Capítulo 20

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Kiara se quedó sentado intentando procesar la noticia de que esa noche, Gideon volvería a torturarla. Y que no podría hacer nada para impedirlo.

Hasta la hora de la cena, Kiara se quedó trabajando en su cuarto. Ella también había perdido mucho tiempo dejando el trabajo a medias. No volvió a ver a Elías hasta la cena, y supuso que nadie lo había hecho, ya que nadie dijo ni una palabra mientras cenaban. Ni siquiera Nani, que se notaba que estaba tremendamente incómoda.

Elías apenas probó bocado, se limitaba a jugar con la comida. Su padre no parecía querer hablar con él, pero cuando Kiara terminó, Nani le hizo una señal para que se marchara y que ambos pudieran hablar solos. Así que se fue, pero no se alejó demasiado, ya que quería asegurarse de que no volvían a pelear. Gideon pareció comportarse como un buen padre aquella vez haciendo que Elías levantará la mirada del plato por una vez.

Cuando vio que las cosas parecían ir mejor, Kiara volvió a su cuarto. Mientras se ponía el pijama, empezaba a sentirse mareada. Se quedaría dormida pronto sin que pudiera hacer nada, pero quería mantenerse despierta hasta que Elías y su padre terminase de hablar para poder hablar con él.

Cuando le vio acercarse a las escaleras para irse a dormir, Kiara corrió hacia la puerta, pero no pudo abrirla, así que golpeó un par de veces el cristal para llamar su atención, aunque aquello lo provocase mareos.

–Eh, quería hablar contigo, pero la puerta no se abre.– Dijo ella cuando Elías se acercó.

–Oh, si. Es el toque de queda.– Elías se recolocó las gafas. Eso cabrea a Kiara, pero ahora eso no era importante.

–Oye, ¿estás bien? ¿Qué te ha dicho tu padre?

–Me ha dicho que no está... muy enfadado. Que tengo que entenderle. Que ya debería saber todo esto...

–No ha sido culpa tuya.– Dijo poniendo una mano en el cristal. Esta vez no fue un gesto forzado.

–Si lo ha sido, Ky. Pero como dice mi padre ya está hecho.– Hubo un par de segundos de silencio.

–¿Tu padre está muy enfadado conmigo?

–¿Por qué lo estaría?– Dijo frunciendo el ceño.

–No ha dicho nada mientras estaba con vosotros.

–Quería que hablásemos en privado.– Kiara asintió levemente.– Si hay algo de lo que estoy seguro es de que no ha sido culpa tuya.– Elías puso su mano junto a la de Kiara.

–Ya...

–Pareces cansada. Deberías dormir.– Dijo bajando un poco la mirada.– Y yo también. Estoy deseando dormirme y...

–No, no. No me dejes sola, por favor. No quiero dormir.

–¿Por qué no quieres dormir?– La cabeza de Kiara no estaba para montarse muchas películas en aquel momento.

–...Pesadillas.

–Oh... Ojalá pudiera quedarme, pero mi padre no me deja dormir aquí.

–Elías, no me dejes sola.

–Lo siento, Ky. Pero hoy ya no puedo más. Nos vemos mañana.– Dijo desganado antes de irse.

–No, no espera...– Susurró ella pero Elías no la escuchó. Al ver que no volvía, Kiara dio un golpe de rabia al cristal.– Mierda.

Kiara se dio media vuelta e intentó buscar algo para mantenerse despierta. No quería quedarse dormida, pero sentía que a cada paso que daba, su cuerpo pesaba más y le era más difícil mantener los ojos abiertos. Cayó de rodillas al sentir que sus piernas no la sostenían.

–Joder...– Susurró antes de quedarse dormida.

Cuando Kiara sintió despertarse, lo que más le asustó fue no poder ver nada. Algo le presionaba los ojos para que no pudiera ver. Sintió que sus muñecas estaban sujetas por encima de su cabeza cuando se movió un poco. Sus pies apenas tocaban el suelo, lo cual le recordó a la primera vez que Gideon la torturo.

Pensaba que volvería el fuego. Esperaba el fuego. Se había preparado para el fuego. No para los latigazos.

El primero que sintió fue en la espalda. Varias cuerdas le recorrieron la columna vertebral haciéndola gritar casi tanto por el dolor que por la sorpresa. Escuchó A Gideon moverse a su al rededor. El siguiente fue en las piernas. Directamente contra su carne. Lo cual le sorprendió, porque ella juraría que llevaba pantalones largos.

–Las 224 cuerdas de un piano de cola están hechas de acero al carbono templado.– Escuchó.– La tensión puede llegar a alcanzar de 15 a 20 toneladas de fuerza.– Kiara sintió a Gideon frente a ella.– Desgraciadamente yo no pego tan fuerte.

Las cuerdas del látigo de Gideon volvieron a estrellarse contra la carne que rodeaba la cintura de Kiara haciéndola sangrar.

–Todo esto... ¿es por lo de esta tarde?

–He perdido mucho dinero con este acuerdo.– Gideon volvió a moverse. Kiara ya no sabía hacia donde girar la cabeza.– Elías debería haber estado atento al trabajo. Pero ha preferido distraerse... con alguien como tú.– Los dedos de Gideon empezaron a subir por la cadera de Kiara hasta llegar a su espalda.– Alguien diferente. Alguien que le esta cambiando.– Volvió a azotarla en la espalda.

–Yo no le estoy haciendo nada.– Dijo Kiara intentando no expresar todo el dolor que sentía.

–¡Tú no le conoces!– Las cuerdas volvieron a enrollarse al rededor de las piernas de Kiara.– No conoces a mi hijo para nada.

–¿Y acaso tú si?– Kiara se enfrentó a pesar de saber donde estaba.

Gideon le bufó a Kiara en la cara mientras las cuerdas empezaban a soltar sus piernas y las gotas de sangre empezaban a caer por su cuerpo.

–Quería que no vieras venir nada esta noche.– Dijo agarrándola del cuello y después le quitó la venda de golpe.– Pero quiero que mi cara sea lo último que veas antes de cerrar los ojos.

Gideon comenzó a azotar a Kiara repetidamente y sin parar. La furia de Gideon se transmitía a través de las diferentes cuerdas que se estrellan contra ella abriéndole heridas, haciéndola gritar y sin dejarla apenas respirar

Pasado uno de los peores ratos de la vida de Kiara, Gideon se alejó un poco para intentar calmarse. Kiara aprovechó para dejar caer la cabeza y relajarse un poco. Poder volver a respirar mientras sentía todo su cuerpo palpitar a causa de los golpes recibidos.

Levantó la mirada tras unos minutos que le parecieron una eternidad y entonces se fijó en la puerta. Hasta ahora no había tenido la oportunidad de mirarla, pero ahora veía la puerta de acero, con esa pequeña rendija casi a la altura de los ojos.

–Esa puerta...– Murmuró Kiara.– La puerta... ¡Es la puta puerta!– Aquello llamó la atención de Gideon.– Estabamos justo debajo de todo, todo este tiempo.

–Cállate.– Le ordenó acercándose, pero Kiara no hizo caso.

–¡Socorro!– Gritó a pleno pulmón.– ¡Elías!

Gideon interrumpió los gritos de Kiara con una bofetada que le hizo girar la cabeza de una manera mucho más brusca de lo que ella esperaba.

–Te he dicho que te calles.– Kiara no movió la cabeza, así que Gideon se tomó la libertad de cogerla de la cara y obligarle de nuevo a mirarle.– Si insinúa, sugieres, propones o hablas indirectamente de abrir esta puerta con mi hijo, te juro por lo que más quieras que te mataré.

Kiara le miró reuniendo el valor para poder escupirle a la cara. Gideon la soltó con cuidado y se limpió el escupitajo de Kiara de la mejilla.

–Es una pena que una chica.... con un cuerpo como este...– Recogió una de las gotas de sangre que caían por el vientre de Kiara.– Tenga la exclusividad de Elías. No vendría mal que te domesticaran.

Yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora