Intentarlo

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Lyssa Monrrou

Alexander tenía su cabeza hundida en mi cuello mientras su cuerpo semidesnudo reposaba sobre el mío y sus manos se deslizaban confiadamente por mi cuerpo, ofrecía increíbles besos húmedos por todo mi cuello, no sabía qué hacer con ellos así que me limitaba a mirar el techo luchando por mantener mis ojos abiertos mientras colocaba mis manos en su nuca y acariciaba con fuerza su cabello, el tatuaje de alas se le veía simplemente perfecto. Se sentía jodidamente increíble y me permití disfrutarlo.

- Hummm... - Gemí al sentir como una de sus manos empezaba a repartir lentas pero peligrosas caricias en mis muslos, era el cielo esto. Moví un poco mis caderas causando roces entre nuestros miembros. Estaba duro.

Alexander soltó un gemido sobre mi oído antes de dar un gran beso sobre el lóbulo de mi oreja. Su voz gruesa, ronca y su respiración agitada, hacian todo esto mucho más interesante.

- ¿Ya me quieres dentro? - Murmuró en tono seductor y desesperado.

Asentí con mis ojos cerrados sintiendo como escabullía y subía su mano por entre mis piernas. Hacía que la yema de sus dedos rozara mis partes sensibles y me hacia temblar debajo de él. Lo disfrutaba, disfrutaba al máximo cada una de mis reacciones.

- Quiero tocarte antes, Ly - Pidió en un leve susurro. Él sabía que no podía, no aún, no me sentía lista.

- No...

- ¿No qué? - Preguntó haciendo círculos con sus pulgares muy cerca de mi parte íntima, solté pequeños gemidos aún con mis ojos cerrados. Se sentía increíble pero no quería que introdujera sus dedos. Me aterraba.

- No... Mmmm no quiero que lo hagas, Alexander.

Silencio. Me moví incómoda debajo de su cuerpo, ahora lo sentía mucho más pesado y su agarre mucho más brusco y fuerte, ya no se sentía como él.

Abrí mis ojos lentamente y me encontré de frente con el rostro de Emmanuel. ¿Qué?. Mi corazón latió descontrolado y tragué en seco sintiendo como mis nervios en cuestión de segundos se explotaban. Ya no era mi habitación, era la misma habitación de aquella fiesta. Ya no estaba semidesnuda, ahora traía exactamente la misma ropa de aquella noche.

- ¿Alexander?... - Preguntó confundido sobre mis labios antes de besarme. Alejé con brusquedad su rostro del mío e intente soltarme de su agarre o escabullirme de su cuerpo pero todo era inútil, era demasiado pesado - No me interesa lo que tú quieras, aquí se hace lo que yo desee.

- ¡¡¡Quítate de encima!!! - Grité con descontrol y miedo pero solo se rió. Era exactamente la misma risa que tanto había conseguido asustarme antes.

Negó decidido y rasgó mi falda junto con mis bragas. Colocó una de sus manos sobre mi boca para callarme e introdujo sus dedos en mi vagina con brusquedad. Solté gritos de dolor. Dolía, dolía demasiado, me hacía daño, sus uñas lo hacían. Mis gritos no se oían y mis lágrimas no se detenían.

- Antes no logré hacerlo, pero esta vez no contarás con la misma suerte. Alexander no va a venir por ti - Murmuró. Sacó sus dedos de mi cabida y de inmediato sentí la punta su miembro en la entrada de mí vagina.

Lo veía en sus ojos, no había pizca de compasión en ellos. Iba a hacerlo.

Me resistí, apreté fuerte para evitar su entrada pero logro sobrepasarla con una fuerte embestida. No se detuvo, era demasiado brusco y hacía que todo doliera. No dejé de resistirme pero solo aceleró sus movimientos.

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