Beack&Baick

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Alexander Undersom

Emmanuel acababa de enviar un nuevo mensaje al grupo de Futbol de Whatsapp. Lo miré con desagrado.

El grandísimo imbécil
Equipo, recuerden la practica a las 7:00pm. Sólo será una hora. El entrenador nos dará una información y nos necesita puntuales. 

Últimamente la impotencia era el sentimiento que me acompañaba en cada una de mis practicas. Realmente me mantenía al margen del plan solo por Lyssa, pero las constantes ganas de golpearlo y la necesidad de cobrar venganza por mis propias manos parecían querer acabar conmigo. Apenas habían pasado dos insignificantes semanas y sentía que no podía más. Habían lastimado a Lyssa y era como si me hubieran lastimado a mi.

Ver a Emmanuel me causaba impotencia; el solo hecho de verlo reír con sus imbéciles amigos y jugar en la cancha como si nada hubiera sucedido, sin ningún castigo, remordimiento o alguna tristeza, convencido de que se había salido con la suya y tenía sus manos limpias a pesar de haber hecho algo tan desmoral, me hacía enojar. La vida para Emmanuel había seguido como si nada mientras que Lyssa llevaba un gran peso sobre sus hombros. Lloraba, debía soportar pesadillas y el sentimiento de inseguridad en cualquier lugar.

Desde el hospital no había vuelto a hablar con ella, ni siquiera a verla de cerca. Solo la había visto en algunas ocasiones en el campus de la universidad, pero eso no significaba que no estuviera al pendiente de ella, no había día en que no pidiera información sobre su estado.
Anthony me había dicho que la semana pasada mientras Lyssa dormía, Anny se acostó a su lado y Lyssa se sobresaltó de inmediato con miedo. Había tenido pesadillas cada noche de esa semana pero desde hacía 3 noches no las estaba presentando. Ah... Y volvió a ir al psicólogo con el pelirrojo de acompañante. 

Me dejé caer sobre mi asiento y miré a mi alrededor. Era extraño venir a este lugar sin los chicos, siempre era un jodido pero divertido desastre estar juntos.
Me gustaba esta cafetería, estaba justo en frente de la universidad y poseía un estilo vintage que era notorio en cada rincón de ella; desde las mesas, el piso y hasta en los vestuarios de los meseros.

En la entrada de la cafetería, al lado de una chiclera había una inmensa rocola, solo podías elegir música con cierto tipo de ritmo o rock and Roll del viejo. Anthony junto con Lyssa eran felices colocando música de Elvis Presley, Michael Jackson y Lana del rey. Más de esa ultima.

Empecé a jugar sobre la mesa con las llaves de mi auto para matar el tiempo. Las chicas siempre tardaban más de lo que decían. Por ocupaciones y por la situación con Lyssa no había podido hablar con Alana sobre su beso pero tampoco lo había olvidado, así que acordamos en que hoy lo hablaríamos a las 5:00pm en Beack&Baick y ya habían pasado 20mn desde entonces.

El sonido de las campanitas que estaban sobre la puerta de entrada llamaron mi atención. Levanté mi mirada, Alana al fin había llegado. Se veía bastante feliz.

Al verme inmediatamente me dio una sonrisa de boca cerrada y caminó hacia mi. Rogaba porque ese beso no significara nada para ella. Alana era muy linda, no solo hablaba de lo físico sino también su personalidad, una chica bastante transparente, amable y dulce pero no la veía con otros ojos, no me atraía y no podía estar con ella porque simplemente ella no era chica de solo una noche, seguramente buscaría algo serio y no podía brindarle eso.

Su cabello estaba suelto y sus labios perfectamente pintados de un lindo color rojo que era uniforme con su vestimenta que constaba de un vestido sencillo pero ajustado de pequeños cuadros rojos y blancos. El rojo hacía contraste con su clara piel y eso era genial.

Me dio un beso en la mejilla antes de tomar asiento justo en frente de mi.
- Alex, siento haber tardado... - Se disculpó.

Le miré con los ojos entre cerrados y negué. Ya me había acostumbrado, todas iguales, aun no conocía a una que fuera realmente puntual para todo.

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