Capítulo 5

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–¿Qué quieres decir con eso?– Preguntó sin dejar de mirar como su padre de marchaba. Kiara no apartó la mirada de él hasta que las dimensiones del cuarto en el que estaba le hicieron perderle de vista. Cuando eso ocurrió, devolvió la mirada al chico, que aún mantenía una pequeña sonrisa.

–Quiero decir, que ahora eres parte de la familia. Bueno, técnicamente, eres un regalo de mi padre para mi.– Dijo mientras se agachaba hasta sentarse en el suelo.

–¿C-como un regalo?– Kiara también se agachó y se sentó algo más incómoda.

–Mi padre me regala chicas.– Dijo con total normalidad.– Las trae, como te ha traído a ti, les hace un chequeo médico para asegurarse de que estén perfectamente y después ya pasan a ser mías.

Kiara se quedó procesando lo que acababa de decir. Aquello no tenía ningún sentido ético ni moral, y mucho menos legal. Pero él parecía completamente seguro de lo que decía.

–¿Y... para que quieres las chicas? ¿Qué les haces?

Él noto la preocupación y el miedo en la voz de Kiara y enseguida se puso serio.

–No tienes porque tener miedo.– Dijo serio. Parecía incluso un poco ofendido.

–¿No les haces daño?

–¿Hacerles daño? No suelo herir lo que es mío. No les pongo una mano encima si ellas no quieren. Solo me hacen compañía.

–¿Compañía?

–Si. Hay veces que llegamos a tener una relación romántica, pero al final siempre me dejan, o...

–¿Y por qué no sales con tus amigos?

–Porque no tengo.

–¿Qué no tienes?

–¿Cómo quieres que tenga si no salgo de casa?– Kiara frunció el ceño. Todo cada vez se volvía más extraño.

–¿Cómo que no sales?

–Mi padre no me deja. Y yo tampoco quiero... El mundo es un lugar peligroso. Pero no te preocupes, aquí estás a salvo.

Kiara apartó un segundo la mirada de él y su cerebro empezó a trabajar para unir todas las piezas del puzzle. Era todo demasiado extraño como para encajarlo, empezaba a pensar que incluso era una broma.

–¿Todo esto es algún tipo de broma pesada?– Terminó por preguntar.

–¿Una broma?– Él frunció el ceño.– ¿Por qué piensas que es una broma?

–Porque lo que me dices no tiene ningún sentido.– Kiara se levantó y dio un par de pasos por la habitación intentando ocultar su miedo con indignación.– Es decir... No puede ser real.

–Que nunca hayas estado en una situación así no significa que no sea real.

–Ya, bueno, pero...

–El primer día siempre es duro.– Se levantó.– Tenéis demasiadas preguntas, no aceptáis lo que pasa y os enfadáis mucho conmigo. Luego casi siempre os ponéis a llorar rogando que os deje iros.– Se metió las manos en los bolsillos del pantalón.– Es la misma historia de siempre.

–Tal vez, si me dejases salir de aquí podría no ser así.– Kiara le retó con la mirada y él sonrió con astucia.

–¿Qué parte de que no eres la primera no has entendido? No soy idiota.

–Tenía que intentarlo, ¿no?– Volvió a sonreír.– ¿Por qué sonríes tanto?

–Porque me caes bien.

–Ni siquiera me conoces.

–Pero quiero hacerlo.– Se acercó un paso hasta el cristal.– Quiero conocer todo de ti. Empezando por tu nombre.

–Kiara.– Dijo tras unos segundos de silencio.– Kiara Coleman.

–Kiara Coleman...

–Ya te he dicho mi nombre. Ahora dime el tuyo. Y el de tu padre.

–Mi padre es Gideon Foster.– Hizo una pausa.– Yo me llamo Elías.

Kiara asintió un par de veces para ganar tiempo al no saber cómo dar el siguiente paso.

–Voy a dejarte procesar todo.– Dijo Elías.– Tengo mucho que hacer, y tú mucho que entender. Tienes ropa en el armario. Ahora este es tu cuarto.– Se dio media vuelta para marcharse.

–¿Y dónde está mi ropa?– Elías se dio la vuelta sin dejar de caminar.– La que llevaba antes de... esto.– Se señaló el pijama.

–No lo sé. Cuando yo te vi por primera vez ya llevabas eso.– Kiara resopló.– Yo aún no te he desvestido.– Elías se rio muy poco y se marchó mientras Kiara le miraba sorprendida por lo que acababa de decir.

Elías parecía un chico de apariencia dulce y mente pervertida con problemas de percepción de la realidad. ¿Quién no querría pertenecer a alguien así?

Kiara decidió coger algo de ropa mientras procesaba todo lo que acababa de pasar, pero al abrir el armario todos sus pensamientos se congelaron. Era mucho más grande de lo que pensaba, y con ropa tan diferente como para complace a cualquier estilo.

Empezó a buscar algo cómodo, que no le diera problemas si le tocaba escapar corriendo de allí, pero entonces, vio un trozo de papel caer de una de las perchas. De no haber movido casi todas, nunca lo habría visto. Kiara lo recogió y al desdoblarlo, descubrió una nota.

Si estás leyendo esto, confía en mí.
Puedes confiar en Elías, él no te hará daño. Pero no hagas nada que pueda hacérselo a él o te arrepentirás.

Juega al juego. Sigue las normas. No trates de escapar. Y procura sobrevivir. No es ninguna broma.

Kiara volvió a doblar la nota con cuidado y la puso contra su pecho mientras soltaba todo el aire de sus pulmones al darse cuenta de que aquello no era una broma. Elías le había hablado de más chicas, los diferentes estilos de ropa confirmaban que no mentía y aquella advertencia...

Se dio la vuelta y observó la casa a través del cristal. Se dejó caer poco a poco ante la realidad y entonces supo porqué todas las chicas anteriores lloraban.

Yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora