la mesa.

Elena da un par de pasos hasta quedar frente a él, los nervios aumentaban de nuevo; trataba de no mirarlo a la cara pero su curiosidad la sobrepasó y levanta la vista. Él por su parte acaricia un mechón de su cabello y al fijar sus ojos en ella nota el vivo color verde una vez más, se siente atraído e intenta besarla, pero ella desvía su rostro.

-Su alteza... Discúlpeme pero no puedo... Esto... Yo no puedo... No lo conozco... Discúlpeme por favor...- Se arrodilla ante él totalmente avergonzada.

Esto era algo muy nuevo, hasta ese día todas las criadas que iban a él, tenían como único deseo que las tomara, pero ahora llega esta curiosa mujer y se negaba. No cabía duda que no se encontraba en buena racha y ahora los efectos del vino comenzaban a sobresalir al sacarlo de su temperamento sereno.

-Por favor...- Se arrodilla a la altura de ella. -No te pediré que hagas algo que no quieres... No soy ese tipo de persona... Pero... ¿Puedes acompañarme esta noche?... Me temo que cometeré el peor de mis errores si no lo haces-

Elena se acerca a él. -No, su alteza... No diga eso... Yo lo acompañare... Quiero conocerlo... no es que no quiera nada con usted...-

Mustafa sonríe ampliamente, esas palabras tan amables lo habían conmovido se impulsó hacia ella y la estrechó entre sus brazos. La muchacha quedo pálida, le avergonzaba un poco aquel contacto, pero al sentir sus brazos fuertes estrechándola no pudo hacerlo de lado, el peso de él la sobrepasó y se tumbaron en el suelo.

-Su alteza... Dije que le acompañaría, pero... Esto es demasiado yo... No estoy segura de esto... ¿Príncipe?...-

Lo mira y entiende la situación, se ha quedado dormido sobre ella, ahora tenía que quitárselo de encima antes de que los vieran, como pudo lo hizo a un lado y con ayuda de un eunuco colocaron al príncipe en su cama, ella lo contempla, se ve tan apacible y sin ninguna preocupación, acaricia su rostro despacio y comienza a preguntarse ¿Qué clase de persona será? Y ¿Qué error era el que cometería si ella no se quedaba a su lado?. Se acostó a su costado y no hizo nada, cerró sus ojos y cogió el sueño con alegría.

Tormentosa obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora