Capítulo 35: ''Un ángel''

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No me sorprendía que Matt no lo pudiera creer, pues ni yo me la creía todavía. Era extraño para mí, para mi vida y para mi entorno.
Matt me conocía muy bien, seguro está pensando que esto es una broma. Él sabe que yo odiaba a muerte a Brian –quizás no tan así pero bueno- y que si iba a perder mi virginidad y también si iba a quedar embarazada iba a ser de alguien a quien yo ame.
No es que no ame a Brian pero no planeaba perder mi virginidad con él.
¿O sí?
No lo sé, la cosa es que si planeaba perderla con él no iba a ser justamente en este momento en el que él está esperando un hijo de su actual pareja.
Todo en mi cabeza era como una ensalada de problemas. Yo era un manojo de problemas.
¿Quién iba a querer estar conmigo así?
Matt y Chloe se miraron entre sí y estaban algo preocupados por mí porque sabían perfectamente en la situación que Brian se encontraba actualmente.
Luego ellos giraron su mirada hacia mí y en sus labios se formó una fina línea.
Ninguno decía nada.
No tenían derecho a juzgarme de todas formas porque cuando Chloe estaba embarazada, después de todo yo los ayudé y estuve a su lado siempre.
-¿Estás segura? –me preguntó Chloe enarcando una ceja.
-Sí, estoy bastante segura.
-¿Cómo? –preguntó Matt refiriéndose a cómo pude quedar embarazada de él.
-En la fiesta de Chris tomamos mucho más de la cuenta y bueno... ocurrió. –conté.
Matt puso dos dedos en su rente y negó levemente con la cabeza. Sabía que esto estaba más que mal.
¿Quién no lo sabía?
-Por favor no te enojes conmigo Matt. –le dije tomando su mano libre en la mesa. –No hagas lo que me hizo Chris, no me dejes sola.
Unas lágrimas se colaron en mis ojos pero aún no salían, estaba luchando contra ellas. Gané.
-¿Por eso es que Chris se enojó contigo?
-Él se enojó porque le dije que existía la posibilidad de que pasara.
-¿Y sabe que estás embarazada?
-No, no lo sabe y no se lo voy a decir.
-Pues en algún momento tendrás que hacerlo porque tu panza comenzará a notarse y no podrás esconderlo. Más si usa ropa ajustada como ahora. –me dijo Chloe.
-Lo sé. –bajé la mirada.
-jean... –me habló Matt. –Yo no estoy de acuerdo con tu embarazado, así como tú no lo estabas con el nuestro, pero voy a estar contigo, voy a apoyarte y no voy a dejarte más sola de lo que ya estás. Pero quiero que hables con Brian, tiene derecho a saberlo.
Levanté mi cabeza con una sonrisa enorme, me alegraba mucho escuchar esas palabras de la boca de Matt, él no se enojó, tampoco está de acuerdo, yo tampoco lo estoy así que, técnicamente, pensamos de la misma forma.
-No sabes lo aliviada que eso me hace sentir. –le hice saber a Matt. –Gracias.

...

Al otro día me levanté con náuseas y un poco de dolor de cabeza.
Estos malestares me hacían poner de mal humor y quería romper todo lo que estaba a mi alcance.
María había subido temprano a mi habitación para preguntarme qué iba a querer para desayunar. Esta mujer me caía bastante bien, sabía justamente lo que yo deseaba a cada momento.
Después de lavarme la cara y hacer todo lo que hago al despertarme, salí del baño y me senté en mi cama. Sentía tanto cansancio corporal, debe ser por el embarazo.
Al momento, María subió a la habitación con mi desayuno: hot cakes con miel, una taza de café con leche y un vaso de agua acompañado de una pastilla para el dolor de cabeza.
Terminé de desayunar y me levanté de la cama, me coloqué un pantalón de chándal de color morado, una camiseta de mangas largas de color celeste y una campera que hacía conjunto con el pantalón. Me puse mis pantuflas de color rosadas y bajé a la sala.
Hoy no tenía programada ninguna reunión con nadie y no tenía planeado salir a ningún lado, sólo quedarme en casa a leer unos libros que serían mis parciales dentro de tres meses. Mejor adelantar.
Miré la hora en mi celular y eran las once de la mañana. La mañana había amanecido blanca, Canadá estaba repleto de nieve.
Un día perfecto para estar en casa.
Tomé un libro de la biblioteca de la casa y luego me acosté en el sofá, me tapé con una manta de color rojo y me dispuse a leer.
-Señorita. –me habló María entrando a la sala con un plumero.
-¿Sí? –le contesté abriendo el libro.
-¿Se le ofrece un té para leer su libro? –preguntó amable.
Ella estaba pendiente de mí todo el tiempo, le aumentaré el sueldo.
-Un té de manzanilla estaría bien. –le contesté. –Gracias por preocuparte por mí, María.
-Es mi trabajo, señorita. Ahora se lo traigo, con permiso.
Salió de la sala y me quedé sola con mi libro.
Pasaron dos horas y ya me faltaba poco para terminar de leer el libro. No era un libro largo y era bastante interesante. Sino ya lo hubiese botado a la basura.
El toque frustrante del timbre de la casa me sacó de mi encanto y me hizo bufar molesta. Alguien buscaba.
Me tuve que levantar del sofá. Dejé el libro y la manta sobre esto y me coloqué las pantuflas. Me dirigí a la puerta a abrirle a la persona que estaba interrumpiendo mi lectura.
Cuando abrí la puerta, la cara de Brian sin expresión del otro lado me sorprendió.
-¿Qué haces aquí? –le pregunté.
-Vine a hablar contigo sobre la publicidad.
-Ya lo hablamos ayer, hoy es mi día libre.
-En estos dos meses no hay días libres. ¿O crees que una publicidad tan grande como esta se hará en dos días?
-Que me tome un día libre no tiene nada de malo.
-¿Por qué crees que nos mandaron aquí por dos meses?
Suspiré y decidí dejarlo pasar, Brian era un necio y no tenía ganas de discutir con él.
-Te agradecería que si vas a venir a mi casa me avisaras.
Brian rodó los ojos y dejó un par de papeles sobre la mesa. Se sentó en sofá aplastando con su trasero mi manta y mi libro.
Al sentir el contacto del libro en su trasero, inmediatamente volvió a levantarse y sacó lo que le incomodaba de allí abajo.
Miró la portada del libro y asintió con la cabeza.
-Ritual de sangre. –dijo girando el libro para ver la parte de atrás. –Es un libro bueno. –me miró.
No le dije nada y me mantuve cruzada de brazos al costado del sofá.
-Creo que los tres deberíamos hacer las paces, si estamos así será muy difícil que todo esto salga bien. –sugirió.
-Con Chris no vale la pena hablar, se enojó sin razón. Y tú... no sé, da igual. –le dije.
-¿Así que te da igual si tú y yo estamos mal?
-¿Qué quieres que haga? ¿Qué corra a tus brazos y te diga ''Brian, te amo, pasemos nuestra vida juntos? No, absolutamente no. Tú estás con tu esposa y están esperando un hijo. A mí déjame como estoy, estoy harta de los problemas, no necesito uno más.
-¿Por qué te complicas tanto?
-¿Por qué me complico tanto? ¿Yo soy la que se complica?
-Que yo recuerde todo este embrollo empezó por tu culpa.
-¿Por mi culpa? –pregunté sorprendida. –Discúlpame, pero si yo mal no recuerdo tú fuiste el que me dejó sin dar pelea. El que no se atrevió a luchar por lo que ''amaba'' –dije haciendo comilla con los dedos.
-Y tú fuiste la que luego se hizo de rogar para volver conmigo.
-¿Por qué he de volver con alguien que no lucha por lo que quiere y prefiere que las soluciones le caigan del cielo?
-Jean, soy mayor que tú, sé cómo funciona esto. –dijo levantándose del sillón. –No iba a servir de nada que yo hablara con tu padre en ese momento, se iba a enfadar peor y quizás nunca hubiese ido a buscarme para disculparse conmigo.
Se acercó a mí y me tomó de los codos. Yo aún seguía de brazos cruzados.
-Y como luego viste que la cosa se te complicó para reconquistarme, te fuiste con alguien más segura, ¿verdad?
-Yo te amo, pero tampoco soy estúpido. –contestó.
-¿A qué te refieres?
-¿Qué querías que hiciera? Si yo daba todo de mí por nuestra relación y tú no hacías nada, seguías de necia y orgullosa y no dabas brazo a torcer. ¿Por qué seguir así?
-Te dije que quería que me des un tiempo, pero tú ibas todos los días a mi casa. Yo necesitaba estar sola. Admito que lo pasaba muy bien contigo, que quería dar mi brazo a torcer pero no confiaba del todo en ti en ese momento.
-¿Entonces te molestó que te frecuentara?
-No me molestaba, pero de vez en cuando era mejor.
Él negó con la cabeza y me soltó. Retrocedió unos pasos y luego se me quedó mirando.
-Yo creo que si me amabas de verdad hubieses seguido intentando.
-Ya te dije que no soy estúpido.
-Y yo no soy tan mala persona como tú crees.
-Me fui con Jesica porque creía que iba a estar mejor, que iba a enamorarme de ella de nuevo, sería feliz después de tanto tiempo.
-Se ve que al menos a ti te fue bien.
-¿Qué me fue bien? Debes estar bromeando.
-¿Por qué? Yo los veo muy felices, hasta están esperando un hijo. –dije con un toque de ironía.
-No seas irónica.
-Estoy siendo franca.
-No logré enamorarme de ella, tú siempre estabas en mi mente, no podía sacarte de allí. Cuando me enteré que ella estaba embarazada se me fue cualquier esperanza de recuperarte.
-Tú buscaste eso. –le contesté.
-Es mi esposa, no podía negarle tener relaciones.
-Pues a ti tampoco te fue muy mal. –cambió de tema.
-¿Qué quieres decir? –le pregunté frunciendo el ceño.
-Yo te veo muy feliz con Jared. –dijo sarcástico.
Lo fulminé con la mirada y tenía ganas de golpearlo.
Él sabía perfectamente que salir con Jared fue el peor error que había cometido en mi vida porque yo no lo amaba. La primera vez lo había dejado por las inseguridades que sentía con Brian, luego me mantuve distante y sé que se sentía mal.
-Mejor cállate.
-Plantéate esta pregunta. –dijo acercándose a mí. -¿Eres realmente feliz con lo que tienes? –me preguntó.
¿Yo era feliz?
Era una gran pregunta sin respuesta.
Yo no sabía si era feliz o no, sabía que vivía llena de problemas, eso no es felicidad, sabía que había perdido al hombre que amaba, eso tampoco es felicidad, sabía que estaba con alguien a quien no amo, eso mucho menos es felicidad, y la frutilla del postre; estaba esperando un hijo de mi ex novio.
¿Esperar un hijo era felicidad o tragedia para mi situación?
Para mi situación simplemente era tragedia, él estaba esperando un hijo de su esposa.
¿Qué haría yo sola con un hijo a esta edad?
¡Nada!
-Aún espero que me respondas. –contestó.
-Pues... no, no soy feliz. Pero no es por ti.
-¿Ah no? ¿Y entonces por qué?
-No lo entenderías.
Él arrugó la nariz y se cruzó de brazos al igual que yo.
-¿Y tú eres feliz? –le pregunté.
-No, yo admito que no soy feliz. Y admito también que esa razón eres tú.
-¿Y yo por qué?
-Porque te alejas de mí, porque no te tengo.
-Sabes la razón exacta por la que me alejo de ti.
-¿Y si ese obstáculo no estuviese en nuestros caminos? ¿Sería diferente?
-Supongo que sí.
-¿Supones?
-Hay muchas cosas que nos separan. Lo principal es tu esposa, luego le sigue tu hijo y luego le sigue mi relación con Jared. Quizás no estamos hechos el uno para el otro.
-¿Entonces es mejor dejar de insistir?
-No lo sé, no sé si sea esa la manera.
-¿Por qué quieres hacer todo tan complicado?
-Eso ya me lo preguntaste.
-Es que sinceramente no te entiendo, Jean.
-No necesito que me entiendas.
-¿Por qué?
-¡Porque no te quiero cerca de mí y de mi hijo! –le grité.
En cuanto me di cuenta de que había dicho ''mi hijo'' me llevé la palma de mi mano hacia mi boca y abrí mis ojos de par en par.
Brian abrió sus ojos como grandes platos y me miró con una mirada llena de luz.
-¿Dijiste hijo? –dijo con voz queda.
-Eh...
-Dijiste hijo. –afirmó a punto de llorar.
Suspiré y asentí. ¿Para qué ocultarlo? Ya se lo había dicho.
-Sí, Brian, dije hijo.
-Es mío, ¿verdad?
-Lamentablemente, sí. –le contesté. –Por eso quiero alejarme.
-¿Por qué quieres alejarme de mi hijo?
-Quiero alejarme de ti.
-Pero si tú te alejas, alejas a mi hijo de mí. ¿Por qué quieres causarme este sufrimiento?

Entre mi profesor y yo (Synyster gates 2° Temporada) Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora