Capítulo 34

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Por la tarde, Kiara siguió con su trabajo. Apenas recordaba donde lo había dejado, así que tuvo que releer algunas cosas para saber como continuar. Seguir tratando a Elías como sujeto de pruebas después de todo lo que había pasado ya no le parecía tan bien. La primera parte de su trabajo era demasiado fría, por eso empezó a cambiarlo.

A mitad de tarde, cuando los ojos ya le dolían de tanto mirar al ordenador decidió tomarse un descanso y prepararse un chocolate caliente. Gideon no estaba, Nani andaba haciendo cosas por toda la casa y Elías estaba trabajando arriba, por eso cuando sonó en timbre, Kiara se asustó un poco. Intentó acercarse a abrir, pero Nani pareció de la nada y fue a abrir mientras Kiara volvía a por su chocolate. Cuando Nani abrió la puerta, Kiara vió a una chica, puede que algo mayor que ella, con el pelo rubio muy liso, llevaba una falda demasiado corta, tacones extremadamente altos y un top innecesariamente corto.

–Kiara, cariño, ella es Sally.– Dijo presentandosela al ver que Kiara se acercaba.– Ha venido a ver a Elías.

–¿A Elías para que?– Su tono sonó más celoso de lo que le hubiera gustado.

–Soy nueva en el negocio de su padre, y me han dicho que tengo que venir a... ¿marcarme?

–¿Marcarte?– Kiara pensó lo que eso significaba hasta que se dio cuenta.– Ah vale... el tatuaje...

–¿Te importaría llevarla con Elías?– Le dijo Nani.– Tengo que limpiar un par de cosas.

–Si, claro.– Dijo y bebió un poco más de chocolate mientras Nani se iba sin dejar de mirar a Sally.– ¿Estás aquí en contra de tu voluntad?– Le preguntó de repente a Sally.

–¿Qué? N-no...

–No te preocupes. Yo también lo estoy.– Se señaló el cuello para enseñarle el collar de control.

–Si vives aquí no será peor que lo que hago yo.– Se cruzó de brazos.

–No, solo pertenezco al hijo de tu jefe como si fuera una muñeca a la que torturan cada vez que hace algo mal.– Dijo irónica y bebió.

–L-lo siento, no lo sabía...

–Ya, suele pasar. Vamos, ven conmigo.

Kiara llevó a Sally hasta el cuarto de Elías, donde él parecía estar trabajando hasta que las vio.

–Elías, tienes visita.– Dijo Kiara dejando pasar a Sally.

–¡Hola!– Dijo acercándose con una sonrisa.– Sally, ¿verdad?

–Si.– Le devolvió la sonrisa.

–Mi padre me dijo que vendrías. Ponte cómoda mientras lo preparo todo.

Sally se sentó en uno de los sillones mientras Elías sacaba todo lo que necesitaba. Kiara también se quedó, tenía curiosidad por ver a Elías tatuar.

–¿Me permites la muñeca derecha?– Dijo Elías cuando estuvo todo listo y Sally le dio la mano.– Prometo que intentaré no hacerte mucho daño.

–Gracias. Que mono eres.– Elías sonrió antes de empezar.

Kiara también sonrió, aunque fue un poco más irónica que él. Cuando puso en marcha la máquina, Elías se concentró y cambió su gesto nada más empezar. La verdad era que dibujaba muy bien, además, tenía una forma muy delicada de coger la muñeca de Sally mientras tatuaba. Lo hacía todo con tanto cuidado que dudaba que Sally estuviera sufriendo algún daño.

Le llevó menos de lo que Kiara pensaba marcar a Sally. Ella miraba con una pequeña sonrisa de incomodidad al reparar en que no habría forma de salir de aquello si no era en un ataúd.

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