Nadie vendrá por ti

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Lyssa Monrrou

Claro que lo conocía, rara chica en la universidad no sabía sobre él o al menos no habría oído mencionarlo. Era el capitán del equipo de Fútbol y tenía mucho dinero. Emmanuel estaba buenísimo pero también sabía que no era un "buen chico". Tenerlo tan cerca realmente era extraño, jamás en mi vida lo había tenido a un metro de mi y resulta que ahora lo tenía tan solo a centímetros, esto era demasiado para mi pobre corazón. Él era alto, castaño y sus ojos eran color miel, llamaban mucho la atención. Todo de él llamaba la atención.

Lo miré a los ojos e hice que lentamente sus manos soltaran mis caderas. Me era imposible leerlo pero tenía claro que sus intenciones conmigo no eran buenas.

Lo observé incrédula y a la vez sentía la insistente mirada de Auron sobre nosotros. Con un rápido movimiento de manos le hice entender a mi mejor amigo que yo tenía el control. A veces usábamos movimientos o señas como claves que solo ambos podíamos entender. 

Aclaré un poco mi voz, apenas y lograba creer el hecho de que él estuviera intentando coquetear conmigo.
- Disculpa. Creo que estás invadiendo mi espacio personal... - Hablé con firmeza en un susurro y lo alejé un poco de mi. Una sonrisa de medio lado apareció en su rostro y negó mientras reía entre dientes. No sabía lo que buscaba, pero no lo iba a conseguir. No conmigo.

- ¿Cómo te llamas? - Preguntó con interés mirándome fijamente a los ojos.

Estaba colocando esa mirada coqueta y caliente que más de una deseaba tener sobre si y las hacía derretir.
- ¿Para qué quieres saberlo? - Le pregunté con interés y él colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Sus dedos hicieron un leve contacto con mi mejilla.

Remojó sus labios y bajó la mirada hasta los mios.
- Es solo una pregunta... De igual forma si no respondes, yo sé que tu nombre es Lyssa. ¿O me equivoco? - Preguntó y subió su mirada hasta mis ojos. Intenté disimular mi impresión. ¿Cómo sabía él mi nombre?.

Mi mirada vagó hasta los sillones donde estaban sus compañeros de equipo y algunas chicas sentadas. Todos estaban alertas mirando hacia nuestra dirección, y en cuanto los miré, misteriosamente casi todos desviaron la mirada e intentaron disimular hablando entre si.
Algo raro estaba sucediendo, yo no era tan idiota.

Alexander volvió a llamar mi atención, él estaba allí pero ya no tenía a la chica sentada sobre sus piernas y me miraba fijamente. Fue el único que no se esforzó en disimular, se veía bastante serio, como si esperara algo de mi parte. Cuando llegué a la fiesta considere la idea de irme al verlo pero me dije "Él está allí divirtiéndose. Solo ignora su presencia como siempre y diviertete".

Miré hacia la pequeña mesa que estaba en medio de ellos. Había algo de dinero sobre ella. Intenté mantenerme neutra, relacionando las miradas de sus amigos y el dinero que reposaba sobre la mesa solo podía llegar a una decepcionante pero creible conclusión. Habían apostado y Emmanuel solo intentaba demostrar que "nadie podía resistirse a él". Imbécil. 

Emmanuel tomó mi mentón con delicadeza y me hizo mirarlo. Sentí el enojo arder dentro de mi, chicos como él no valían la pena.
- ¿Qué miras?... Ellos no importan - Opinó.

Lo miré fijamente a sus ojos
- ¿Qué es lo que realmente quieres? - Pregunté soltandome bruscamente de su agarre y me crucé de brazos. Mi tono de voz dejaba en claro mi molestia.

Emmanuel pasó la mano por su cabello y se acercó un poco más a mi.
- Quiero conocerte, pareces interesante... Es todo - Habló e intenté no reír. Parecía tan sincero, joder cualquiera podría creerle esa mentira. Necesitaba que me diera algunas clases a ver si aprendía a mentir, no era muy buena con eso.

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