CAPITULO 37.

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CONTENIDO MADURO. Aunque la escena no es muy explícita en ése sentido, para muchos no será de agrado. Recalco por las emociones que puede hacerte sentir. (LEER BAJO SU RESPONSABILIDAD Y CRITERIO)

Entramos al apartamento en silencio. La cena con mis padres transcurrió con naturalidad. Hoy ha sido todo un día de revelaciones. Benjamín está dándole a mi vida un cambio radical. No tengo tiempo para pensar en mi trabajo y eso es impresionante. Sé que está en buenas manos, pero no puedo evitar pensar que a lo mejor esté perdiéndome de algunas cosas. ¿Qué cosas, Ava? Reprocha mi mente.

Estoy consciente de que todos merecen un respiro, incluso yo. Antes de la llegada de mi caballero, vivía por mi computadora y teléfono. Ahora es todo lo contrario. Tengo tiempo para él y para mí. Tampoco hay estrés o dolores de cabeza.

—¿Ava?

Despierto del trance. No me había dado cuenta que estaba viendo la pared, exhorta en mis pensamientos.

—¿Qué pasa?—pregunto a Benjamín.
—No me gusta cuando te pierdes de esa forma—dice preocupado.

Lo tomo del suéter y lo acerco a mí, inspirando su olor y su cercanía. Alzo mi cabeza y miro esos ojos que tanto me gustan.

—Son tonterías—aseguro con una sonrisa, restándole importancia.
—Nunca es una tontería en lo que a ti respecta—dice, besando mi nariz.

Benjamín. Benjamín. Cómo quisiera detener su mente para que deje de preocuparse por mí. Mis pensamientos son difíciles de controlar, es algo por lo que he luchado durante años y todavía no he encontrado una solución absoluta.

Lo miro con cariño y suelto el costado de su tela para llevarla a su mejilla. La acaricio con ternura. Cierra los ojos ante mi tacto.

—Déjalo, ¿vale?—suplico en susurro.

Me gustaría decirle que cuando estoy con él sólo pienso en lo que es capaz de proporcionarme cómo hombre, pero lo hago a un lado.

Mi caballero abre los ojos y acerca su boca a mi frente para darme un beso. ¡Me encanta cuando hace eso!

—Aún pienso en la historia de María y Pedro—comenta al separarse de mí.

Me río y lo tomo de la mano para llevarlo a la sala.

—Me pasó lo mismo cuando la escuché.
—¿Te apetece una cerveza?—pregunta antes de llegar a los muebles.
—¡Sí!

Benjamín señala el mueble, invitándome a tomar asiento. Él se da la vuelta para dirigirse a la cocina.

Le he contado sobre mi vida, las drogas y el alcohol, y aún así, es capaz de comprender. Acepta que puedo tomar y no ser la misma Ava de antes —así no la haya conocido—. Admito que si los roles son invertidos, haría lo mismo. Le daría una copa si me lo pidiera. Todo para cerciorarme de que sea así. Quizá Benjamín esté probándome y no me molesta. No soy esa Ava y estoy dispuesta a demostrárselo.

En cambio mi madre, es todo lo contrario. Si hay alcohol a mi lado lado, significa que estoy perdida. Mi padre y Eleanor lo aceptan. Han visto cómo soy ahora y no tienen por qué preocuparse.

Benjamín entra a la sala con dos cervezas en la mano. Me entrega una. Decido ponerme cómoda así que pongo la cerveza en la mesa y procedo a quitarme los guantes, el abrigo y los tacones. Subo los pies al sofá y cojo la cerveza. Mi caballero me imita. Se quita los dos abrigos, se despoja de sus zapatos y abre los tres primeros botones de su camisa formal, para luego sentarse a mi lado. ¡Es guapísimo!

Once y Media (11:30) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora