Llego al aparcamiento del edificio. En una esquina noto la limusina de Benjamín. Confundida, apago el motor y bajo del auto con mi cartera. Mi caballero en cuanto me ve, sale hecho una furia. Paúl ni se inmuta en bajar.
Estar a solas me calmó. Ahora sé que tengo que tomar las riendas de mi vida para evitar otra decaída. Me encamino directamente al ascensor, apretando el botón.
—¿Dónde estabas?—pregunta Benjamín, colocándose a mi lado.
—Salí—contesto, mirándolo de soslayo.
—Te llamé miles de veces. Llamé a Eleanor a Patrick. Estaba preocupado—explica, furioso—¡Joder, Ava! ¿Cómo puedes ser tan descuidada? Tienes dinero, tienes poder. ¿Cuándo vas a entender eso?Lo primero que llama mi atención es que tenga el número de ambos. Luego recuerdo que pudo llamar a Elizabeth y ésta habérselos entregado. Con lo intenso que puede ser, seguro le habrá gritado a mi asistente. Pobre. También entiendo que fui un poco descuidada. No soy la misma de antes y tengo muchas personas que están al tanto de mi existencia.
Me avergüenzo un poco por mi falta de responsabilidad. Lo observo. Benjamín está fulminándome con la mirada. Estoy segura que le gustaría meterme en una caja de seguridad y no sacarme nunca de ahí.
—Lo siento.
—¿Lo siento? ¿Eso es todo lo qué dirás?—replica con irritación.¿Qué más puedo decir? Está preocupado, eso puedo entenderlo. Si él hubiese hecho lo mismo, también estaría molesta. Pensándolo bien, lo hizo. Cuando fue a París.
—No he tenido un buen día—excuso.
Su falta de sentido común, me molestó. Su posesión. Todo formó parte de mi molestia por actuar sin sentido.
El ascensor llega y ambos nos metemos. Ni siquiera abro la boca para negarle la entrada, no hará caso.
—No me escuchas, Ava. ¿Cómo quieres que actúe? Dejaste a Paúl en medio de la acera y te fuiste en taxi—dice con rabia.
¡Venga! Sé que hice mal, pero no es para tanto. Estoy viva y coleando. Las puertas se abren y salimos. Busco las llaves en mi cartera y abro la puerta. Mi caballero cierra detrás de mí.
Entiendo que a Benjamín le moleste mi silencio. Simplemente, no quiero decir algo que haga estallar más la bomba.
Me muerdo el labio y lo miro. Sus ojos están desesperados, pidiendo a gritos que hable. Suspiro.
—¿Cenaste?—pregunto, ignorando cualquier otro síntoma.
Niega con la cabeza, derrotado. Se encamina a la cocina y yo lo sigo. Dejo mi cartera en el mesón. No he probado un bocado en todo el día. No tengo hambre, pero debo comer.
—Son las 8:00P.M, Ava. ¿Estás consciente de la hora?
Mi teléfono está apagado así que no, no estoy al tanto de la hora. Y, lastimosamente, hace unas horas atrás no estaba interesada. De igual forma, tengo que añadir que el tiempo pasó rápido mientras estaba en el parque.
Me alejo del mesón y voy a la cocina. Tomo la tetera, vierto agua y la coloco a hervir. Saco dos tasas y dos tés. Al voltearme, Benjamín está sentado en el taburete, mirándome sin emoción alguna.
—Necesitaba estar sola. No te pido que lo aceptes, pero sí que lo comprendas. Antes de ti, tenía una vida conmigo y no puedo dejar eso de un día para otro—respondo con sinceridad.
El pelinegro baja la cabeza. Empieza a jugar con sus dedos.
—No te pido que dejes de ser tú. Sólo quiero que me mantengas al tanto. Me preocupo por ti.
—Yo también quiero muchas cosas de ti, y a todas te rehúsas. Si no pondremos de nuestra parte, entonces, ¿qué hacemos juntos?—pregunto, frustrada.
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Once y Media (11:30) ✔
RomanceEl pasado de Ava White cada vez se hace más presente en su actual vida. Dejar lo que alguna vez fue, se vuelve constante. Sus secretos más oscuros empiezan a salir a la luz al toparse con unos ojos llenos de temor y curiosidad. Pero, ¿curiosidad por...