—¿Así que se me veía sexualmente bien el trasero? —pregunté sentándome a su lado en el sillón.
—Di te dijera todo lo que quiero hacer con él. —respondió pícaro.
—Pervertido. —dije dándole un manotazo suave en el brazo.
—No niegues que también necesitas diversión, dos meses que no pasa nada entre nosotros. —respondió acercándose tanto que terminé debajo de él.
—Podemos lastimar al bebé.
—Nada de eso, he leído que el sexo en el embarazo es vital para que el bebé nazca con buena salud.
—¿No me estás mintiendo? —dije acariciando su cabello.
—Claro que no. —respondió.
Comenzó a besarme los labios salvajemente, no pude resistirme y abrí la boca dándole paso a una batalla de lenguas.
Tuvimos que separarnos por falta de aire, pero volvimos a lo de antes. Christopher comenzó a meter sus manos debajo de mi vestido levantándolo un poco dejando a la vista mis bragas de color rojo.
Acarició mi trasero mientras yo recorría traviesamente su abdomen, nos levantamos del sillón dándonos cuenta de que era peligroso hacerlo ahí.
Pues alguno de los dos podría caerse, Christopher hizo que yo enrollada mis piernas alrededor de su cintura y siguió besándome.
Bajó hasta mi cuello dejando un camino de besos húmedos y calientes, subimos con cuidado a la habitación, caímos sobre las sábanas y él se sacó el polo y el pantalón quedando solo en boxer, ayudándome a sacarme el vestido.
Cuando quedamos sólo en ropa interior, el metió su mano debajo del brasier y comenzó a masajearme los senos, yo gemía y disfrutaba de la sensación que esa acción me causaba.
Christopher sacó mi brasier de un tirón dejando mis pechos duros al aire libre, se metió uno en la boca lamiendo y mordiendo mi pezón.
Yo ya estaba mojada, tantas caricias hacían que yo disfrutara cada vez más. Él dejó tranquilo mis pechos y me sacó las bragas.
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Conocidos por el sexo | Christopher Vélez
RomanceCorina Owens no era la típica chica normal, a ella le gustaban cosas diferentes, a comparación de sus amigos, tenía la mente más avanzada, o tal vez se debía a que era huérfana de madre. Al cumplir los dieciocho ya no le importa nada más que dejar d...