Once y Media (11:30) ✔

CAPITULO 20.

CONTENIDO MADURO. (Aunque la escena no es muy explícita, para muchos no será de agrado) LEER BAJO SU RESPONSABILIDAD.

Entro a mi oficina con el alma perdida. Trato de mantenerme firme porque estoy en mi lugar de trabajo. Elizabeth entra, pisándome los talones. Me siento en mi escritorio, encendiendo la computadora.

—Necesito que firme los contratos de los nuevos gerentes de sus hoteles, señorita White—dice la morena.

Sitúa los contratos sobre mi escritorio. Sin mirarla tomo un bolígrafo y los firmo. Se los entrego. Enfoco mi vista en la pantalla. Elizabeth sale en silencio. Reviso los centenares de correo pero no me puedo concentrar. Me quito los anteojos y los pongo sobre mi escritorio. Me inclino hacia atrás. Tengo unas ojeras de infarto y los nudillos de mis manos rojos. Doy gracias por no haberme roto la piel.

Todo es confuso. Quisiera tomar mi teléfono y llamar a Benjamín, explicarle todo. Por otro lado, una parte de mí, se lo prohíbe.

No mentí cuando dije que no es de mí agrado molestarme. Cuando suelo hacerlo, no pienso y digo lo primero que salga de mi boca para herir, porque sé que de alguna u otra forma, quiero causar todo lo que me causaron a mi. Aunque he mejorado, sé que de todas formas puedo llegar a hacer cosas que no quiero. Ayer me descarrilé por completo. Tenía ganas de sentir dolor. Y lo peor del mundo es hacerse daño para dejar de sentir algo que es normal.

Nunca fui a un psicólogo. Traté de mejorar sola. Lo había logrado hasta cierto punto, porque sé que hay aspectos que no voy a poder remediar sin ayuda. Gracias a mi tenacidad, mejoré cómo persona. El proceso para conocerme fue sin duda lo más difícil qué hice en mi vida. Pasar de una borracha sin vida y drogadicta a una Ava limpia, fue... rudo. Nunca imaginé convertirme en esa mujer. Pensé siempre en tener una vida normal: adolescente básica llena de dudas regulares, la cuál la misma sociedad ha interpuesto. El miedo es uno de los grandes factores que pueden destruir a una persona y más cuando ese individuo se considera así mismo cómo descompuesto.

No creo que nadie jamás esté preparado para enfrentarse al mundo. No importa cuantos años tengas o las cosas que hayas vivido. El aquí, el ahora, nunca dejará de impresionar, y mucho menos dejará de ser rotativo. La consistencia del movimiento es inquebrantable. Me tomó mucho tiempo darme cuenta que nunca importa lo que hagas. Siempre, siempre serás la definición de lo que alguien quiso que seas. La duda y la incertidumbre se instala cuando alguien te hace creer que es así. No obstante, cuando tú decides qué eres tú el único dueño que puede hacerte sentir de ése modo, todo cambia. Mantenerse fiel a sus convicciones, ahí está el secreto.

Una lágrima corre por mi mejilla. Me la limpio. Doy la vuelta y miro por la ventana. Observo los grandes edificios y las nubes. Por un momento, siento tranquilidad, porque sé que así me tome mucho tiempo, al final del día, todo siempre estará bien. Sólo se trata de aceptar, superar y dejar ir.

Benjamín es una montaña de rusas para mí. No sé si las cosas se acabaron entre nosotros, ya que dijo que no se iría. Sé que fue porque se lo pedí, pero una parte de mi anhelaba que insistiera más, que me abrazara y me dijera que todo estaría bien.

Giro mi silla y devuelvo mi atención al escritorio. Es momento de trabajar y no pensar en nada más que mis negocios. Me recuerdo que una de las grandes excusas para siempre estar presente aquí, es porque es una de las formas más sanas que conozco de no pensar.

El día pasa rápido. A las 12:00P.M. Mi estómago ruge así que pienso en ir a comer al restaurante de la esquina. Empiezo a levantarme cuando mi teléfono suena. Lo miro y es un mensaje. No cualquiera mensaje. Es Benjamín. Lo abro rápidamente.

De: Benjamín Black.
Mensaje de texto
Hoy. 29, Nov 12:03P.M.
Hola, Ava. Cómo estás? ;)

Me impresiona un poco la forma en que me escribe y más cuando actúa cómo si nada. Me entran los nervios y miro a los lados. ¿Contesto? Y si contesto, ¿qué le digo? Maldigo. No estoy acostumbrada a responder mensajes. Resoplo, cayendo en las ganas.