The Dark Hanbok. -다크 한복.

52. 쉰둘

Comenten pero solo si quieren.

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JungKook estaba tan feliz, ver a TaeHyung tan tranquilo. Comiendo de las moras que había ido a conseguir.

Estaba feliz. Porque se miraba un poco menos relajado que cuando llegó.

-¿Te gustan?- Preguntó sonriendo.

El príncipe asintió, antes de tenderle un fruto al pelinegro.

JungKook lo aceptó gustoso. Mirándole feliz.

-JungKook, no voy a poder verte, deberías irte. - dijo aún masticando.

El nombrado rió sin mucha gracia. - No tengo a dónde ir. - dijo acariciando un brazo del otro.

Estaban muy juntos pero frente al otro
compartiendo melosamente de los frutos que JungKook había traído.

-Uhm... Pero seguro si pides quedarte en otro pueblo te dejarán. Eres muy lindo. -

-¿Eso crees?-  preguntó sintiéndose nervioso por la cercanía.

El príncipe asintió convencido.

-. En realidad yo tenía otro plan.- dijo el pelinegro un tanto cohibido.- Recordé la vez que me contaste, más bien, recordé que SeokJin está en el calabozo. Creo que estando en el calabozo estoy más cerca de ti.-

- ¿De qué hablas tontito?- dijo sonriendo aunque realidad no estaba entendiendo nada.

-Ya sabes, se supone que estoy desaparecido, puedo ser testigo de un ataque de dark hanbok, me encarcelarian de igual manera- contó.

TaeHyung sonrío.- ¿Irías a prisión por mí?-

- Creí que ya había quedado claro que haría cualquier cosa por ti.- repuso el pelinegro.

TaeHyung a veces no sabía cómo responderle aquellas palabras. 

Así que siempre dice lo que su corazón le demandó pegar sus labios con los ajenos.

Estaba acostumbrado a sostenerle las mejillas al otro mientras lo hacía. Con delicadeza, como si tuviera miedo de sí mismo en herir al contrario.

Jungkook en cambio siempre besaba con sumo cuidado los labios del príncipe, ya que temía que estuvieran rotos nuevamente, como cuando lo conoció.

El mayor sabía que no estaba tampoco totalmente cuerdo, desde un inicio lo supo, pero sabía que estaba de acuerdo con sus asesinatos y las atrocidades que cometía sólo por el amor que le tenía.

Tanto que aquí seguía con él, y seguían compartiendo un apasionado beso.

Acarició con cuidado los costados de TaeHyung, quién tembló ante el tacto.

El cuerpo del menor era pequeño, siempre lo supo por la forma en que siempre sus hanbok le quedaban mucho más grandes de lo que deberían.

Y lo había podido comprobar un par de veces, sus piernas eran suaves y delgadas, no entendía cómo poseían tanta fuerza como para correr tantas distancias, o como tenía la resistencia de saltar tan alto al caer.

TaeHyung en era un enigma, era una pregunta muy difícil sin respuesta alguna. Tanto que ni siquiera él mismo sabía lo que era o su propósito en el mundo.

Y JungKook tampoco quería averiguarlo.

Él lo quería tal y como era por más enfermo que fuese.

TaeHyung suspirando le tomó de los hombros y se sentó sobre los muslos ajenos.