Asustada. Aterrada. Abrumada. Hace mucho no me sentía así. Un hombre viene a mi piso. Se sentará conmigo. Comerá conmigo. Tendremos una conversación. Mi corazón late con fuerza y sólo por un momento deseé no tener tantos miedos abarcados en mi interior.
Unos toques en la puerta llaman mi atención. Abro y lo qué veo me deja atontada. Benjamín está vestido casualmente. Tiene puesto una camiseta con el mismo Ulster negro, unos jeans oscuros y unos Oxford Lisos del mismo color de su camisa. En su mano derecha tiene sujeta una botella de vino, y aunque prefiero una cerveza, no lo hago notar. Cada vez que lo veo, es aún más guapo.
—Hola, Ava—saluda con esa voz ronca que me eriza los pelos.
—Benjamín. Vamos, pasa.Me hago un lado para que entre. Y cuando pasa por mi lado, estoy a punto de desmayarme. Huele a limpio y a colonia. Cierro la puerta, dirigiéndome a la cocina con él pisándome los talones.
—Pensé encontrarme algo diferente—comenta a mis espaldas.
—¿A qué te refieres?—inquiero, mirándolo.
—A tu casa—explica, haciendo un gesto con la mano.Miro a mi alrededor. Es espaciosa y moderna. Pago un buen dineral cada mes. No es exuberante en los detalles. Se parece a mí, en realidad.
—Me gusta lo sencillo—digo, encongiéndome de hombros.
—No eres para nada sencilla.Lo miro a los ojos. Hago seña para que tome asiento mientras busco una cubeta. Voy a la nevera y vierto hielo en ella. Saco dos copas de vino y pongo todo en la encimera. Busco el sacacorchos y se lo entrego.
—¿Qué te apetece cenar?—pregunto.
Benjamín inserta la punta en el pico del vino, sacando el corpiño con lentitud. Después empieza a verter el vino en las copas.
—Lo qué tu desees, Ava—concede.
—No puedes ir por la vida suponiendo que todo lo que yo quiera está bien—recrimino.
—¿Por qué no?
—Porque está bien desear algo—aseguro, cogiendo la copa que me ofrece.¡Mmm, está riquísimo! Inconscientemente, una gota se desliza por mi boca. Saco mi lengua, pasándola por mi labio inferior. Al ver a Benjamín, lo encuentro mirando mis labios con los ojos completamente dilatados. Mi corazón se acelera.
—¿Benjamín?—carraspeo, llamándolo. Sus ojos pasan de mis labios a mis ojos—¿Pasta está bien?
—Sí—acepta, y su voz suena muy, muy grave.
—Puedes ir a la sala y ponerte cómodo mientras preparo la cena o puedes ayudarme—propongo mientras me dirijo a la nevera.
—Me gustaría ayudarte—ofrece.
—Vale, saca un sartén y una olla. Están debajo de la encimera—instruyo con mi cabeza dentro del refrigerador.Saco unos tomates, cebolla y pimientos de la nevera, junto con una bandeja de carne de res. Pongo todo en la encimera y me sorprendo al ver que Benjamín ha encendido la cocina y está colocando la olla con agua en una estufa. El sartén lo coloca en otra estufa sin encender. Se acerca a mí.
—¿Sabes cocinar?—pregunto con interés mientras tomo un cuchillo y una tabla de picar.
—Sé hacer muchas cosas.Suelto una carcajada y lo observo. Es toda una intriga andante.
—¿Te importa si coloco música? No puedo cocinar sin ella.
—Para nada, Ava. Es tú casa—dice, ceñudo.Paso por su lado y tomo mi celular. Lo conecto a las pequeñas cornetas que están en mi cocina y doy play a mi carpeta preferida. Valerie–Aknu empieza a sonar por toda la habitación. ¡Sí, me gusta ése grupo!
—¿Quiénes son ellos?—pregunta Benjamín cuando me acerco a su lado.
—Aknu. Es un grupo.Cojo un pimiento y empiezo a cortarlos en juliana. Le doy instrucciones a Benjamín de qué hacer y las sigue al pie de la letra. Me gusta eso. Me gusta lo cómoda que me siento con él en la cocina. Cuando tenía que cocinar en mi casa o en algún otro lugar no me gustaba que nadie estuviese conmigo. Me gusta mantener el control. Extrañamente con Benjamín, no siento esa necesidad.
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Once y Media (11:30) ✔
RomanceEl pasado de Ava White cada vez se hace más presente en su actual vida. Dejar lo que alguna vez fue, se vuelve constante. Sus secretos más oscuros empiezan a salir a la luz al toparse con unos ojos llenos de temor y curiosidad. Pero, ¿curiosidad por...