CAPITULO 24.

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Estoy entrando a la oficina recordando aún el tibio beso que me dio Benjamín en el aparcamiento antes de subirse a su auto. Ése hombre me tiene cayendo poco a poco a sus pies.

Elizabeth entra conmigo. Sé que es tarde, pero no me importa después de la noche que tuve con mi caballero. Tomo asiento en mi escritorio y enciendo la computadora. Mi asistente coloca varias carpetas sobre la mesa de cristal.

—El señor James ha pedido que le avise en cuanto usted llegara. ¿Le digo que pase?—informa la morena.

¿Patrick quiere verme? Eso nunca había pasado antes. Toco la punta de mis anteojos, confundida.

—Sí, Elizabeth, dile que entre.

La morena asiente y se marcha. Tomo unos segundos para ver mis correos y hay uno que me llama la atención. Estoy a punto de abrirlo cuando la puerta se abre. Lo dejo para más tarde.

Observo a mi compañero de arriba abajo. ¡Qué guapo es! Es todo un Ken viviente. No puedo negarlo. Su físico llama la atención a cualquier mujer y yo no soy la excepción.

Patrick toma asiento en la silla del frente. Cruza una pierna por encima de la otra y me observa con curiosidad. Me inclino sobre mi escritorio.

—¿Qué pasa, Patrick?—pregunto, mirándolo por encima de mis gafas.
—La gala benéfica de los Richard es dentro de una semana.
—Vale. ¿Qué pasa con eso?

La gala benéfica de los Richard es una de las tantas a la que mi empresa asiste a cada año. Y si no me equivoco, es la última por éste año.

—¿Asistiremos?—pregunta con una sonrisa tímida.

Caigo en cuenta. Se refiere a si también iré. Sé que mi protagonismo en la empresa ha cambiado mucho, pero eso no significa que dejaremos de actuar cómo hace muchos años. No veo un ápice de celos o temor del qué yo asista, es sólo curiosidad.

—¿Tengo qué?—replico con cansancio.
—Sí. Es su momento, señorita White—contesta juguetón.

Le tengo un inmenso cariño al rubio, tanto que no puedo explicar. Siempre será mi representante, no importa qué, y tampoco los actos que esto conlleve.

—¿Estarás bien con eso?—pregunto antes de que pueda detener mi lengua.

No deseo hacerlo sentir menos. Todos estos años ha trabajado para mí y jamás le quitaría todo lo que ha logrado. Estoy orgullosa de él y no quiero que por un momento piense que aunque mi lugar siempre estuvo aquí, el suyo se ha terminado.

Patrick voltea los ojos y aunque esté fuera de profesionalismo, se lo disculpo. Sé qué le importa mi bienestar.

—A pesar de que me guste la fama, tengo que otorgarle un poco de mérito.

Suelto una carcajada y el rubio sonríe con ganas. ¡Joder, qué sonrisa más bonita!

—Quisieras tú...—señalo con burla.
—¿Llevarás a alguien?—pregunta frunciendo el ceño.

Me encojo de hombros. Nunca he ido a una gala. ¿Se necesita uno?

—¿Es necesario?
—No. Aunque da dé qué hablar.
—No me interesa eso.

Acepté los comentarios de otras personas, no hay espacio en mi vida para más. Esa cuota ya pasó. Patrick sonríe en cuanto escucha mis palabras.

—Lo sé.

Me enderezo mi asiento y veo de soslayo el correo que aún me tiene intrigada.

—¿Qué tal el hotel Bellanova? ¿Algún cambio?—pregunto para cambiar de tema.

Once y Media (11:30) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora