The Dark Hanbok. -다크 한복.

37. 서른일굽.

Comenten porque volví.

Quiero explotar.

Más bien, yo no quiero, pero ellos van a obligarme.

Yo digo que asesinemos a todos.

Negué con mi cabeza.

Miré a la reina, dándole algunos regaños a ambos de mis hermanos por estar discutiendo.

Volver al palacio después de estar en el bosque, era como ser un Ave y adentrarme en mi jaula yo sólo.

Jaula.

Tu cabeza es una jaula.

Sacudí mi cabeza. No debo escucharlos.

Ellos están aquí. Siempre lo están. Detrás de mí. Puedo casi sentir su fría respiración chocar contra mi nuca.

Hay muchos más, ocultos en las columnas del palacio. En las esquinas observandome.

Siempre están allí.

Pero no están. Están dentro de mi cabeza. Lo sé. De no ser así, alguien más ya los habría visto.

Estás loco.

No pueden vernos.

Mentiroso.

No te creen.

Volví a sacudir mi cabeza. Ésta vez con un poco más de violencia.

Los colores del palacio no me gustan, detesto el rojo si no proviene de algún cuerpo.

Respiré hondo. Mirando a Agust negar a algo que seguro le culparon. Pero era inútil.

Yoongi sólo debía hacer esa carita de niño regañado. Y todos estarían a sus pies.

Pero es malo. Yoongi es malo.

Malo, malo, malo, malo.

Yo no. Lo soy. Lo sé. Pero no lo soy.

Es confuso.

Apreté mis párpados al sentir una de mis miles de jaquecas diarias amenazar con aparecer. Llevando una de mis manos a sostener el puente de mi nariz.

Siento cómo la presión sube por mi cuerpo, el vacío en mi pecho es cada vez más profundo.

No resistiré más aquí.

Escucho los latidos de mi corazón retumbar en mis oídos, no puedo oír más. Mi visión se torna borrosa. Sólo sé que aún gritan, porque mis oídos zumban.

Siento mi cabeza inclinarse mientras mis ojos enfocan el bonito cuello de la reina.

Tu madre.

Negué.

Esa mujer, jamás se ganará el título de madre.

No cuando me golpeaba.

Empeoraba todo día con día. Le molestaba que hablara solo.

Se molestaba cuando le contaba que mi cabeza dolía, yo gritaba, me alteraba.

Hasta que me golpeó fuertemente. Dejándome casi inconsciente con el mango de una katana.

Yo no quería atención. No la quiero. No la necesito. Sólo quería ayuda.

Me guardé mis pesadillas, las encapsulé en mi cerebro. En mi cráneo. Y ahora me atormentan desde dentro.

Me sentía ahogado en mis pensamientos múltiples. Mi cabeza está en mil cosas. Siempre. Dispersa.