Todos los alumnos tenían mínimo diez minutos después de cada clase para terminar de coger apuntes, recoger sus cosas y cruzar la universidad hasta la siguiente clase. Kiara siempre aprovechaba al máximo aquellos minutos antes de salir corriendo hasta la siguiente clase.
Aquel día, en su última clase del día, Kiara se quedó todo lo que pudo hasta que tuvo que salir. Una vez que consiguió coger su mochila, todos sus cuadernos, apuntes y libros, su móvil sonó. Kiara estuvo tentada de no cogerlo, pero reconoció la música que sonaba cuando la llamaba su madre, así que de las arregló para contestar.
–Hola mamá.– Dijo apoyando el móvil en el hombro y cogiendo bien el resto de sus cosas.
–Hola, cielo. ¿Te pillo liada?
–No, que va. Acabó de terminar las clases, iba a comer. ¿Qué querías?
–Recordarte que la semana que viene es el cumpleaños de tu hermana...
–Oh, mierda, Lizzy...– Kiara se detuvo de golpe.
–¿Se te había olvidado?
–¡No, no, no!– Mintió Kiara.– Es solo que... ¿Q-qué querías contarme del cumple?
–Que vamos a celebrar su cumpleaños el fin de semana que viene, y como estas tan ocupada llamaba con antelación para asegurarme de que podías venir.
–Si, claro. Ahí estaré.
–Genial. Bueno, te dejó, que tendrás muchas cosas que hacer.
–Si, si. Gracias mamá, nos vemos.– Kiara colgó y guardó el móvil mientras hacía malabares para que no se le cayera nada, y aún así se le cayeron algunos libros.– Mierda.
Kiara recogió sus cosas y después salió hacia la cafetería donde sus dos mejores amigas, Dala y Alice, la esperaban para comer. Dala estudiaba derecho, Alice biología marina y Kiara psicología, y las tres vivían en un piso de estudiantes cerca del campus universitario donde estudiaban las tres.
Kiara las vio estadías en una mesa al sol, así que fue hasta ellas, dejó sus libros y apuntes sobre la mesa, dejó caer su mochila y se sentó en la silla mientras suspiraba.
–Hola, eh.– Dijo Alice.
–Hola.– Contestó Kiara apartándose el pelo de la cara.
–¿Una mañana dura?– Dijo Dala pasándole una ensalada para llevar que le habían cogido dea cafetería.
–No más de lo habitual. Pero me ha llamado mi madre, la semana que viene es el cumpleaños de Lizzy.
–Oh, que guay.
–¿Guay?– Dijo Kiara con la boca llena.– ¡No me acordaba! Y no tengo regalo. ¿Qué se le regala a una adolescente que cumple dieciséis años?
–¿Qué necesita?– Preguntó Dala quitándose las gafas de sol y poniéndolas en la cabeza.
–No lo sé. Hace semanas que no hablo con ella.
–Regálale una caja de condones.– Le sugirió Alice.– Seguro que a su edad, ya los necesita.
–Que estoy comiendo.– Se quejó Kiara.
–¿Pero como va a regalarle condones?
–¿Quién necesita condones?– Dijo Andrew, acercándose.
Andrew era el novio de Dala, llevaban juntos desde el último año de instituto, y estudiaba ingeniería informática cerca de su universidad.
–Es una sugerencia de regalo para mi hermana.– Le aclaró Kiara.– ¿Alguna idea?
–Condones no.
–Tenéis la mente demasiado cerrada.– Dijo Alice.
–¡Oye! Mañana Andrew y yo vamos al cine por la tarde, ¿por qué no vienes y luego vamos a mirar algo al centro comercial?
–Con todo el respeto, pero no pienso ir con vosotros.
–¿Por qué?
–Porque es una cita.– Dijo señalandoles con el tenedor.– No pienso meterme ahí en medio. Mejor bajo en autobús.– Miró a Alice.– ¿Vienes conmigo?
–Tengo prácticas en el acuario.
–Estupendo. Tendré que ir sola.– Kiara siguió comiendo.
–Pues mucha suerte.– Le dijo Andrew y después besó a Dala en la frente.– Hablamos luego, ¿vale? Tengo trabajo.
–Vale. Te quiero.
–Y yo a ti.– Dijo mientras empezaba a marcharse.
–Adiós, Andy.– Le dijo Alice.
–¡Nosotras también te queremos!– Le gritó Kiara y después miró a Dala.– Pero más a ti.
–Lo sé.– Sé río.
Por la tarde, Dala seguía teniendo alguna clase y Alice había quedado con unas compañeras de clase, así que Kiara se quedó sola. Fue al apartamento para dejar todas sus cosas y ponerse a trabajar en su proyecto de curso. Debía elegir un tema de la psicología humana y desarrollar un trabajo en base a él. Pero llevaba casi una semana sentada frente a las páginas en blando de un "documento sin nombre" sin tener ni idea sobre qué hacer el trabajo.
Se negaba a pasarse otra tarde entera ahogada en la angustiosa y la desesperación, así que cerró la pantalla de su portátil, cogió sus cosas y salió hacia la parada de bus para comprar el regalo de su hermana.
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Yours
FanfictionDespertarse en una habitación que no conoces, sin apenas recuerdos de la noche anterior, y con ropa que no es la tuya, asusta. Pero que, a través de un cristal, un chico te diga que eres su último regalo y que ahora eres de su propiedad, asusta aún...