CAPITULO 16.

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Estoy tratando de entender que demonios acaba de pasar. En mi vida, había pasado por éste tipo de situación. ¡Es impresionante! Cada día siento que la más sorprendida por las cosas que está viviendo soy yo. No el hombre que se encuentra en la mesa esperándome. Ni con Nathan tuve éste tipo de experiencias, y eso que la relación que mantuvimos por tantos años fue obsesiva.

Sujeto mi bolso con fuerza y salgo del baño.

Por el camino me pregunto si debería de contarle a Benjamín lo que pasó en el baño. No me interesan las respuestas, pero me parece importante que sepa que hay una mujer diciéndole a otras que no es un buen hombre. Aunque también tomo un segundo para pensar si debería de darle tanta importancia. Alguien no haría eso si no fuera cierto lo que dice, ¿no? ¿De verdad una persona se tomaría las molestias de advertir a alguien porque sí?

¿Por qué lo estoy pensando tanto? ¿Tengo miedo de que sea cierto? Sí. La respuesta viene más rápido de lo que esperaba. Niego con la cabeza para tratar de apaciguar mis pensamientos.

Tomo asiento en la mesa y coloco mi cartera donde mismo. Tomo la cerveza llena, dándole un trago.

—¿Está todo bien?—pregunta Benjamín.
—Creo que sí... no sé—empiezo y niego con la cabeza, así que prosigo—. Ha pasado algo interesante mientras estuve en el baño.

Se alarma, revolviéndose preocupado en su asiento.

—¿Qué pasa? ¿Está todo bien?
—Sí. Sólo que ha entrado una mujer. Ha preguntado si he venido contigo. He dicho que sí y luego me ha advertido que no eres un buen hombre, que me alejara—explico, ceñuda.

Se hace un silencio en la mesa. No dice nada y yo tampoco me atrevo a hacerlo. Todo es confuso. La mujer, él. ¿Hice bien en contarle? La verdad es que no sé, y cómo Benjamín no dice nada no tengo forma en asegurarme.

Me acomodo en mi asiento y empiezo a tomarme la cerveza.

—¿Cómo era ella?—pregunta luego de un rato.
—Morena, piernas largas y unos senos bastantes voluminosos—contesto, haciendo memoria.

Benjamín puede ser diferente en muchos aspectos, pero no deja de ser hombre. Con esos rasgos, reconocería a una mujer

—¿Una ex-amante?—presiono con el vaso en mis manos.
—Algo así—contesta con desinterés.
—Para ser algo así, se veía muy dolida.

Benjamín resopla. Coge su copa y toma un largo trago.

—Me acosté con ella un par de veces. Quería más y yo no. Fin de la historia.
—Cómo la mayoría de los hombres.
—Sí, Ava, cómo la mayoría de los hombres— afirma con sarcasmo.

Ignoro su tono de voz. Ahora siento un poco de pena por la morena. A pesar de que no le encuentro el sentido de haberme advertido, sé que fue una manera para sentirse un poco bien con ella misma.

Benjamín espera a que termine la cerveza para pedir la cuenta. Paga y no replico. Yo invité la semana pasada. Me levanto y empiezo a buscar con la mirada a José mientras me pongo los guantes. No lo encuentro. Abro mi bolso y saco 20£, dejándola en la mesa.

—Ya he dejado propina, Ava—dice Benjamín, colocándose sus guantes.
—Dentro de la factura viene incluida la propina, Benjamín. Al empleado nunca se le da el porcentaje que le corresponde. Siempre deja efectivo. Siempre.

Dejo a Benjamín solo y me encamino a la salida. En una esquina veo a José. Me despido de él con un levantamiento de mano. Devuelve el gesto con una sonrisa. ¡Qué mono es! Siento a Benjamín detrás de mi. En la salida veo a la rubia y le doy un asentimiento de cabeza. No se merece más. El auto ya está en el frente así que espero al caballero de la noche.

Once y Media (11:30) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora