Capítulo 21

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Por la mañana siguiente, Kiara sentía que su cuerpo pesaba y dolía una tonelada más. La noche anterior, el Doctor Sanders volvió a aparecer y curó un poco las heridas más graves de Kiara. Gideon se marchó antes de que terminasen. Se le veía bastante cansado, y tuvo que tomarse unas pastillas mientras se iba. Pero Kiara no se apiadaría de él.

Al intentar moverse, Kiara sintió los vendajes y el dolor que le provocaban las heridas. Le costó tanto levantarse, que incluso Elías tuvo que ir a ver como estaba.

–¿Qué te pasa?– Dijo algo preocupado al verla sentada al borde de la cama dolorida.

–He pasado... una noche horrible.

–¿Por qué?– Elías se acercó a ella.

–No lo sé...– Kiara se pasó la mano por el pelo.– Pero me duele todo el cuerpo.

–Tranquila, te ayudaré a llegar hasta el comedor.

Elías cogió a Kiara de las manos y la levantó de un solo tirón. Elías tenía tanta fuerza que Kiara pensó que le arrancaría los brazos. Una vez de pie, Elías se dio prisa en rodearla de la cintura y cogerla de la mano, lo cual la pilló por sorpresa. Kiara esperaba que no notase los vendajes bajo el pijama.

Elías ayudó a Kiara a caminar hasta el comedor. Al principio le costó un poco ya que todo su cuerpo estaba agarrotado del dolor, pero poco a poco se fue pasando y fue caminando algo mejor.

–Oh, cariño. ¿Qué te ha pasado?– Dijo Nani al ver que Elías traía a Kiara.

–Nada grave, espero. Habré dormido en mala postura.

–Ya...– Nani asintió un par de veces. Ella sabía la verdad.– Te prepararé algo que te hará sentir mejor.

–Gracias, Nani.

–Ven, vamos.– Dijo Elías mientras ayudaba a Kiara a llegar hasta una silla.

–Gracias.– Dijo ella al sentarse.– Por cierto, ¿Qué tal está tu herida?

–Oh, ya casi está curada.– Dijo Elías enseñándosela. Kiara supuso que así sería, por lo que, cuando un repentino ataque de calor le hizo querer quitarse la ropa, se preguntó si solo había sido una escusa para que Elías se levantase la camisa.

Después de desayunar, Kiara volvió sola a su cuarto. Ya podía andar, así que tuvo que repetirle a Elías varias veces que estaba bien para que se quedase en su clase con Triana mientras ella se vestía y esperaba a Erick.

A Kiara le costó concentrarse aquella vez en clase. Siempre terminaba volviendo a la noche anterior rememorando de nuevo todos aquellos latigazos. A Erick le habían explicado lo que Gideon Foster era capaz de hacer, pero nunca lo creyó tan real hasta que vio a Kiara aquel día.

Por la tarde, ella trabajó sola en el salón en su trabajo de clase. Elías había subido a trabajar a su cuarto, lo cual a ambos les pareció bien para no perder tiempo y que aquella situación tan incómoda con Gideon volviera a repetirse.

Al cabo de un par de horas, Elías volvió al salón y fue hasta el piano donde tocó un par de notas.

–¿Ya has terminado?– Le preguntó Kiara.

–Si. Mi padre me ha dicho que ya he hecho suficiente por hoy.

–Que bien.– Kiara le sonrió y él se sentó al piano.

–¿Cantas para mí?– Dijo mirándola por encima del hombro.

–No canto nada bien.

–Oh, vamos...

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