Capítulo 38

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Gideon llevó a Kiara hasta la sala de torturas para no despertar a Elías y le quitó los alambres con unas tenazas. A Kiara casi le dolía más quitárselo que dejárselo puesto, ya que Gideon no tenía ningún cuidado en sacarle las espinas de la piel.

–Estate quieta y no te dolerá tanto.–Le decía Gideon cada vez que Kiara se quejaba.

Cuando tuvo las muñecas libres, ambos se dieron cuenta de que tenía heridas algo difíciles de disimular, y que llevaría tiempo curar, así que Gideon optó por vendarle las muñecas.

Se habían pasado la mitad de la noche corriendo por el bosque, pero aun así, Kiara consiguió dormir un poco hasta que Elías fue a despertarla.

–Kiara...– Escuchó su nombre una y otra vez y cuando abrió los ojos, vio a Elías arrodillado junto a su cama y mirándola.– Eh, buenos días.– Le sonrió.

–¿Qué hora es?– Dijo con voz de dormida.

–Más tarde de lo normal.– Se rio muy poco.– Estoy a punto de empezar mis clases.

–¿Qué? ¿Ya?– Kiara se incorporó un poco.

–Si, pero tranquila. Hoy Triana también ha venido un poco antes.

–Ah...– Kiara apoyó las manos, pero las muñecas empezaron a dolerle y tuvo que retirarlas disimuladamente.

–Quería despertarte antes de empezar.– Él se levantó.– Nos vemos después, ¿vale?

–Si, tranquilo.– Kiara bostezó.

Elías le dedicó una última sonrisa y después se marchó. Kiara esperó a qué se marchara para poder mirarse las muñecas. No parecía que hubiera sangrado mucho durante la noche, ya que las vendas parecían estar bastante limpias, así que decidió quitárselas. Pensó que sería más facil ocultar lo que ocurrió aquella noche si por lo menos no se veían las vendas.

Las heridas eran cortes y arañazos bastante menos graves de lo que pensaba. Su forma de sangrar anoche la había preocupado, pero ahora parecía que no era para tanto.

Elías no sospechó nada durante los dos siguientes días. Ayudó bastante que Kiara solo se ponía jerséis de manga bastante larga.

Los días pasaban y poco a poco, todo el ajetreo que llevaba Elías en su vida se iba disminuyendo hasta que volvió todo a la normalidad. Aquella tarde, Elías trabajaba en su cuarto y había invitado a Kiara a que trabajase con él si ambos se mantenían concentrados. Kiara le miraba trabajar de vez en cuando mientras escribía el trabajo sobre él.

–Si vas a seguir mirándome así, no pienso volver a dejarte entrar en mi cuarto.– Dijo Elías sin mirarla y Kiara devolvió la mirada al portátil.

–No te estaba mirando.

–Te he visto por la pantalla.– Se dio media vuelta para mirarla y dejó las gafas sobre la mesa.– Claro que me mirabas.

–¿No deberías estar concentrado en tu trabajo?

–Ya he terminado.– Dijo yendo hacia su cama y se tumbó junto a Kiara.– ¿Qué tal va tu trabajo?– Preguntó intentando asomar la cabeza para ver en qué trabajaba Kiara, pero ella cerró el portátil antes de que pudiera ver nada.– ¡Eh!

–Soy muy meticulosa con mis trabajos. Nadie los ve hasta que los primeno.

–Salvo Erick...– Dijo algo molesto.

–Oye, no empieces otra vez.– Dijo Kiara dejando el portátil a un lado y tumbando se también a su lado.– Creí que ya habíamos cerrado el capítulo de los celos.

Yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora