Capítulo 26: ''Descontrol

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Capítulo 26: ''Descontrol''

Narras Jean:

Le había agradecido al estúpido de Brian por haber hecho algo que no le había pedido ¿y qué había hecho él? Ignorarme. Aplausos, Haner, aplausos.
Comencé a caminar por el pasillo para volver a mi salón ya que habían pasado más de cinco minutos desde que había salido y seguro el profesor me regañaría.
Antes de que hiciera cinco pasos, Brian me tomó del brazo y me obligó a girarme hacia él.
Rodé los ojos, odiaba que me tironeara de esa manera.
-¿Hasta cuándo vamos a seguir así? –me preguntó entre dientes.
-¿Así cómo? –le pregunté.
Entendía perfectamente a lo que se refería y a lo que mí respecta estaba mejor que nunca. No quería cambiar nada de lo que me pasaba en la actualidad. Admito que nunca he dejado de quererlo. No es fácil tener un sex simbol como profesor y que ese sex simbol haya sido mi novio un tiempo.
-Sabes perfectamente a lo que me refiero. –contestó acercando más su rostro al mío.
Llegó al punto en que nuestras narices ya se rozaban, no podía zafarme de su agarre y eso me ponía nerviosa porque siempre terminábamos besándonos.
-Yo estoy bien, no quiero cambiar nada. No sé tú.
-Haría todo lo posible por cambiar mi presente.
-Arruinaste tu pasado, ahora tienes consecuencias en tu presente y en tu futuro.
Él me soltó. Retrocedió mientras me miraba con una mirada dolida y apagada. Negó con la cabeza y se alejó de mí.
¿Qué había dicho de malo ahora?
Sacudí mi cabeza y me dispuse a sacar esos pensamientos de mi cabeza. Me lastimaban y me hacían mal, yo ahora era feliz.
¿De verdad era feliz o era algo que quería mostrar?
<<Tu felicidad está al lado de Brian>> me dijo mi conciencia.
-No, mi felicidad está al lado de Jared y lejos de Brian. –le reproché.
Suspiré y me dispuse a entrar a mi salón. Me llevaría una buena regañada del profesor.

...

El día del cumpleaños de Chris había llegado. Estaba muy emocionada, al igual que él. Pero había algo que me tenía inquieta... era el hecho de saber que Brian volvería a estar en mi casa... con su esposa. Así no era lo mismo.
-¡Jean! –gritó alguien desde las escaleras.
Yo me encontraba en mi habitación terminando de darle los últimos detalles a mi disfraz. Se veía espectacular. Finalmente me coloqué el antifaz y estaba lista. Estaba hermosa.
-¡Ahora bajo! –grité.
Me miré una última vez en el espejo y suspiré. Se vendría una gran noche y tenía que disfrutarla.
Salí de mi habitación y me encontré con Melanie preocupada.
-¿Qué ocurre? –le pregunté espantada.
-Mi garra se partió. –dijo a punto de llorar.
-Hey, no llores. Puedo solucionarlo. Dámelo y tú ve a la sala a abrirles la puerta a los invitados, ¿sí?
-¡Gracias! –me abrazó cuidadosamente.
Me entregó la garra y bajó con pequeños saltos las escaleras. Todo nuestro grupo cercano de amigos estaba ya en casa. Faltaban algunos amigos de la universidad y la familia de Chris que aún no había llegado.
Me adentré de nuevo en mi habitación con la garra de Melanie en mis manos. En uno de los cajones de la mesa de noche busqué un pegamento. Con cuidado comencé a esparcirlo por la garra partida y luego le pegué el otro extremo. Coloqué el guante sobre el escritorio y lo dejé allí para que se secara. Guardé todo lo que estaba en mi cama para hacer tiempo y dejé todo acomodado. Toqué la garra y tiré de un extremo para asegurarme de que ya se había pegado bien y así fue.
Finalmente bajé a la sala en donde mis amigos y algunos compañeros de la universidad esperaban. Uno de ellos, al verme bajar las escaleras, silbó. Eso hizo que un rubor ligero tomara lugar en mis mejillas.
Me ponía triste la idea de que Jared no estaría conmigo esta noche tan espectacular. Él ayudó en mucho de los preparativos y decoraciones, hubiese deseado que estuviese aquí conmigo.

...

Terminaron de llegar todos los invitados y nos dirigimos al salón de eventos del patio de mi casa. Tenía una decoración maravillosa y exótica. Todo con la temática de Halloween. Me había encargado de hacer lo mejor para mi amigo.
Abrí las puertas de par en par y todos comenzaron a entrar. Unos exclamaban un oh... otros decían lo bonito y escalofriante que se veía y así.
Finalmente entraron todos. Yo aún seguía en la puerta del salón. Debía ir a buscar unas cosas a la cocina que habían faltado de poner. Me giré para hacerlo y me llevé por delante a un hombre lobo.
-Discúlpame. –le dije.
Él se sacó la máscara y me sonrió. Era Brian.
-Te ves hermosa.
Acarició mi brazo y luego entró al salón. Después de tantas peleas nunca dejará de decirme lo linda que me veo en ocasiones especiales.
Me dirigí a la cocina a buscar los bocadillos que faltaban junto con las bebidas alcohólicas que se servirían esta noche.
Volví al salón y todos se encontraban comiendo los bocadillos que estaban en las mesas.
-¿Te ayudo? –me preguntó Matt detrás de mí.
Me hizo pegar un pequeño brinco y luego me giré a mirarlo y le sonreí.
-Te ves guapo, manos de tijeras. –sonreí.
-Tú te ves hermosa, reina de corazones. –rio. -¿Quieres que te ayude con eso? –preguntó refiriéndose a las botellas en mi mano.
-No, yo puedo. Sólo necesito que traigas las que faltan de la cocina, por favor.
La noche transcurrió tranquila y divertida. Chris se estaba divirtiendo muchísimo con sus primos, inclusive Jasón y Brian. Ya estaban algo borrachos todos y yo también, así la fiesta se ponía más divertida.
-Heeeeeey. –dijo Chris por el micrófono.
A él sí que le había pegado mal el alcohol, ya empezaría a hablar con incoherencias. Espero que no diga nada fuera de lugar, sino lo ahorco con el cable del micrófono.
-Quiero hablar. –dijo tratando de hablar.
No podía articular palabra alguna y todos comenzaron a reír.
-Primero... gracias a todos por venir... segundo... -alargaba las palabras. –Quiero agradecerle a mi mejor amiga, la Reina de corazones... por esta fiesta. Gracias, corazón. –dijo.
-¡No fue nada! –exclamé.
La fiesta siguió después de que Chris habló, la música sonó más fuerte todavía y todo se puso mejor. Las parejas bailaban, otros bailaban solos o con gente desconocidas. Ya ninguno estaba sobrio así que no se acordarían casi nada de lo que pasó esta noche.
-¿Quieres bailar? –me preguntó alguien al oído.
Me giré a mirar a la persona que me estaba hablando y me encontré con un Brian totalmente borracho, con los ojos rojos y con una sonrisa enorme. No traía puesta su máscara y en una de sus manos tenía una botella de cerveza.
Yo reí tontamente ya que estaba bajo los efectos del alcohol y no estaba muy consciente de lo que hacía.
-Si me convidas de tu bebida, sí. –le respondí.
Él me tomó de la cintura y comenzó a reír. Me tendió la botella de cerveza y yo le di un largo trago hasta dejarla casi vacía.
-Hey, no te la tomes a toda.
Yo comencé a reír y apoyé mi cabeza en su hombro. Él aferró más su abrazo y me apretó a su cuerpo. Sentí su aroma tan delicioso mezclado con el alcohol y con el humo que había en la fiesta.
Saqué mi cabeza de su hombro y lo miré a los ojos.
-Eres el hombre lobo más hermoso del mundo. –confesé.
-Y tú la reina de mi corazón. –contestó.
-Entonces yo te convierto en el rey de mi corazón. –dije.
Me quité la corona de mi cabeza y se la coloqué a él en su cabello todo alborotado y sexy.
-¿De verdad?
-Sí. –dije cerca de sus labios.
Las puntas de nuestras narices se rozaban y podía sentir su aliento en mis labios. Me moría por besarlo pero una parte coherente de mí todavía recordaba que él estaba aquí con su esposa y me limité a alejar mi rostro del suyo, sino tendría problemas.
Él río y le dio un trago a la botella de cerveza que tenía en la mano. No quedó nada.
La colocó sobre la mesa y ahora con las dos manos me abrazó de la cintura y me pegó a su cuerpo, no pasaba ni el más mínimo aire entre nosotros.
-¿Sabes qué? –me dijo y comenzó a reír.
Se veía tan lindo y natural cuando reía. Miré su cabello y unas ganas tremendas de pasar mi mano por él me arrasó.
-¿Qué? –alargué y reí.
-Te amo. –contestó naturalmente.
Yo pasé mis manos por su cabello y las descansé en su cuello jugando con el pelo de su nuca. No era muy consciente de sus palabras en este momento y le gritaría al oído que yo también lo amaba y que nunca lo dejaría.
-¿Quieres ir a mi habitación? –le pregunté y él río.
-¿A tu habitación? –preguntó algo divertido.
-Sí, ven. –lo tomé de la mano y lo conduje a la salida del salón.
Ya estando a fuera, él me detuvo y me pegó nuevamente a su cuerpo.
-Otra cerveza y vamos. –dijo.
Entró de nuevo al salón y salió con dos botellas de cerveza en sus manos, una para mí y una para él.
Lo tomé nuevamente de la mano mientras comenzaba a beber la cerveza pero él me detuvo.
-Espera. –me dijo.
-¿Qué ocurre? –le pregunté.
Con su mano desocupada me abrazó de la cintura y besó mis labios. Yo le seguí el beso pasando mi mano desocupada por su cuello y acercándolo más a mí para intensificar el beso.
Mordió mi labio y luego sonrió sobre este.
-Ahora sí. –dijo y bebió un trago de cerveza.
En el trayecto desde el patio de mi casa hasta mi habitación, nos habíamos tomado toda la cerveza. Ahora sí no tenía ni la más mínima idea de lo que hacía, no era consciente de nada y no me importaba nada, nada en absoluto.
Nos paramos en el pasillo y él me tomó de los muslos e hizo un candado con mis piernas en su cintura. Me pegó a una de las paredes y comenzó a besarme suavemente. Yo comencé a acariciar su espalda y luego su cabello, él pasaba sus manos por mis piernas y luego por mi cintura. A medida que las caricias aumentaban, el beso se intensificaba aún más. Dejó de besar mis labios para bajar a mi cuello. Por el alcohol que tenía encima, eso me hizo cosquillas y comencé a reírme. Subió por mi mandíbula, mis mejillas y luego volvió a mis labios.
-Shh. –me dijo entre besos. –Nos pueden escuchar. –rio.
-Entremos.
Como pude, tomé la perilla de la puerta de mi habitación y entramos. Brian la cerró detrás de él y luego me pegó a la puerta de igual manera como estábamos a fuera.
Luego comenzó a caminar hacia la cama, sacó el edredón y me recostó sobre la misma con toda la suavidad del mundo.
-¿Estás segura? –preguntó.
-Sí. –reí.
Él comenzó a reír de nuevo y luego se posicionó sobre mí, suavemente como si fuese a romperme.
Desde allí no recuerdo nada más.

...

-¡Cierren la ventana! –bufé molesta.
Al otro día me desperté con un dolor de cabeza insoportable. No lo soportaba. Tenía una resaca de los mil demonios.
Me giré en mi cama y miré al lado contrario ya que la luz del sol me molestaba y me hacía ponerme más molesta.
Con una almohada me tapé la cara. Me dolía todo el cuerpo y me dolía la cabeza, tenía un aliento horrible y no recordaba casi nada de anoche.
Me resigné a que no podría dormir más así que sin más preámbulos me levanté.
Miré mi cuerpo y estaba desnuda. ¡Estaba desnuda!
¿Qué carajo había pasado anoche?
Miré toda mi cama y estaba desordenada, mi disfraz estaba tirado en alguna parte de la habitación, el edredón sobre el escritorio y las sábanas revueltas.
-¿Pero qué hice? –me pregunté a mí misma.
Posicioné una mano en mi frente cuando el dolor de cabeza se intensificó y jadeé del dolor.
Traté de recordar más o menos lo que había hecho anoche. Lo último que recuerdo es a Brian sobre mí en mi cama.
-Oh no... -dije tapándome la boca y sentándome en la orilla de mi cama. –Me acosté con Brian.
Las imágenes de mi memoria eran vagas, no recordaba mucho y eso me frustraba.
¿Brian habrá abusado de mí en el estado que estaba?
Admito que Brian era un estúpido pero no lo creo capaz de hacer semejante cosa, no creo que él lo haya hecho.
Otras imágenes volvían a mi mente y recordé el momento en el que le dije que viniera conmigo a mi habitación.
Definitivamente este acto fue consentido por mi parte. Yo le dije que lo hiciera y ninguno de los dos era consciente de lo que hacía, más estábamos bajo los efectos del alcohol.
Él debe estar de la misma forma que yo, no debe recordar mucho y si lo hace debe estar muy feliz.
No tengo el derecho a reclamarle nada porque fue algo que lo hicimos los dos inconscientes.
Tenía que hablar con Brian, necesitaba verlo, necesitaba hablar con él y preguntarle si recuerda algo. Si recuerda si nos cuidamos o no.
-¡Maldito dolor de cabeza! –bufé molesta.
No tenía nadie con quién hablar en este momento, pues Alex había viajado a Madrid a ver a su familia y todos deben estar durmiendo a esta hora. No me imagino el desastre que debe ser mi casa allá abajo.
Con todo el pesar del mundo, me levanté de mi cama y me dirigí al baño para darme una ducha fría y sacarme todo esto de encima. Olía espantoso por el alcohol y por el humo.
Cuando salí del baño, me puse un short de jean rosado y una remera gris. Mis converse de color gris también y até mi cabello en una cola. Iría a ver a Brian. Pero antes que nada, acomodé un poco mi habitación para que Tina no sospechara nada. Ella debía cambiar las sábanas.

Entre mi profesor y yo (Synyster gates 2° Temporada) Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora