CONTENIDO MADURO. Aunque la escena no es muy explícita, para muchos no será de agrado. Recalco por las emociones que puede hacerte sentir. (LEER BAJO SU RESPONSABILIDAD Y CRITERIO).
Marcus Winnigham.
Ése hombre se había quedado enterrado en lo más profundo de mí. Desde hace muchos años, no pronuncio su nombre y tampoco me había atrevido a pensarlo. Hasta que Benjamín llegó a mi vida. Incluso, cómo pude, no pensé más allá de lo obvio.
Verlo de nuevo es traer miles de imágenes a mi cabeza. Sus manos recorriendo mi cuerpo; sus grandes manos. Su voz, su boca, su piel, sus brazos, sus piernas, su cuerpo... cómo me utilizó. ¡Una niña! Sólo tenía 11 años, ¿cómo alguien pudo abusar de mí de ésa forma?
Nunca lo pude comprender. Arruinó mi vida. Hizo que viera el sexo de otra manera. Cuando empecé con Nathan, estaba asustada. Cada vez que estaba encima de mí, cerraba los ojos con fuerza para evitar sentir su toque. A pesar de que Nathan fue un error, pudo ayudarme a superar ése miedo en mi interior. Pude tocarlo con el tiempo y sólo imaginármelo a él. Fue un proceso largo y difícil, pero lo logré.
Marcus es el mismísimo diablo en persona. Cada día, cada noche, a las 11:30, venía a buscarme. Mis padres lo conocen. Es un amigo íntimo de mi papá. Siempre se quedaba hasta tarde en casa, y cuando no, lo hacía en la mañana. A la misma hora. Nunca faltaba. Era asqueroso. Nunca pude decir nada porque me lo prohibió. De una forma retorcida, podía darle vuelta a la situación, para que se viera que la culpable era yo. Accedí. Lo acepté. Cada vez era peor. Susurraba en mí oído: 11:30, pequeña. Para luego, empezar a recitar todo lo que haría conmigo, cómo si de un juego se tratara. Tuve que comenzar a hacer lo mismo porque eso lo excitaba. Y si le daba lo que quería, era más fácil y rápido. Cada parte de mi cuerpo fue tocada por ése asqueroso hombre. Se masturbaba con mis pies, con mis rodillas, con mis brazos, con mis tetas. Todo formó parte de él. Por eso llegué a odiarme tanto, porque todo de mí, pasó a ser de él. Cuando me besó, la primera vez que se introdujo en mí, no le importó. Me ahorcó. Me hizo orales, introdujo objetos en mi vagina. Mi ano fue perforado por él. Todo. No hubo una parte de mi cuerpo que Marcus no dominó.
Siempre aseguraba que no estaba follándome, al contrario, me hacía el amor. Para él, eso era el amor. Esa hora y explicarme con detalles que haría. Él día que se marchó de mi vida, fue la primera vez que respiré sin sentir su aroma, sus toques y sus palabras. Lo único que no pude superar fue olvidarlo. Aprendí a vivir con eso y en silencio. Nunca pude hablar con alguien sobre eso. Jamás. Fue mi secreto. Hice tantas cosas para olvidarme de todo, y nada funcionó. Al dejar a Nathan, fue que pude desahogarme de todas las formas posibles. Pero, ¿para qué? Lo único que hice fue arruinarme más. Toda la culpa se la echo a él. ¡Toda! ¡Era sólo una niña!
Ava...
Levanto la cabeza cuando escucho esa voz. ¿Vea? Giro la cabeza a los lados para ver si es producto de mi imaginación. Me levanto bruscamente y salgo del baño. No hay nadie. Al mirarme en el espejo, no puedo creer lo que estoy viendo. Estoy... acabada. Mi abrigo está abierto. Así que puedo ver perfectamente mi pecho rojo. Mis mejillas están sonrojadas y mi pelo alborotado. Cuando observo mis manos, estoy temblando. Me doy cuenta que la voz salió de mi cabeza y ha sido una forma de despertarme. Recuerdo sus ojos, e inexplicablemente, una fuerza se instala en mi interior.
Observo completamente mi silueta. Enderezo la espalda y alzo el mentón. Respiro varias veces, tratando de calmarme. Poco a poco, mi piel vuelve a su color. Acomodo mi cabello y salgo del baño con seguridad. Voy a demostrarle a ése malnacido quién es Ava White.
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Once y Media (11:30) ✔
RomanceEl pasado de Ava White cada vez se hace más presente en su actual vida. Dejar lo que alguna vez fue, se vuelve constante. Sus secretos más oscuros empiezan a salir a la luz al toparse con unos ojos llenos de temor y curiosidad. Pero, ¿curiosidad por...