47. 마흔일곱

3.3K 698 435
                                    

Comenten por fis. Porque sinceramente a esto ya no le queda mucho.


























Tocó la puerta de su madre. Preocupado.

Había escuchado que durante la noche, su madre, la reina Park, y su padre habían discutido.

Como era común.

-Mamá. - dijo despacio, abriendo la puerta.

La señora Park abrazaba sus piernas, mirando al suelo con aquella expresión demacrada de siempre.

Apretó sus labios, entrando a la habitación y cerrando detrás.

-¿vienes sólo, Jimin? - Preguntó su madre.

El rubio asintió, corriendo a los brazos de su madre cuando está los extendió.

La abrazó sobre la cama. Mientras acariciaba los suaves cabellos de su hijo menor.

Pero el la tuvo que soltar cuando ella se quejó.

No preguntó el por qué a su madre le dolían partes del cuerpo, o por qué su ojito derecho estaba moreteado.

No era necesario.

-Jiminnie. ¿Te llevas bien con el príncipe Kim? - preguntó desviando el tema.

-Si,es muy divertido. - dijo con una enorme sonrisa.

-Me alegra. - asintió. - es bueno que tengas un amigo con quien correr. - dijo ella.

Jimin asintió. Sintiendo las caricias de su madre en su cuello, y después en una de sus clavícula, observando algunos tonos rojos y púrpuras .

Jimin subió su ropita. - sólo ignoralo mami. - pidió. No queriendo hacer a su madre sufrir más.

Ella asintió. Sonriendo con pesar.

Ambos escuchando una puerta corrediza cerca.

Su madre comenzó a temblar un poco. - No dejes que tu padre te vea ahora. Ve a tu habitación. Recuerda cerrar con algún mueble.-dijo antes de empujarle hacia la salida.

Una vez en el oscuro pasillo suspiró.

Jimin también estaba cansado de estar callando esas cosas.

-¿Jimin? - escuchó de su padre, un tanto lejos.

Tembló por completo y corrió hacia su habitación.

El miedo a flor de piel. Sabía que le estaba siguiendo.

Los recuerdos de manos sobre su cuerpo le hicieron querer vomitar. Pero no era el momento.

-Ahora no Jimminie. - dijo huyendo. - ya vomitamos la comida. - se dijo a sí mismo antes de ver a su padre cerca de su habitación.

Se deslizó sobre el suelo para esconderse bajo un pequeño mueble.

Se tapó la boca con ambas manos, ya que el rey pasaría por allí, agradecía la oscuridad, ya que no le vería.

Sólo tenía que guardar silencio.

Estaba muy asustado. No quería estar sólo con su padre, no de nuevo. Ya se había cansado.

Antes no entendia lo horrible que era todo lo que le hacía. Pero había crecido, e iba entendiendo.

Simplemente el contacto de alguien más ahora le parecía repulsivo.

Aunque intentaba ser amable, como en la escuela a la que le llevaban, era sólo para gente de la realeza. Pero no le trataban bien.

Su padre estaba cerca. Lo vio meterse en su habitación.
-¿Jimin? -

Miró los pies de su padre al frente.

-Vamos Minnie, quiero jugar un poco. - dijo aquella persona.

Jimin sintió repulsión de nuevo, apretando sus piernitas con terror.

-Anda. Que mañana debo visitar a los reyes Lee. Déjame verte aunque sea un rato. Te extraño-

Jimin negó con su cabeza. Cerrando sus ojos.

El señor Park al parecer se rindió, por lo que salió maldiciendo de su cuarto.

Jimin suspiró, en silencio, probando levantarse.

Pero se exaltó poquito al sentir humedad entre sus piernas.

No sería la primera vez que se orinaba por el miedo. Así que suspiró.

-Aish Jiminnie, ya nos mojaste. - se quejó. Le gustaba hablar con él mismo, no tenía con quién más hacerlo.

Rápidamente tomó un pantalón limpio, pensando en cambiarse antes de cerrar la puerta.

Pero por sentir sus manitas temblar, tiró un par de palillos para sostener su cabello

- ¿Jimin? - escuchó a lo lejos.

Hizo completo silencio. Ni siquiera se movió.

-Jimin, deja abierto, iré en un segundo. - escuchó al rey decirle, demandante.

Rápidamente salió de su habitación, corriendo por los pasillos por el camino que sabía de memoria.

Bajó las escaleras para atravesar el salón con urgencia y salir.

Salió del palacio. Los guardias siempre con la cabeza hacia abajo le dejaban salir.

Le tenían lástima. Por ello cerraban en silencio para que el rey no sospechara.

Corrió hasta llegar al molino. Su escondite. Donde rápidamente se metió al oscuro túnel y subir.

Sentía sus mejillas mojaditas, había soltado lágrimas de terror.

Una vez a salvo respiró hondo. Aunque sabía que no se salvaría de su padre cuando volviera.

Respiró hondo, deshaciendose de sus ropas inferiores para poner el pantalón limpio.

Se había acostumbrado a estar en la oscuridad. Por que las velas que tenía el escondite no alumbraban lo suficiente.

Las encendió de igual manera, sintiendo el frío de la noche.

No sería la primera vez que pasa la noche allí, por ello ya tenía un par de mantas por allí.

Se arropó sobre el suelo, suspirando. Mirando los dibujos colocados en las paredes.

Y entonces se inspiró.

Aún envuelto en cobijas, buscó una hijita de papel y algo con qué pintar. Encontrando un pincel y tinta.

Le haría un dibujo a su único amigo Taehyung. Esperaba que estuviera mejor.

Le dolía verle tan mal, pero Taehyung no sabía cómo ser ayudado.

Ni si quiera sabía lo que es estar cuerdo totalmente porque siempre ha estado así.

Hizo un mohín.

-No te preocupes TaeTae. - dijo comenzando bc on los trazos. - vas a ver que tu y yo saldremos de ésta pesadilla. -

Giró para ver a través de la ventana. A lo lejos, un puntito rojo y café entre los árboles, era la cabaña de Taehyung.

Seguro Jungkook le esperaba allí.

Sonrió, jungkook estaba muy enamorado.

Jimin nunca había experimentado el amor hacia una pareja. O exitacion sexual. Por ello se interesaba en Jungkook y Taehyung.

Porque Taehyung a pesar de todo, su frío y pequeño corazón amaba a Jungkook, aquello era lo más cercano al amor que jamás podría ver.

Sus padres no se amaban.

Y Jungkook ni hablar. Se preocupaba mucho por Taehyung sin importar nada.

Era simplemente hermoso. Deseaba con todas sus fuerzas que su final fuera feliz. Como merecen.

Aunque a veces olvidaba que Taehyung, ha hecho demasiadas cosas malas.






















Les amo. Uwu.

The Dark Hanbok. -다크 한복. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora