A aquellas horas, no muchos estudiantes del campus cogían el autobús para ir al centro. La mayoría aun tenían clases o deberes que hacer. Kiara lo llevaba todo bastante al día, así que podía permitirse salir una tarde a buscar un regalo para su hermana.
Al montar en el autobús, se sentó junto a una ventana y se puso los cascos. Siempre que iba sola, se ponía los cascos y entraba en su mundo personal. Era como si todo llevase una banda sonora, y solamente volvía al mundo real cuando alguna persona le hablaba.
Al llegar a su parada, se bajó y fue caminando hasta su centro comercial favorito. Recorrió la mayoría de tiendas pensando en que hacía ya unos meses que no veía a Lizzy y que no sabía lo que necesitaba, pero al final se le ocurrió un regalo que nunca fallaba con ella.
Cuando tenía todo lo que necesitaba, se sentó en una terraza con un batido y sacó su pequeño cuaderno de ideas donde apuntaba posibles ideas para sus trabajo. Pensó que el centro comercial era un buen lugar para observar el comportamiento humano e inspirarse. Allí podía encontrar desde los adolescentes más góticos hasta empresarios de alto nivel. Quería trabajar sobre algo que le apasionase de verdad, pero lo único que había conseguido eran paginas y paginas con ideas que no iban a ninguna parte.
–¿Está ocupada?– Escuchó de repente.
Paró la música rápidamente y se quitó un casco para contestar a quienquiera que le hubiera hablado. Levantó la vista, y frente a ella encontró a un hombre trajeado, aunque no parecía demasiado formal. Tenía una cicatriz la barbilla, pero a pesar de ella, sonreía de una forma un poco extraña.
–¿Disculpe?– Dijo Kiara ya que no sabía muy bien a lo que se refería.
–La silla.– Señaló la silla vacía junto a Kiara.– ¿Esperas a alguien?
–Oh, no. He venido sola.
–¿Sola?
–Mis amigos estudian y trabajan.– Dijo volviendo a ponerse la música ya que aquel hombre no le inspiraba mucha confianza.– Puede llevarse la silla.
Kiara sintió que el hombre se llevaba la silla, pero no quería saber nada más.
Cuando Kiara volvió al piso, casi era la hora de cenar, así que las chicas le pidieron que trajera algo de cenar de su restaurante japonés favorito.
–Ya estoy aquí.– Anunció al abrir la puerta.– Y traigo comida.
–Hola.– Dijo Dala acercándose.– Alice está en la ducha, ¿te ayudo?
–Si, coge la cena, porfa.
Dala cogió la bolsa de comida y la llevó al comedor para después sacar platos y unos vasos. Kiara fue su cuarto donde dejó sus cosas y después salió a ayudar a Dala.
–¿Le has comprado algo ya a tu hermana?– Le preguntó mientras ambas ponían la mesa.
–Ajá. Me he ido a lo seguro: música.
–¿Música?
–A Lizzy le gusta escuchar música pero no descargarla porque "ella es legal", y no compra porque le parece demasiado caro, así que siempre que puedo se la regalo yo.
–Oh, que bien.
–Si.– Dijo y Alice apareció con el pelo mojado y en pijama.
–¡Hola!– Dijo y abrazó a Kiara por la espalda.– ¿Qué tal la tarde?
–Productiva.
–Respecto a la uni no, ¿verdad?– Dijo sentándose en su sitio.– Porque tu portátil está apagado.
–Es verdad. ¿Tú no tenías un trabajo?
–El cual no sé sobre que escribir.– Kiara sonrió y empezaron a comer.
–Pues tienes que empezar.– Le aconsejó Dala.– Porque luego te toca hacerlo como siempre: En 48 horas, sin dormir y hasta las cejas de cafeína.
–Lo sé, lo sé. ¡Pero no sé sobre qué hacerlo!
–A lo mejor te podemos ayudar a...
–¡SÍ!– Gritó Alice de repente mirando el móvil asustandolas.
–¿Pero que pasa? Que susto.– Dijo Kiara recogiendo sus cubiertos.
–¡Marcus Donovan nos ha invitado a su fiesta!– Dijo enseñándoles el móvil.– ¡El viernes en la facultad de Los Lobos!
–¿Este viernes?– Preguntó Dala.
–Vamos a ir, ¿no?
–Por mi si.– Dijo Kiara y ambas la miraron.– ¿Qué? Salvo el trabajo ese lo llevo todo al día. ¿Por qué no podemos ir a la fiesta?
–Nadie ha dicho que no podamos ir.
–Es que me habéis mirado con una cara...
–¿Confirmo que vamos las tres?– Preguntó Alice.
–Bueno, vale...– Aceptó Dala comiendo shusi.
–Ya, verás. Te lo vas a pasar genial.
–¡Pero solo si ninguna tenemos tareas atrasadas para entonces!
–Que si, que si.– Dijo Kiara dándole un beso en la mejilla.
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Yours
FanfictionDespertarse en una habitación que no conoces, sin apenas recuerdos de la noche anterior, y con ropa que no es la tuya, asusta. Pero que, a través de un cristal, un chico te diga que eres su último regalo y que ahora eres de su propiedad, asusta aún...