Epílogo

8 1 2
                                    


Recuerdo esa mañana del seis de marzo como si hubiese sido ayer.
Recuerdo cuando salí de esa cafetería después de hablar con Brian y me dirigí a la habitación del hotel en la que estaba con mi hijo y con Jared.
Cuando abrí la puerta, él estaba de espalda hablando por teléfono con alguien.
-Sí, hermosa... cuando vuelva vamos a salir...todavía no puedo dejar a la frustrada de mi esposa... te lo prometo, bebé...
Esas palabras herían mi alma en lo más profundo de mi corazón, sentía como me apuñalaban cincuenta veces en el corazón y luego volcaban ácido en las heridas.
Yo había amado a Jared, estuve con él, lo elegí en vez de a Brian, acababa de decirle a Brian que no quería nada con él pero no es cierto, quiero todo con él, una vida con él, ahora más que nunca.
Thomas salía del baño con una toalla blanca en la mano.
-Vámonos, hijo. –dije en voz baja tomándolo del brazo.
-¿Por qué, mamá? –susurró.
-Vayámonos con tu padre.
-¿Con Brian?
-Sí, con él.
Al costado de la puerta había un bolso con mi ropa y la de mi hijo que había preparado antes de irme a la cafetería.
La tomé con cuidado y junto con mi hijo comenzamos a caminar por el larguísimo pasillo del hotel hasta llegar a la cafetería donde había dejado a Brian hace rato.
Él venía saliendo de ahí y cuando me miró sonrió y estaba a punto de subir el ascensor.
Thomas corrió hacia él y lo abrazó.
-Nos iremos contigo, papá. –escuché decirle.
-¿Qué? –preguntó incrédulo.
-Mamá dice que nos iremos contigo.
Él me miró con los ojos entrecerrados. Él sabía que algo malo me debe haber pasado para que cambiara de decisión tan rápido.
-Nos iremos contigo, Brian. –dije tomando su mano.
-¿A dónde?
-A donde quieras llevarnos.
Después de eso yo nunca volví a ser la misma persona.
Debo admitir que la traición de Jared no me ha afectado tanto como creí que pasaría algún día, es más, me sentía aliviada porque así no tendría remordimientos en irme con Brian y con mi hijo lejos de aquí.
Ya había pasado un año...
Ahora estoy en el departamento de Chris y Melanie, preparándome para mi tan ansiada boda con Brian. Finalmente mi sueño se va a cumplir y no puedo estar más feliz.
-Quédate quita. –me reprochaba Chloe.
Ella había tenido un hermoso hijo con Matt, al que le llamaron Matt Jr. Era igual a su padre, pero el cabello rubio y los ojos celestes eran de su madre.
Ahora ellos estaban esperando otro bebé, este sería mujer y tenían pensado ponerle Kelly.
-¿Cómo está la novia más hermosa de todas? –dijo Chris entrando en la habitación y depositando un tierno beso en mi mejilla.
-Corrección. –le dije. –La segunda novia más hermosa para ti.
-¿Ah sí? –preguntó acercándose a Melanie. -¿Y quién es la primera? –preguntó divertido.
-Tu flamante esposa. –le respondí.
-¿Ella? Ella no entra entre las novias más hermosas. –contestó.
Yo levanté una ceja y lo miré incrédula.
-Ella es la novia más sexy, linda, tierna, hermosa y divertida de todas. –dijo dando un beso en sus labios.
Sonreí al escuchar aquellas palabras de mi amigo, ellos han tenido un matrimonio casi perfecto. Se llevaban de maravilla, aunque a veces peleaban pero eso no importaba.
-Ay, Chris. –dijo ella sonrojada.
-Es cierto, amor.
Los minutos pasaban y la ansiedad estaba comiéndose mis huesos. Aun no podía creer que iba a casarme con Brian Haner, mi profesor de baile, mi profesor de arte, el padre de mi hijo y el amor de mi vida.
Me acerqué a uno de los espejos de cuerpo completo que Melanie tenía en su habitación y me miré de pies a cabeza.
Tenía treinta y dos años ya... había vivido muchas cosas hermosas pero la que le gana a todo esto está a punto de pasarme. Me voy a casar con él.
Miré mi vestido blanco lleno de piedras brillantes hasta la cintura, era bastante grande y parecía el vestido de una princesa. Miré mi peinado, mi cabello suelto con ondas en él, mi corona y el velo de novia. No podía estar más feliz.
Faltaban menos de diez minutos para que la boda comenzara y Chris ya estaba conduciendo camino a la iglesia.
Comencé a respirar agitadamente, estaba muy nerviosa. Nunca lo he estado tanto en mi vida.
-Deja de inflar globos, Jean. Ya tendrás una semana completa para inflar los globos de la fiesta de cumpleaños de tu hijo. –bromeó Chris.
Es cierto, faltaba una semana para la fiesta número trece de mi hijo. Como pasaba el tiempo...
Melanie estaba en el asiento delantero junto a su esposo y Amelia y Chloe estaban en el asiento trasero conmigo. Ellas serían mis damas de honor.
Sus vestidos eran de color rojo carmesí, tenían un solo hombro y era bastante brilloso. Los había elegido yo en mi viaje a Venecia.
Finalmente llegamos a la iglesia y todo el mundo estaba fuera conversando.
Cuando vieron llegar el auto de Chris conmigo a dentro, todos comenzaron a entrar a la iglesia. No vi a Brian entre ellos.
Me bajé del auto y mi padre estaba allí esperándome para llevarme al altar.
-Te ves preciosa. –me sonrió.
-Y tú te ves muy bien. –dije mirándolo de pies a cabeza.
Inhalé y exhalé. Debía prepararme para este momento.
-¿Estás lista? –me preguntó.
Miré hacia atrás y vi las enormes sonrisas de mis amigas, luego miré hacia abajo y vi a mi hijo con una canasta en los que llevaría los anillos. Me sonrió plácidamente y levantó su pulgar para decirme que todo estaba bien.
Chris ya había entrado a la iglesia, él y mi mamá serían mis padrinos de matrimonio. Quería darle un trabajo a cada uno.
-Sí, estoy lista. –le sonreí a mi padre.
Me devolvió la sonrisa dejando ver un par de arrugas y luego se puso derecho cuando la música comenzó a sonar esperando mi gran entrada.
Miré la alfombra roja de la iglesia en la que yo caminaría hasta llegar a mi príncipe.
Comenzamos a caminar lentamente mientras entrábamos a la iglesia. Cada vez veía más de cerca mi futuro esposo y la sonrisa que adornaba su hermoso rostro.
Miraba hacia los costados de él y veía a mi madre con lágrimas en los ojos y a Chris muy orgulloso de mí. Los padres de Brian, quiénes sería padrinos de la boda también, me miraron y sonrieron.
En uno de los costados logré ver al hermano de Brian, Jasón, con su esposa Alexa y su hija Amy que tenía ya casi quince años.
La verdad es que nunca le había caído muy bien al hermano de Brian y nunca entendí por qué, pero nos sentamos a hablar y ahora le caigo mucho mejor. Él fue quién nos dio la idea de casarnos lo más pronto posible.
Caminé hasta llegar al altar y tomé la mano de Brian.
-Eres tan preciosa. –dijo acariciando mi mano con su dedo pulgar.
-Y tú eres tan perfecto. –le sonreí.
Entonces el cura comenzó a hablar.
Llegó la hora de dar nuestros votos matrimoniales.
Brian y yo nos enfrentamos y él tomó mis dos manos y me miró fijamente.
-Jean Jefferson... prometo amarte y respetarte por el resto de nuestra vida, prometo estar contigo en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza. Prometo cuidar a nuestro hijo y recuperar todo el tiempo perdido. Prometo no fallarte nunca y amarte cada día como si fuese el último día.
Las palabras de Brian me habían hecho llorar, era lo más hermoso y lo único que quería escuchar de su boca. No necesitaba más prueba de amor que eso.
Entonces fue mi turno. Apreté un poco sus manos y luego lo miré a los ojos.
-Brian Haner... prometo amarte y respetarte por el resto de nuestras vidas. Prometo serte fiel y nunca traicionarte. Prometo estar contigo en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en alivio y en el dolor, en la felicidad y en la tristeza. Prometo darte todo lo que no te di antes, acompañarte, quererte y respetarte siempre. Prometo ser tu compañera por el resto de nuestras vidas. Tomar tu mano y no soltarla nunca más. Prometo hacerte el hombre más feliz del mundo.
Tenía tantas cosas que decirle a Brian que tendría que haberlas escrito para no olvidármelas pero con esto él ya sabe lo que yo siento.
-Brian Haner. –habló el cura. –¿Acepta a Jean Jefferson como si legítima esposa?
-Sí, acepto. –contestó sin dejar de mirarme.
-Y Jean Jefferson, ¿acepta a Brian Haner cómo si legítimo esposo?
-Acepto. –contesté y le sonreí.
-Por el poder que me confiere la iglesia, ante Dios los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
Brian y yo nos sonreímos y luego él colocó una mano en mi cintura y otra en mi mejilla.
-Te amo.
-Y yo a ti.
Entonces nuestros labios se unieron en un beso perfecto.
En nuestro primer beso de esposos.
Nuestro beso de amor.
Ahora ya nada podría detenernos, estábamos juntos, éramos felices junto a nuestro hijo y teníamos muchas cosas por vivir aun.
Es tan placentera la sensación que sentía al estar al lado de Brian, estaba tan feliz. Habíamos pasado por tantas cosas que no sé por dónde empezar si las debo contar. Peleas, amor, enojos, llantos... pero ahora ya éramos felices, ahora estábamos juntos y no necesitábamos nada más que eso. Pero nunca olvidaré todo lo que pasó Entre mi profesor y yo.

Entre mi profesor y yo (Synyster gates 2° Temporada) Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora