CAPITULO 53.

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Maldito. Maldito. Maldito. Lo repito tantas veces hasta sentir que con sólo pensarlo puedo transmitirlo a su mente. Jamás pensé que este momento llegaría y menos aquí, con tantas personas. Quiero llorar. Quiero gritar. Sus ojos buscan los míos con desespero y hasta puedo ver vergüenza. No me importa. ¡Lo odio! ¡Lo odio cómo nunca llegué a odiar a una persona! Hace años me miraba en el espejo y recitaba todo lo que le diría la próxima vez que lo viera a los ojos, que lo tuviera al frente. Dejé de hacerlo cuando no encontré ningún sentido. Al pasar los años, deseché la idea de que algún día lo volvería a ver.

—¿Ava?—preguntan a mi lado.

Volteo aún con mi ensoñación. Estaba tan absorta en esos ojos, que no me di cuenta que la música se había detenido y la pista estaba a punto de quedarse sola. Hay otras dos parejas listas para sentarse y Benjamín y yo somos los únicos que estamos de pie. Algunos nos ven con confusión. Observo el cuello de mi caballero con la garganta seca. Tomo unos segundos para recomponerme. Estoy en una gala, así que tengo que calmar mis emociones. 

Busco la mano de Benjamín, sacándolo de la pista de baile. Lo llevo a la mesa. Al llegar, tomamos asiento.

—¿Estás bien? Me estás asustando Ava. ¡Estás palidísima!—susurra mi caballero, sólo para mí.

Observo la mesa. Algunas personas están mirándome, pero cuando se dan cuenta que los estoy viendo, voltean rápidamente enfrascándose en una conversación. Patrick toca mi brazo. Lo veo. Está mirando con el ceño fruncido. Mi corazón va a mil por segundos y siento que se saldrá de mi pecho. Las orejas las tengo caliente y mis mejillas están a punto de explotarme.

—¡Ava, háblame! ¡Maldición, me estás preocupando!—exclama Benjamín en mi oreja para que nadie escuche.

Por un momento agradezco que quiera actuar bien delante de los demás y no causar algún revuelo. Sin embargo, todo cambia cuando esos enormes ojos se vuelven a instalar en mi mente. Niego con la cabeza. Necesito aire.

—Voy al baño—comunico, no sé a quién, pero aviso.

Antes de que pueda decir algo, me levanto casi que corriendo. Odio no poder controlar mis sentidos cómo llevo años haciéndolo. Lo odio por abusar de mis emociones cuando pensé que no lo haría más. Cada paso que doy, es un aire en mis pulmones. Siento cómo dejo todo atrás, aún cuando siento que está observándome. Lo siento en la nuca. Lo siento en el cuerpo. Lo siento en todos lados y sólo causa bochorno y repulsión en mi interior. Mis ojos pican. Quiero llorar.

Cuando llego al baño, no veo a nadie más, así que me meto en uno de los repertorios, tirándome en el suelo sin importarme nada.

Tantos años, Ava... tantos años, pienso. Coloco mi mano en la boca, mordiendo la palma de mi mano. Me balanceo. Todo éste tiempo traté de encontrarme y enseñarme a mi misma cómo actuar para que nada doliera, para que las personas, los hombres y las mujeres, me vieran de una forma diferente. Incluso yo. Todos estos años preparándome para amarme de una forma en que nadie pudiese lastimarme. Y todo fue en vano. De lo único que no pude prepararme, fue para ver de nuevo al hombre que abusó de mi por cinco años.

Once y Media (11:30) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora