Salí de casa cogí mi motocicleta, mi preciado bebé, me la regalaron cuando cumplí diecisiete pero ahora la uso más que antes, arranqué y comencé mi búsqueda, paré en un bar pero me di cuenta que quedaba muy cerca de mi casa y no quería arriesgarme a que mi padre me descubriera y me metiera en un convento, debería buscar a las afueras de la ciudad, así que volví a prender la moto y seguí mi camino, estuve manejando por casi una hora, hasta que a lo lejos logré visualizar un bar, me estacioné y bajé.
Hoy vestía un simple short corto y una blusa de tirantes pegada a mi cuerpo que hacía relucir mis curvas, no me juzguen, hacía mucho calor, apenas eran las cinco de la tarde, entré al bar y no había y no había casi nadie, era de esperarse pues, ¿quién toma a estas horas? Yo sólo vine a preguntar, no a beber.
Caminé hasta la barra donde había un chico, le pregunté donde podía encontrar al gerente, pero antes de responderme se quedó mirando mi cuerpo, me hacía sentir incómoda pero admito que el chico era guapo, me dijo que el se encontraba en su oficina y me indicó el camino.
Me dirigí hacia allá dando media vuelta y noté su mirada en mi trasero, si trabajaba aquí él sería el primero en mi lista de sexo, toqué antes de entrar y me encontré con un señor no tan mayor pero si tenía a simple vista sus 45 años, me invitó a sentarme y lo hice para luego ver como me miraba y hacía un movimiento de aceptación para el mismo.
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Conocidos por el sexo | Christopher Vélez
RomanceCorina Owens no era la típica chica normal, a ella le gustaban cosas diferentes, a comparación de sus amigos, tenía la mente más avanzada, o tal vez se debía a que era huérfana de madre. Al cumplir los dieciocho ya no le importa nada más que dejar d...