Gideon esperó a que Chanel se marchase para subir a hablar con su hijo.
No era la primera vez que Elías pasaría un rato con una de las chicas de su padre. Cada vez que necesitaba caricias, sentirse querido o desahogar su rabia con alguien , y no tenía a nadie, una de las chicas le visitaba, cada una tenía un cometido especial y él respetaba eso. Sin embargo, aquella vez fue la primera que rechazó a alguien.
Cuando Gideon llegó a la habitación de Elías, se encontró la puerta abierta. Asomó un poco la cabeza y vió a su hijo sentado junto a una de las ventanas mirando a través de ella y con las piernas recogidas. Había sangre de Chanel en la esquina y un par de gotas en el suelo. Entre todo el silencio, Gideon escuchó la arena caer en unos de los relojes, y cuando lo identificó, le dio la vuelta para pararlo y que la poca arena que había caído volviera a su sitio.
–¿Chanel está bien?– Preguntó Elías pillando por sorpresa a su padre, pero no le miró.
–Se pondrá bien. Solo es un corte.
–Vale...
–¿Por que no has querido hacerlo con ella?– Dijo acercándose y sentándose frente a él.
–No estoy de humor para someter a nadie.
–Pero le has pegado.
–Ha sido un accidente.– Esta vez si que le miró.– Yo no quería hacerlo.– Hubo un minuto de silencio.
–Sé que te está costando más que nunca, Elías, pero tienes que hacer un esfuerzo para recuperarte. ¿Qué pasará si Kiara no vuelve?
–No lo sé.
–Pues tienes que saberlo. Tiene que pasar lo mismo que pasó con Laila, Annie, Sophie, Olivia... y con todas las demás. Tienes que volver a ser tú. Recuperarte y prepararte para afrontar lo siguiente.
–Soy el primero que quiere recuperarse, papá. Pero no puedo hacerlo en dos días.
–Si Kiara volviese, ¿te recuperarías antes?
–No lo sé. ¿Puede?
–Tú intenta arreglarte.– Dijo levantándose y sacando el móvil.– Que yo me encargo de encontrarla y traértela de vuelta.
Gideon se marchó y Elías se quedó solo de nuevo mirando la flor aplastada que había recuperado de aquel libro.
Mientras, al otro lado de la ciudad, la luz del sol empezaba a apagarse. Kiara se había pasado su primer día de libertan planeando que hacer ahora, y aquel día tampoco la habían dejado salir. Pero necesitaba salir, airearse un poco. Por eso se vistió con algo de ropa de Alice y salió a dar una vuelta mientras las chicas estaban en la biblioteca.
La noticia de que había muerto se había dado ya hacía varias semanas, por lo que al pasar por la calle, nadie la miraba. Era como ser un fantasma. La vida seguía a su al rededor mientras que la suya latía muy débilmente. Pero poco le importaba sentirse un fantasma en aquel momento.
Había vuelto a sentir la brisa, a escuchar los coches y a presenciar el atardecer. La cabeza aun le dolía de todo lo que había tenido que explicar y comprender el día anterior. Y ahora no paraban de pasar conceptos por su mente de todo lo que habían hablado, todo lo que había vivido.
Una de las señales que había en su camino le hizo levantar la cabeza cuando estuvo a punto de chocarse con ella por ir demasiado distraída. La señal señalaba que la playa estaba a dos kilómetros y marcaba la dirección. Al leer aquello se imaginó la cara de Elías al ver la playa por primera vez. Se pondría a saltar y a correr de un lado a otro y se metería en el mar sin quitarse siquiera las zapatillas.
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Yours
FanfictionDespertarse en una habitación que no conoces, sin apenas recuerdos de la noche anterior, y con ropa que no es la tuya, asusta. Pero que, a través de un cristal, un chico te diga que eres su último regalo y que ahora eres de su propiedad, asusta aún...