"No me importa sí viene una persona o quinientas personas más intentando conquistarme, sí yo estoy contigo soy solo tuyo, no me importa quién venga o quién vaya intentando alejarme de ti, no me importa sí todo el mundo quiere qué nos alejemos, si yo...
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Todo estaba dándome vueltas, tenía el estómago revuelto y un dolor de cabeza insoportable. Después de que los judiciales fueran a mi departamento, corrí a decirle a Mickey y Alec lo que estaba pasando.
Cómo pude me quite el vestido y me puse ropa más cómoda. Según los oficiales, William estaba en otro hospital cerca donde tuvo el accidente.
—¿Cómo mierdas paso?— dice alterado Alec mientras conducía.
—Tranquilizate, maneja cuidadosamente.— le dice Mickey.
Yo seguía en shock, que ni siquiera una lágrima de mis ojos salía. Estaba sobre pensando todo, sabía muy bien que William estaba bien.
Después de unas horas de camino, salgo del auto casi corriendo. Al entrar una de las enfermeras me da indicaciones.
El helicóptero dónde venía William se había desplomado, el y uno de los internos que lo acompañaba salieron vivos pero graves. En este momento estaban operando a William, así que decidieron pasarme a su cuarto y esperar ahí.
—¿Que paso?— me susurra Alec.
—El está en cirugía.— le respondo mientras mi vista estaba en un punto fijo.
Después de horas el doctor llega a mi con una cara que yo muy bien sabía.
—Doctora Lee.— me extendió su mano pero yo no sé la tomé.
—Digame cómo está el.— digo sin aliento.
El doctor agacha su cabeza y solo niega. William estaba muerto y no pude despedirme de el. Volteó a ver a Alec y corro a sus brazos, mis lágrimas salían a mares.
El doctor me dice que pase a verlo y decida que hacer con sus órganos. Ya que el y yo habiamos dicho que si alguno de los dos le pasaba algo que nos desconectara de los respiradores y donará los órganos del otro.
Y eso fue lo que hice, al entrar en el cuarto donde estaba el cuerpo sin vida de William, lo único que hice fue abrazarlo y llorar encima de su pecho. Recuerdos con el se vinieron a mi mente...
—Vainilla.
—¿Disculpa?
—Tu perfume, Vainilla.
—¡Que raro eres!
Sonrío al recordar el primer día que coincidimos.
—Dejame ayudarte. Me veo escuálido pero soy fuerte, aquí tienes.
—Gracias.
—No te haré nada. Puedo invitarte un café de aquí.
—Sabes, no quiero nada, no te conozco y no pienso hacerlo así que por favor déjame en paz, maldito psicópata.
Las lágrimas no se detenían, Will estaba enfrente mío sin vida.
—No quiero dejarte ir, pero tengo que hacerlo.— digo ya sin aire.
La imagen del rostro de Will se hizo presente. Sus ojos azules y su sonrisa perfecta.
—prometo amarte, respetarte y sobre todo cuidarte siempre.
Fue el último recuerdo que tuve de el, para después ser interrumpida por la enfermera estirando el documento para firmarlo.
—Estaré bien.— limpio mis lágrimas y le doy el último beso.— Descansa, siempre te amare.
