Eres tú

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A veces no sabes cuánta falta te hizo una persona hasta que al fin la tienes de vuelta en tus brazos.

Sus labios sabían a alcohol combinado con menta. Mordí levemente su labio inferior y un sexy gruñido escapó de su boca. Alexander me presionaba a su cuerpo y no sabía dejar sus manos quietas, acariciaba mi cabello, mis brazos, sostenía mis mejillas, rozaba mi cuello, era como si quisiera asegurarse de que esto era real y no un sueño.
Sentía algo de humedad entre mis piernas y eso que solo era un beso. Saber que mi beso estaba siendo completamente correspondido era increíble. No podía describir lo que se sentía besarlo de esta forma después de tanto tiempo era electrizante. No era como el beso en la habitación, este era mucho más ardiente, correspondido y desesperado pero aún así conseguía llenarme de paz.

Mi corazón latía con descontrol en mi pecho, me sentía extremadamente feliz y plena, como si en sus labios estuviese mi hogar. Enredé una de mis manos en su cabello mientras con la otra sostenía su mejilla sin dejar de jugar con sus labios.

Me separé lentamente de sus labios cuando sentí sus manos descender por mi cintura hasta mis caderas para presionarlas con fuerza. Aún con mis ojos cerrados intenté controlar mi respiración, era un desastre, Alexander besaba increíble.

- Ni creas que te voy a dejar ir... - Afirmó agitado sobre mis labios rodeándome con sus fuertes brazos, tan seguro de sí mismo que me hizo sonreír. Volvió a besarme un poco más fuerte y de imprevisto sus besos se desviaron por mi menton bajando hasta mi cuello, cerré mis ojos con fuerza empuñando su camisa en mis manos ante la sensación de placer que ocasionaban sus besos sobre mi cuello, mi piel se erizaba con cada uno de sus toques y sabía que él podía notarlo - Joder, me encantas... - Murmuró con voz ronca y gruesa. Amaba su tono de voz y más cuando se colocaba caliente.

- Tú me encantas más... - Afirmé con voz agitada y entecortada gracias a él - No te imaginas cuánto - Agregué sintiendo su sonrisa sobre mi cuello. Busqué nuevamente sus labios y volví a besarlo, era inevitable no hacerlo. Todo se sentía mucho más vivo e intenso. Culpaba pero a la vez agradecía al alcohol por tan jodido momento. Alexander profundizó el beso y sentí como su lengua tomaba lugar en mi cabida bucal, se desató toda una guerra de lenguas que provocaba cierto cosquilleo en mi entrepierna. Seguía su beso a la perfección, la desesperación era tan obvia, Alexander no aguantaría mucho tiempo, quería tocar de más pero él mismo no se lo permitía. Estábamos rodeados de gente al fin y al cabo.

- Vámonos de aquí, Ly - Rogó con desesperación sobre mis labios. Sus cejas se encontraron mientras sus ojos, fijos en los míos, brillaban y destilaban deseo. Su gesto me deba inmensa ternura. Él tenía que saber que el deseo era mutuo.

Reí sobre sus labios y asentí completamente segura. Tomó una de mis manos y la entrelazó con la suya antes de arrastrarme consigo hasta la salida del Club, a duras penas logramos salir sin caernos, podía sentir el piso moverse levemente bajo mis pies. Alexander se reía cada vez que perdía el equilibro y yo también me burlaba de él. Una borracha ayudando a otro aun más ebrio, eramos un desastre.

Al salir del Club nuestras miradas se centraron en la línea de taxis que se extendía frente a nuestros ojos. Apreté su mano y Alexander volvió a besarme. Iba a conseguir enloquecerme. Por qué tenía que ser tan él.

- ¿A dónde iremos? - Pregunté con interés sobre sus labios provocando que apareciese una sonrisa juguetona.

- ¿A dónde crees, diosa? - Susurró y reí un poco sobre sus labios antes de besarlo - Lyssa... Yo creo que tu traje de ángel es muy lindo pero para tí es insuficiente, lo tuyo es ser una diosa...

Reí ante sus palabras y lo tomé de sus mejillas y lo hice mirarme a los ojos.
- Estamos ebrios. Mañana...

- Shhh - Susurró haciéndome callar con un beso - No pienses en mañana. Y... Pues quiero que estemos siempre ebrios si eso va a hacer que estes contigo - Afirmó mirándome a los ojos - ¿Dónde está mi auto? - Preguntó desconcertado, frunciendo su ceño volteando hacia todos lados. Ay por Dios.

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