Capítulo 3 -Manifestando el designio-

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Nazu, empuja con fuerza a Hurrem hacía la habitación y cierra la puerta en un movimiento rápido, Ibrahim entra del otro lado y con mucha cautela asegura la puerta tras de sí; las cosas salieron exactamente como estaban planeadas, ahora solo faltaba que el sultán aceptara por completo a la criada que le fue enviada, para que se mantuviera ocupado y no descubriera lo que estaba a punto de suceder.


Olena hace la reverencia indicada y mantiene su rostro bajo.

-¿Quién te envió?- Pregunto, Suleiman de pie frente a ella.

-La Sultana Hatice me encomendó venir, estoy a su completa disposición, su majestad-

-Aproxímate- Exclama, el sultán.

Mientras se acercaba la muchacha, Suleiman reflexionaba acerca de aceptar o no aquella ofrenda que le enviaba su hermana y de pronto vinieron a él, palabras que su fallecida madre le había dedicado en algún momento de la vida.

-Suleiman, existen lineamientos que debemos acatar, especialmente tu al ser miembro importante de nuestra dinastía, el harén y sus reglas existen para mantener el orden y por ende debes mantener la paz que en él reside- 

Olena se detiene frente a él, se arrodilla y besa su dobladillo como está indicado, él baja la mano hasta tocar su rostro y le indica levantarse, en un movimiento lento y suave para ver con atención su hermosa faz.

-¿Cuál es tu nombre?- La observa con detenimiento, sus cabellos dorados, la curvatura de sus labios, sus largas pestañas que ocultan con recelo esos dorados y extravagantes ojos, la manera en que se arruga su nariz mientras la respuesta sale de su boca.

-Olena Su majestad- Mantiene baja su mirada.

-¿De donde vienes?-

-De Kiev... En Rusia, mi señor... Es una tierra hermosa y llena de vida...- Eleva su mirada.

Suleiman acaricia el rostro de ella con suavidad y le sonríe, recorre con sus dedos los pómulos y baja hasta tomar uno de sus mechones de cabello dorado, tan largo y brillante, pareciese que lo examinara con sumo cuidado, inhala su aroma y el almizcle entra a sus fosas nasales dejándolo cautivo por unos instantes, toma con gentileza su mano izquierda y la encamina hacia su cama.



La habitación donde se encontraba Hurrem estaba levemente iluminada por un par de velas cerca de la cama, aquello la asustaba mucho y las preguntas comenzaron a inundar su mente, ¿Le van a cortar la cabeza allí mismo? ¿La harían beber el más letal de los venenos? ¿Enviarían a varios hombres para torturarla de la manera mas inhumana? Y de pronto Ibrahim se encamina hacía ella, por lo que se posiciona firme y escondiendo lo mejor que puede su miedo.

-Pasha... Le recuerdo que soy la esposa legal del sultán, y que si algo me sucede la culpa va a recaer sobre usted-Exclama con la mirada centrada, pero sus labios se estremecen.

-Hurrem o debería decir... Alexandra- Espeta, Ibrahim manteniendo sus manos hacía atrás y una expresión tétrica.

Ese nombre la ponía incómoda, porque la llevaba hacía su pasado en donde solo era una mujer ingenua y débil ante sus captores que la llevaron hasta el palacio. Pero también la transportaba a su antigua vida donde estaba al lado de su familia y todos sus seres amados, todo aquello que jamás pensó que le sería arrebatado.

Tormentosa obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora