Capítulo 51

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La inspectora cogió a Elías por los hombros y lo sacó de allí al darse cuenta de cómo Gideon le estaba manipulando.

El miedo en el rostro de Elías no desapareció. Ni siquiera cuando vio a Kiara esperarle fuera de la sala de interrogatorios. Ella se acercó un poco y él se soltó de la inspectora, andando más rápido que ella hasta llegar a Kiara y abrazarla.

–Tranquilo.– Le dijo Kiara al ver que no dejaba de temblar entre sus brazos.– Lo has hecho genial, y ya ha acabado todo. Ya está...

–No es cierto... Todo lo que ha dicho no es cierto. ¿Verdad que no?

–No. Claro que no.– Kiara sintió que Elías se encogía un poquito más.– ¿Por qué no salimos a dar una vuelta? Te vendrá bien despejarte un poco.

Kiara se separó de Elías y le sacó de allí lo más rápido que pudo. La charla con Gideon le había agobiado más de lo que nadie esperaba.

Cuando llegaron a la calle, Kiara esperó un segundo para ver como reaccionaba Elías a estar conscientemente en la calle. Él simplemente levantó la cabeza, dejó que el aire le acariciara el pelo y respiró profundamente. Parecía que aquello le sentaba bien, así que Kiara le cogió de la mano y le llevó a dar una vuelta.

Se le hacia raro ver a Elías caminando por la calle. Kiara le miraba de vez en cuando y veía como sus ojos se iban abriendo a todo el nuevo mundo, a nuevos ruidos, nuevos rostros, nueva gente... y poco a poco parecía ir olvidando la conversación que acababa de tener. Pero cada uno seguía dándole vueltas a todo lo que se había dicho en aquella sala, cada uno a su manera.

No hablaron mucho durante aquella vuelta hasta que Kiara le propuso coger un par de cafés para llevar y sentarse en un banco.

–Tenías razón.– Dijo al rato Elías.

–¿Sobre qué?

–Soy un idiota.– Se miró la muñeca tatuada.– Me lo explicó. Me explicó para que servía, para que lo quería en sus chicas. Y yo como un idiota voy y me lo tatúo yo también.

–No eres un idiota. Las chicas de tu padre tienen esa marca en la derecha, y tú y yo la tenemos en la izquierda.

–Pero la tenemos, ahí esta la cosa.– Elías bebió café.– Siento habértelo tatuado. Ahora tú también eres de él.

–Podría haberte mandado a la mierda, pero te recuerdo, que fui yo la que dijo que sí.– Kiara también bebió.

–¿Sabes? Hay una cosa que no me quito de la cabeza.– Dijo sin mirarla, pero Kiara le miró para incitarle a hablar.– Cuando me ha dicho eso de... ''serás de mi propiedad hasta que me muera'', y yo le he dicho que ojalá fuese pronto...– Dijo pensativo.– Iba completamente en serio.

–Yo deseé su muerte durante mucho tiempo mientras aún era tu padre, si te sirve de consuelo.

–Pero luego ha dicho eso de que le salvaría...– Kiara se mordió el labio.– Que yo era su salvación...

–Elías, tengo que contarte algo.– Dijo con un nudo en la garganta.

–Ya sé que se muere.– Dijo sorprendiendo a Kiara, la cual no sabía como contestar y se quedó atónita hasta que Elías la miró.– Leucemia linfocítica aguda. Lo leí en unos papeles de la inspectora.– Bebió y volvió a mirar al frente.– Si no mejora con la medicación, es probable que necesite un trasplante.

–¿Desde cuando lo sabías?

–Desde el día en que me soltaron.

–¿Y por qué no hemos hablado de ello?

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