Bryan

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(+18)

Pegó mi cuerpo a la pared y así mismo juntó su cuerpo con el mío. En ningún momento dejó de besarme o de tocar mi cuerpo. Con un beso hacía sentir demasiado. En mi vida, él era el mejor besador. Me sentía acorralada por él y me gustaba la sensación, la pasión con la que besaba mis labios e introducía su lengua en mi cabida bucal era única.

Pasé mis manos por su cuerpo mientras repartía significantes caricias, su respiración se aceleró y sus besos se detuvieron drásticamente en cuanto tomé entre mis manos su erección, ahora yo tenía el control. Amaba cada reacción de su cuerpo ante el placer, cerró sus ojos con fuerza y sus labios se entreabieron un poco.

- Mierda... - Jadeó sobre mis labios y no tardé en besarlo de nuevo, con desesperación, porque lo deseaba más que nunca, moví mi mano con lentitud y pequeños jadeos escaparon de sus labios, eso era música para mis oídos. Mejoré mis movimientos sintiendo como su cuerpo se tensaba y sus besos se detenían.

Tomó entre sus manos en mi cabello y me hizo mirarlo fijamente a los ojos. No detuve mis movimientos. Mordí su labio inferior y le sonreí de lado. Iba a venirse, podía sentirlo.

- Ly... Calma, espera, espera - Pidió entre jadeos pero no detuve mis movimientos. Estaba al borde, dejó caer su frente sobre la mía, el gemido que abandonó sus labios me hizo sonreír abiertamente, apretó mi cuerpo contra el suyo y ennese momento sentí como se corría en mi mano y en parte de mi abdomen.

- Eso fue rápido... - Bromeé al sentir sus besos húmedos sobre mi cuello junto con su respiración hecha un desastre.

- Se trata de tí - Murmuró sin dejar de besarme - Las ganas que te tengo no colaboran.

Lo tomé de sus mejillas antes de empezar a besarlo como si no hubiese un mañana.  Debía reponerse, esto apenas empezaba. A Alexander no lo cambiaba por nadie, tenía magia en sus manos, en la forma en que tocaba mi cuerpo y las sensaciones que causaba con cada caricia.

- Te toca a tí... - Advirtió con una amplía sonrisa sobre mis labios. Eso sonaba estupendo.

- Haz lo que quieras...

Giró mi cuerpo con brusquedad y lo pegó a la pared, dejé que mi mejilla descansara sobre ella. Llevó una de sus manos hasta mi trasero, dió una fuerte nalgada y luego otra. Estaba expuesta para él. Sentí como repartía besos húmedos en mi espalda, en mi cuello, besaba mis hombros, mis mejillas, me sostenía fuerte y besaba la comisura de mis labios. Su cuerpo lo sentía rozar con el mío, no había nada mejor. Su mano se deslizó con cuidado por entre mis piernas y gemí fuerte cuando introdujo sus dedos en mí. Tuvo cuidado y le resultó sencillo gracias a mi humedad.

Los movió lento pegando su cuerpo con totalidad al mío. Sentía lo jadeante y agitado que estaba.

- Eres tan cruel... - Murmuré entre gemidos sintiendo cada uno de sus movimientos. Necesitaba más.

- Me gusta tomarme mi tiempo... - Respondió sobre mi oído, su voz era todo lo que yo necesitaba para calentarme mucho más - Me gusta hacerte pedir, eres mía, Lyssa.

Aceleró tan solo un poco sus movimientos, mis piernas temblaron sacándole una sonrisa de lado.

- Ah...

- Sólo mía... - Agregó en tono duro. Como pude asentí, el placer apenas me dejaba pensar - Intenta decir mi nombre - Pidió en tono juguetón. Mi mente solo estaba en cada uno de sus movimientos, me estaba volviendo loca.

- Alexan... humm - Aceleró sus movimiento y apreté fuerte sus brazos sintiéndolo sonreír contra mi cuello. Dios, esto se sentía de maravilla. Besó mis hombros y volvió entre besos a mi oreja ya no podía aguantar mucho más. Alexander sabía exactamente dónde tocar y qué estimular. Con su mano libre empezó a masajear mis pechos en círculos, apretaba y soltaba.

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