Capítulo 3

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Durante de el resto de la semana, las tres trabajaron duro para poder llegar al viernes y tomarse la fiesta en la facultad de Los Lobos como una recompensa.

Dala se despertaba mucho antes de que empezasen las clases para llevarlo todo al día, Kiara preferían quedarse despierta por la noche y Alice aprovechaba cada segundo para llegar a todo.

Cuando el viernes sonó la campana de la última clase que daba comienzo al fin de semana, casi todo el campus universitario se preparaba para la fiesta.

Kiara sabía muy bien lo que se iba a poner: un top corto amarillo y unos pantalones cortos azules oscuros que parecían una falda por delante. Aquellos colores resaltaban el color negro de su piel, además de su abundante pelo rizado de aquella noche que la hacía parecer una leona. Adornó su cuello con varios collares, pulseras en sus muñecas y botines de tacón negro que la hacían más alta de lo que ya era.

–Ky, ayúdame con la cremallera.– Le dijo Dala saliendo del baño. Ella se había puesto un vestido rosa palo y se había alisado el pelo.

–Ya estás.– Dijo cuando le subió la cremallera.

–Gracias.

–¿Perlas o aros?– Preguntó Alice probándose uno de cada para que le dijeran cuál le quedaba mejor con su mono de terciopelo negro.

–Aros.– Dijeron las dos a la vez.

–Gracias.

–¿Estáis ya?– Preguntó Kiara.

–Yo si.

–Y yo.

–¿Andy nos lleva en coche hasta la fraternidad?– Le preguntó Alice a Dala mientras las tres salían de casa.

–Si, me ha puesto un mensaje de que ya está abajo.

Andrew las esperaba en frente del portal del edificio para estudiantes en el que vivían. Cuando salieron, Andrew arrancó el coche y fue directo hasta la fraternidad de Los Lobos. No estaba realmente lejos de su edificio, pero Andrew salía de trabajar y todo era mucho más rápido si iba directo a buscar a las chicas.

–Vaya, Marcus si que sabe como montar una fiesta.– Dijo Alice cuando llegaron a la fraternidad y vieron la fiesta.

–¿Nunca habíais estado en una fiesta de Los Lobos?– Les pregunto Andrew.

–¿Tú si?– Le preguntó Dala sorprendida.

–Fui integrante de la fraternidad en mi primer año, pero casi repito, así que me busque un lugar más tranquilo donde estudiar.

–Bueno, pues a rememorar viejos tiempos.– Dijo Kiara mientras entraban por la puerta.

Dentro de la casa, casi media universidad bailaba, hablaba y bebía sin parar. El anfitrión de de la fiesta, Marcus, reconoció a Andrew mientras bajaba por las escaleras, así que fue a saludarlo. Andrew le saludó y después le presentó a las chicas.

–Así que te juntas con estas bellezas desde que nos dejaste, ¿eh?– Dijo y ambos se rieron.– Que carbón.

–Bueno, en realidad salgo con Dala. Alice y Ky son sus amigas.

–Toda amiga soltera de Andy es amiga mía.– Dijo Marcos abriendo las manos.– ¿Una cerveza?

Las chicas disfrutaron de la fiesta mucho más de lo que creían. No tenían mucha costumbre de salir de fiesta, pero aquella fue alucinante. Por lo menos hasta que él alcohol les hizo perder la perspectiva.

Kiara se vio sola y borracha en medio del salón mientras Dala y Andrew hablaban muy cerca el uno del otro sentados en las escaleras y Alice hablaba con un nuevo grupo de amigos que había hecho en la fiesta. Ambas parecían divertirse mucho más que Kiara en aquellos momentos, y ella apenas era capaz de pensar con claridad.

–Marcus.– Dijo Kiara yendo hacia él como pudo.– Eres Marcus, ¿verdad?

–Si, soy yo.

–Ah, vale. Oye, diles a mis amigas que me voy a casa.– Dijo yéndose.

–¿Te vas ya?– Marcus la acompañó hasta la puerta.

–Si.

–¿Sola? Estás borracha, ¿no quieres que te acompañen?

–Vivo cerca, y ellas están ocupadas.

–Pero Ky...

–Adiós, Marcus. Buena fiesta.

A medida que Kiara se alejaba más de la fiesta, se iba encontrando algo mejor. Ya no se tambaleaba al andar y las nauseas habían desaparecido hace un rato, pero aun se seguía notando que estaba completamente borracha.

Solo se escuchaba el ruido de sus tacones contra el suelo mientras caminaba de vuelta a casa hasta que escuchó el coche. ''Solo es un coche'' pensó ella, así que no le dió importancia y siguió caminando. Ya casi estaba en casa cuando un hombre apareció a su lado sorprendiéndola un poco.

–Señorita, ¿se encuentra bien?– Le dijo. Entre el alcohol y la poca luz que había, Kiara no consiguió verle bien la cara, aunque tampoco tenía demasiado interés.

–Perfectamente.– Dijo apartándole torpemente e intentando caminar en línea recta, pero se tropezó con sus propias piernas y aquel hombre tuvo que ayudarla.

–No creo yo que esté en las mejores condiciones para ir caminando sola a estas horas. Permitame que la lleve.– Dijo señalando el coche que había escuchado antes Kiara.

–Oiga amigo, le he dicho que estoy bien. Así que suélteme y déjeme en paz.– Dijo al ver que seguía agarrándola del brazo bastante fuerte. Kiara forcejeó un poco para soltarse, pero aquel hombre le puso su otra mano en el hombro y Kiara sintió algo clavarse en el.

–Insisto.– El hombre retiró la mano y Kiara alcanzó a ver la afilada aguja de una jeringuilla más pequeña que su mano antes de que se la guardara en el bolsillo.– Déjeme llevarla a casa.

El hombre empujo un poco a Kiara hasta el coche pero esta vez ella no se resistió. Sabía que no estaba tan borracha como para que todo fuera tan lento, ni para que su mente empezase a adormecerse, y que, poco a poco, todo en ella fuera apagándose.

–¿Qué coño me ha dado...?– Intentó decir ella mientras el hombre abría la puerta del asiento trasero y ella se sentaba en el.

–Algo que te ayudará a dormir.– Dijo y Kiara cayó inconsciente.– Dulces sueños.– Dijo antes de cerrar la puerta, sentarse al volante y salir de allí.

Yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora