Capítulo 9

23 2 0
                                    

Elías cumplió su promesa de tomarse las cosas con calma.

Visitaba a Kiara varias veces al día, pero no la dejaba salir, por lo menos en los próximos dos días.

Al tercer día, cuando Kiara se despertó y se vistió, la puerta de su cuarto se abrió. Ella esperaba que Nani volviera a entrar con su desayuno, pero en vez de ella, fue Elías quien asomó la cabeza tímidamente.

–¿Crees que serás capaz de desayunar con nosotros sin que me claves el cuchillo de la mermelada?

El simple hecho de poder salir de la habitación dibujó una pequeña sonrisa en el rostro de Kiara. Con aquello él supo que la respuesta sería un sí.

Kiara salió de la habitación y volvió a observar la casa con Elías pendiente de ella a su lado.

–Tranquila, ¿vale?– Le dijo él.

–Si, si. Lo prometo.

Elías llevó a Kiara hasta la cocina, donde Nani preparaba el desayuno mientras Gideon leía las noticias en una tablet mientras tomaba un café. Al verle, Kiara se puso un poco nerviosa, pero Gideon le sonrió por qué Elías estaba delante, así que decidió seguirle el juego.

–Buenos días, Kiara.– Le dijo dejando la tablet encima de la mesa mientras Kiara se sentaba a su derecha y Elías a su izquierda.– ¿Ya estás mejor?

–Si. Es solo que el otro día estaba un pelin nerviosa.

–Bueno, seguro que te adaptas enseguida.– Volvió a coger la tablet.

–Señores, el desayuno.– Dijo Nani sirviendo el desayuno.

–Gracias, Nani.– Dijo Gideon sin mirarla mientras bebía café y Elías le sonrió antes de que se fuera.

–Que buena pinta tiene todo.– Dijo Kiara mirando la comida.

–Come todo lo que quieras, no te cortes.– Le dijo Elías mientras empezaba a comer.

–Bueno, yo ya me voy, chicos.– Dijo Gideon levantándose. Guardó la tablet en una bandolera que había colgando de su silla y después se acercó a su hijo.– Estamos en contacto.

–Si, papá.

–Y cuida bien de Kiara, ¿eh?

–Que si.– Dijo Elías con la boca llena.

–¿Quién te ha enseñado esos modales?

–Perdón.– Dijo al terminar de tragar.– Que te vaya bien en el trabajo.

–Gracias.– Miró a Kiara.– Cuida tu también de Elías, ¿vale?– La sonrisa de Gideon entró en Kiara como si fuera ácido corrosivo y lo único que podía hacer era sonreirle de vuelta.

–Descuide, ambos nos portaremos bien...

Gideon le dedicó una última sonrisa a Kiara antes de irse. Le costaría bastante olvidar esa sonrisa, y siempre le recordaría a aquella horrible noche.

–No volverá a casa hasta tarde.– Dijo Elías de repente devolviéndola a la realidad.– Últimamente tiene mucho trabajo.

–¿En qué trabaja tu padre?– Le preguntó mientras empezaba a beber un poco de café.

–Tiene un nombre técnico, pero no me acuerdo... Ofrece, exporta e importa mujeres para mantener relaciones sexuales.– Dijo como si nada y Kiara estuvo a punto de atragantarse.

–¿T-tu padre es proxeneta?– Dijo algo asustada.

–¡Si, eso! ¡Proxeneta!

–Pero eso n-no es legal.

–¿Cómo que no?– Elías se puso serio.– Es como alquilar un coche. Pagas por un servicio que necesitas o quieres para uso y disfrute personal.– Kiara le miró asombrada al ver que acababa de comparar la prostitución con el alquiler de un coche.

–Pero...

–¿Más café, mi niña?– Dijo Nani interrumpiéndola. Kiara estaba tan atónita que no se dio cuenta de que Nani estaba haciéndole señales para que dejase de hablar hasta ese momento.

–¿Hay alguien más servicial que tú en este mundo, Nani?– Dijo Elías y ella se acercó a él.

–Hay personas muy diferentes en este mundo, cielo.– Dijo y le dio un pequeño abrazo.

–Pero nadie como tú.– Elías le abrazó.

–Os lleváis muy bien, ¿no?– Observó Kiara para cambiar de tema mientras Nani se iba.

–Mucho. Nani ha cuidado de mi desde que nací. La quiero muchísimo. Es como mi madre.

–¿Cómo tu madre? ¿Por qué dices eso?

–Mi madre murió cuando yo era un bebé.– Confesó bajando la mirada.– Salían del hospital conmigo y la mataron. Un tío con una escopeta.

–Dios, Elías yo...– A Kiara no le salía la voz.– Lo siento muchísimo, no lo sabía.

–¿Cómo lo ibas a saber si no te lo he contado?– Elías levantó un poco la mirada y sacó una pequeña sonrisa.

–Es... Lo que se dice.

–No hablamos mucho de mi madre. A mi padre no le gusta mucho recordarla, pero a mi si. Aunque cada vez que lo intento, terminamos hablando de lo peligroso que es el mundo exterior.– Hizo una pausa.– No quiere perder a nadie más. Por eso no me deja salir, quiere que este a salvo. Y yo también quiero que tú lo estés.

–Si, claro.

Después de conocer la historia acerca de su madre, entendía porque Gideon había criado a su hijo de forma un poco paranoica.

Poco a poco, Kiara iba entendiendo que Elías era una persona especial, y que no podía tratar con él de la misma forma en la que trataba a los demás.

Elías sacudió la cabeza, soltó aire y despejó todo aquello de su mente.

–Pero bueno, basta ya de hablar de cosas tristes.– Kiara estaba de acuerdo en eso.– ¿Te parece si terminamos de desayunar y te enseño el resto de la casa?

–Me encantaría.

Yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora