Por la mañana siguiente, el sol volvió a salir.
Los primeros rayos entraron a través de las cortinas de Elías reflejándose en las paredes. Habría sido una muy bonita mañana si Elías no hubiera dormido tan mal. Se había pasado la noche despertándose cada dos o tres horas a causa de malos sueños, que no llegaban a ser pesadillas pero tampoco eran agradables.
Cuando se despertó aquella vez, el pensamiento de que todo lo que había pasado la noche anterior había sido un sueño le golpeó más fuerte que nunca. Así que saltó prácticamente de la cama y corrió escaleras abajo hasta el cuarto de Kiara, donde abrió la puerta de golpe y siguió corriendo y gritando el nombre de Kiara hasta llegar a la cama. Una vez a su lado, Kiara se despertó sobresaltada y le miró sin apenas incorporarse.
–¿Qué pasa?– Dijo ella.– ¿Por qué gritas?
–Estás aquí...– Dijo cogiendo aire.
–Si, claro que estoy aquí. ¿Dónde querías que durmiera, en el sofá?
–No, es solo que...– Elías se arrodilló a su lado.– Por un momento me he despertado pensando que nada de lo de anoche era real.
–¿Por eso estás empapado en sudor?– Dijo ella mientras le pasaba la mano por la frente.
–Es probable.– Sonrió.
–Oye, ¿por que no subes a pegarte una ducha larga, de esas de las tuyas, te vistes, te maquillas o lo que tengas que hacer y luego bajas a desayunar más tranquilo?
–No me maquillo todos los días.– Dijo algo avergonzado apartando la mirada.
–Era una broma. Pero lo de la ducha iba en serio. Sube a prepararte y déjame despertarme a mi ritmo.
–Está bien.– Se levantó.– Espero encontrarte fuera de la cama cuando baje.
–No te prometo nada.– Dijo Kiara abrazándose a la almohada.
Elías se alegraba de que todo hubiera terminado y vuelto a la normalidad de una vez. Kiara esperó en la cama hasta perder de vista a Elías y después empezó a poder expresar el dolor que sentía con normalidad.
Se quitó las sabanas de encima para ver que la sangre había manchado un poco su pijama. Por lo menos la cama estaba limpia. Intentó moverse un poco, pero tenía las piernas agarrotadas, así que se ayudó con las manos para moverlas y ponerse de pie. Cuando colocó todo el peso sobre los pies, sintió un tremendo calambre le recorría todo el cuerpo llevando a su boca un intenso sabor a metal.
Intentó salir de su cuarto caminando como podía y apoyándose en todo lo que había a su alrededor. Cada paso significaba sufrimiento, pero quería terminar con aquello lo más rápido posible, así que se dio prisa.
–¿Qué coño haces levantada?– Le dijo Gideon al verla intentar salir de su cuarto.
–Dijiste la noche, así que quitamelos ya.
–¿Dónde está Elías?
–En la ducha. Tardará en salir.– Dijo yendo hacía él, pero al no tener nada a lo que agarrarse y dar varios pasos seguidos, las piernas le fallaron y cayó al suelo.
–Por eso te dije que esperases.
Gideon se acercó hasta ella y la cogió en brazos para ir mucho más rápido. Depender de él para moverse le hacía sentirse humillada, pero no quería andar más de lo necesario. Gideon la llevó hasta la planta baja, donde entraron en la sala roja y la sentó en un sillón que tenía muy poco de cómodo. Era la primera vez que Kiara entraba allí consciente, pero eso no hacía que fuera menos aterrador.
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Yours
FanfictionDespertarse en una habitación que no conoces, sin apenas recuerdos de la noche anterior, y con ropa que no es la tuya, asusta. Pero que, a través de un cristal, un chico te diga que eres su último regalo y que ahora eres de su propiedad, asusta aún...