Capítulo 25

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Cuando Kiara bajó a su cuarto, vio que Gideon hablaba con Sanders en el salón. Creyó que se había ido hace un rato, pero estaba allí. Hablaban de algo que ella no alcanzaba a escuchar, pero parecía algo serio. Sanders le dio un bote con pastillas que él guardó rápidamente en el bolsillo de su chaqueta. Pensó que a lo mejor eran para Elías, para ayudarle a calmarse, pero decidió no espiarlos, ya que no sabía de qué sería capaz Gideon si lo hacía.

Fue a su cuarto y se puso el pijama. Necesitaba sentirse cómoda y  olvidarse de lo que había pasado. Cuando se miró al espejo, vio que empezaban a salirle unos pequeños moratones en el cuello, justo donde la cadena la había asfixiado. Se pasó los dedos por ellos y después cogió la cadena. Se preguntó si Gideon sabría que el anillo que colgaba de ella era el favorito de Elías. Si lo sabía, no lo negaría, pero si no no sabía, tampoco se lo diría. Se acercó a la puerta con intención de de ir a cenar, pero en cuanto la abrió, vió a Gideon parado justo delante de ella.

–¿A dónde crees que vas?– Le dijo cruzándose de brazos.

–Hum... ¿a cenar?

–De eso nada.– La empujó hacia adentro.– Hoy no.– Y cerró la puerta.

Kiara intentó abrirla un par de veces y después la golpeó de rabia. Cuando su estomago empezó a rugir se arrepintió de no haber comido nada en el resto del día.

Aquella noche dormir no fue fácil debido al hambre, así que dio varias vueltas en la cama hasta que por fin se quedó dormida. Por la mañana siguiente, casi los propios ruidos de su estomago la despertaron. Se despertó y se abrazó el estomago por el hambre. Cuando ya no pudo aguantarlo más, se levantó y se acercó a su puerta, que ya estaba abierta. Salió, fue hasta el comedor en pijama y descalza y vio a Gideon desayunando frente a una mesa llena de comida. Tenía tanta hambre que los ojos le brillaban. Estaba segura que Gideon había mandado preparar toda aquella comida para hacerla sufrir.

–¿Puedo...?– Dijo mirando a Gideon.

–Adelante.

Tan pronto como Gideon terminó de hablar, Kiara se sentó y empezó a comer un poco de todo. Todos los modales que tenía desaparecieron aquella vez.

–Vaya, alguien tiene hambre, ¿eh?– Escucharon y cuando ella levantó la cabeza y miró, vio a Elías acercarse con una pequeña sonrisa.

–Elías.– Dijo y tragó.– ¿Qué haces aquí?

–¿Estás bien?– Dijo su padre.

–Estoy mucho mejor.– Dijo yendo hacia él y sentándose a su lado.– Tenía algo de hambre... aunque no tanto como tú.– Dijo mirando a Kiara.

–Es que anoche... tenía el estomago cerrado.

–¿No cenaste?

–Se fue a la cama en cuanto bajo de tu cuarto.– Le dijo Gideon antes de que ella pudiera decir nada.

–Bueno, me alegra ver que ya estas mejor.

–A mi también me alegra ver que tú lo estás.– Ambos se sonrieron en silencio por un momento.

–Kiara, te he conseguido un teléfono.– Dijo Gideon interrumpiendo aquel momento y pasandole a Kiara un móvil.

–¿De verdad?– Ella lo cogió y lo miró.

–¿No pensabas que lo haría?

–No lo sé, yo...

–Después de lo que pasó ayer, consideré que es mejor que tu también puedas llamarme si hay una emergencia. Llévalo siempre encima– Le explicó mientras ella lo observaba.– Tienes todo lo que necesitas ya instalado y guardado.– Dijo con un tono como si dijese ''no intentes hacer nada más con el, porque no podrás''.

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