Capítulo 28

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Metió un dedo y lo movió suavemente dentro de mi, los gemidos se hacían casa vez más intensos. Christopher tenía una gran erección, metió dos, tres dedos y los movió al ritmo de mis caderas, dándome una sensación de mucho placer, yo no dejaba de gemir hasta que él sacó sus dedos y se acomodó para penetrarme, claro con condón.

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—No te me acerques, maldito muerto de hambre. —dijo Luís.

—He escuchado que te aprovechas de la inocencia de muchas jovencitas. —dije yo, Carlos.

—Bueno, lo que has escuchado es cierto.

—Y encima ni siquiera te dignas en negarlo, mis amigos y yo creemos que mereces tener un castigo mayor, no sólo la cárcel te hará sufrir, sino también nosotros. —dije señalando mi grupo de amigos que ya le acorralaban.

—Te arrepentirás si lo haces.

—No, tú debes arrepentirte, pues podemos tocar a cualquier persona menos a las mujeres ¿o estoy equivocado?

—Claro que no —dijo uno de mis chicos muy seguro para luego hacer una seña y los demás comenzaron a golpearle.

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—Eso fue agotador.

—Yo lo describiría mejor, tal vez emocionante o placentero. —dijo Christopher con una gran sonrisa en su rostro.

Nos encontrábamos abajo preparándonos para ver una película, era medianoche y no teníamos sueño.

—¿Que te parece Titanic?

—No lo se, tal vez muy cursi.

—Si, lo sabía, ¿y que tal It?

—Umm, ¿terror? Perfecto. —dijo él.

—¿Pues que esperas? Ya trae las palomitas.

Conocidos por el sexo | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora