Capítulo 36: ''Claustrofobia''

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Lo miré y me partía el corazón tener que ser así con él pero las cosas debían ser así de cualquier forma.
No iba a impedirle a Brian ver a su hijo, pero no iba a dejar que él se acercara a mí. El daño es tan irreparable a veces.
-Brian, escúchame. –dije acercándome un poco a él. –No voy a alejar a tu hijo de ti, sería muy cruel de mi parte sabiendo que ya perdiste a dos hijos. Pero te quiero lejos de mí.
-¿Por qué quieres que esté lejos de ti?
-¿Aun lo preguntas?
-Es que... -se agarró la cabeza. -¡No te entiendo! Tenemos la posibilidad de estar juntos y tú la desaprovechas.
-¿Con que excusa?
-Con la excusa de que vamos a tener un hijo.
-No voy a usar a mi hijo para eso. Entiende de una vez, las cosas van a ser así te guste o no. No voy a dar mi brazo a torcer por ninguna razón. Así que tómalo o déjalo. Si sigues insistiendo te juro por Dios que me marcho y nunca más me vuelves a ver ni a mí ni a mi hijo.
Brian se quedó callado y no me dijo nada.
Tomó los papeles que había dejado anteriormente en la mesa y se dirigió hasta la puerta.
-Ponte a pensar de nuevo si no eres tan mala como yo creía.
-¿Qué dices?
-Nunca pensé que eras mala pero lo que acabas de decirme recién ha cambiado totalmente mi perspectiva de ti.
Me quedé parada en medio de mi casa. Estaba en mi casa pero me sentía en la nada, como si estuviera sola.
Nunca me he sentido peor en mi vida. Le había cortado el rostro definitivamente al hombre que amaba.
Sacudí mi cabeza y me senté en el sofá tapando mi cara con las palmas de mi mano.
Me sentía tan mierda en este momento.
¿Por qué lo hice?

...

Pasaron dos semanas y habíamos logrado ponernos de acuerdo con respecto a la publicidad. Profesionalmente nos llevábamos bien, pero cuando salíamos de la sala de juntas ninguno de los tres se conocía.
Le pedí a Paul que me llevara a la empresa porque los publicistas de PJ tenían que hablar conmigo sobre los vídeos e imágenes que necesitaríamos para la publicidad.
Yo había hablado con Alex para que se encargara de fotografiar y grabar a los dueños empresariales.
Llegué a la empresa y en la sala de espera estaba sentado Brian con un sobre de madera en sus manos.
Cuando me vio entrar, se levantó de la silla y se dirigió a mí y ni siquiera me saludó.
-Ten. –me entregó el sobre.
-¿Qué es esto?
-Son los fondos en cheques para la publicidad. Mi padre la ha mandado esta mañana.
-Está bien. –dije asintiendo mientras abría el sobre.
-Señorita Jefferson, el señor Rivera y la señora Johnson la están esperando en la sala de juntas. –me habló la recepcionista.
-Ahora voy. –le sonreí. –Tengo una reunión con los publicistas de PJ. ¿Quieres quedarte?
-Soy parte de esto también, me quedaré.
Comenzamos a caminar por el largo pasillo de la empresa hasta llegar al ascensor.
La verdad es que me ponía incómoda la idea de saber que tendría que subir siete pisos en ascensor con Brian. Si fuesen menos pisos subiría por las escaleras.
Apreté el botón rojo para llamar al ascensor y en unos minutos sus puertas metálicas se estaban abriendo ante nosotros.
Subí primero y luego Brian me siguió. Presionó el número siete y el ascensor cerró sus puertas para comenzar a subir.
La música de fondo me hacía poner más incómoda ya que era una balada como para una cena romántica.
Dentro de mí rogaba que el viaje acabara de una vez por todas.
Hasta que lo peor sucedió.
El ascensor se paró.
De un momento a otro, en el piso número tres, el ascensor de detuvo en un golpe seco, sus luces se apagaron y prácticamente quedamos al oscuro.
-¡No! –grité.
Comencé a golpear la puerta para que alguien nos oyera pero nada sucedía.
-¡Sáquenme de aquí, por favor! –gritaba.
Era claustrofóbica.
Esto era lo peor que podía pasarme en la vida.
Nunca en mi vida me había sentido más feliz en mi vida de estar con Brian encerrada en un lugar a solas. Me sentía segura al lado de él. Pero eso no impedía que el miedo recorriera mis venas segundo a segundo.
El aire comenzó a hacerse insuficiente en mis pulmones. No podía respirar. Me estaba ahogando.
Comencé a inhalar y exhalar para recuperar el aire pero nada, no lo lograba aún.
-Jean, cálmate. –me dijo Brian.
En ese momento las luces rojas de emergencia se encendieron y pude ver su rostro preocupado.
-¡Por favor! –comencé a gritar.
Pues no pude gritar mucho ya que el aire me faltaba y mis pulmones no estaban demasiado fuertes para un grito.
-Hey, cálmate. –me dijo Brian tomándome por los hombros.
-¿Cómo quieres que me calme si estamos encerrados aquí? –le dije entre dientes.
-Pero no va a pasarnos nada. Seguro es un problema técnico, ya se solucionará. –trataba de calmarme.
-Brian, soy claustrofóbica. Ya me ha pasado esto dos veces.
-Cálmate, yo estoy contigo.
-¿No ves que no puedo respirar?
Entonces sentí una fuerte punzada en mi estómago que me hizo apoyarme en una de las paredes frías del ascensor y caí sentada al suelo.
-¿Estás bien? –me preguntó.
-Por favor, sácame de aquí.
El dolor seguía dentro de mí y temía por mi vida y la de mi hijo.
Comenzó a dolerme la cabeza y tuve náuseas.
Saque la botella de agua que guardaba en mi bolso y la bebí hasta acabármela.
-Tranquilízate. –me dijo Brian sentándose a mi lado y apretando mi mano. –Inhala y exhala. –me ordenó.
Él hacía las inhalaciones y exhalaciones junto conmigo.
-Brian, no me siento bien.
Entonces mi cuerpo no me respondió más.
Yo aún seguía consciente pero no podía moverme, no sentía mis brazos ni mis piernas y el dolor en mi estómago se intensificaba cada vez más.
Quería hablarle a Brian, quería decirle que llamara a alguien pero no podía hablar.
Finalmente el ascensor volvió a la vida y comenzó a subir al séptimo piso. Brian presionó el botón de planta baja y este comenzó a bajar.
Cuando llegamos a la planta baja, me levantó en sus brazos y salió a grandes zancadas de la empresa.
Todos a su alrededor lo miraban extraño por estarme sacando de esa forma de la empresa pero al ver que no me movía ni ponía ninguna resistencia, no dijeron nada.
Brian me metió dentro de su coche y condujo a toda prisa hasta la clínica.
Mi habla volvió y comencé a respirar con dificultad nuevamente.
-Brian, ve despacio. –le pedí.
Había tomado una velocidad terrorífica y tenía miedo de que nos matáramos.
Sin embargo él no me hizo caso y siguió conduciendo a esa velocidad.
Llegamos a la clínica y antes de bajarme corrió dentro de la clínica para pedir unos paramédicos y una camilla para mí.

...

Me desperté dentro de una sala color blanco, hacía un poco de frío y tenía puesto un respirador.
Miré a mis costados y Brian estaba parado junto a mí con los brazos cruzados y una de sus manos en su mentón mirándome.
Yo no le podía hablar ya que tenía puesto el respirador.
Él estaba preocupado, no se lo veía para nada bien y su cara era de completa seriedad.
Me mataba la intriga de saber qué le ocurría. Así que levanté mi mano para quitarme el respirador pero el tirón de un pinchazo me hizo dejarla en su lugar nuevamente.
Me miré la mano y tenía colocado un suero. Es por eso que no podía levantar mi mano.
-No te muevas. –me dijo Brian.
Yo lo volví a mirar y ni siquiera se había movido de la posición en la que estaba.
Luego de un rato, un médico entró a la sala con una libreta en su mano.
-Buenas noches, señora Haner. –me saludó el doctor.
Yo enarqué mi ceja y miraba al doctor de forma extraña. Pero no dijo nada.
-¿Recién se despierta? –le preguntó el doctor a Brian.
-Sí. –contestó él.
-¿Ya le dijo?
-No.
Yo comencé a hablar con el respirador en mi cara, quería saber qué era eso que Brian tenía que decirme.
-¿Va a decirle? –le preguntó.
-Dígale usted. –le dijo Brian.
-De acuerdo.
El doctor se colocó a mi lado con la libreta en sus manos y me miró algo preocupado.
¿Qué era lo que estaba pasando?
-No le tengo muy buenas noticias, señora Haner. –me comentó.
-Disculpe pero nosotros no... -dijo Brian y luego se quedó en silencio.
-¿Algo que decir, señor Haner? –preguntó el doctor.
-No, siga.
-Bueno. –me miró el doctor. Suspiró. –Debido a su claustrofobia, sufrió un pre-infarto. Es por eso que usted dejó de tener movilidad y no podía hablar, pero seguía consciente. Usted se quedó sin respiración y debido a eso sus pulmones comenzaron a inflarse tratando de obtener aire, por lo que casi aplastan al bebé. Para ser más precisos, su bebé corre riesgo de nacer con algún problema o con problemas de formación.
La verdad es que no podía creer lo que el doctor me estaba diciendo.
¿Es por eso que Brian está así?
¿Es porque tiene miedo de tener un hijo deforme?
¿O tiene miedo de perderlo?
No lo sé.
Mis ojos se cristalizaron y las lágrimas comenzaron a bañar mis mejillas, no podía creer que tenía tanta mala suerte en la vida.
-Igual es una posibilidad. –siguió el doctor. –Dios quiera que no sea así y el niño nazca sano y fuerte. –me dijo. –Así que quédate tranquila.
El doctor miró a Brian y luego comenzó a revisar los aparatos que estaban conectados a mi cuerpo, escribió algo en su libreta y volvió a mirarme.
-En un rato más vendré a sacarte el respirador para que descanses. –me dijo el doctor.
-¿Cuándo podrá irse? –preguntó Brian.
-Si pasa bien la noche mañana en la mañana le doy de alta. Eso sí, tiene que tener todos los cuidados del mundo y hacer reposo. –le contestó el doctor.
-Por eso no se preocupe. –contestó Brian.
-Buena señora Haner, la dejo con su esposo.
El doctor salió de la habitación y me dejó sola con Brian.
Él tomó asiento en el sofá de color bordo que estaba al lado de mi camilla y se tapó la cara con las manos. Se quedó así un rato largo y luego levantó su mirada y me miró.
Apretó los puños hasta que estos se pusieron blancos. Luego su celular sonó y el bufó molesto. Miró la pantalla del aparato y rodó los ojos.
Lo miré un rato más hasta que él contestó.
-Jesica, estoy en una reunión, luego te hablo. –dijo y colgó el celular sin ni siquiera darle tiempo a decir nada a su verdadera esposa.
Aun no podía creer que existía la posibilidad de que mi hijo nazca con un problema o con una deformidad.
De todas formas eso no va a impedir que yo lo ame con toda mi alma.
Más allá de que su padre me haya hecho mucho daño, ese hijo es el fruto del amor verdadero que existe entre nosotros y creo que esto es lo último que voy a poder tener de Brian. Es por eso que lo voy a amar con nunca amé a nadie y más porque es mi hijo, fruto de mi ser.
Pero me preguntaba si Brian lo aceptaría, si aceptaría a un hijo con problemas. Si desaparecería el día que él nazca y me dejara sola criando al niño.
No creo que Brian sea capaz de tal estupidez pero todo es posible.
Todo.
El doctor volvió a entrar y me quitó el respirador finalmente. Esa parte de mi cara que había estado con el respirador estaba toda mojada de transpiración así que el doctor tomó un pañuelo y con mi mano libre me limpié la cara.
Luego de eso se fue y me dejó a solas con Brian.
-Brian. –le hablé.
Él seguía sentado en el sofá. Levantó la mirada y me miró serio como lo había estado haciendo toda la noche.
-¿Qué? –me respondió.
-¿Estás así porque existe la posibilidad de que mi hijo nazca con un problema? –le pregunté.
-Primero que nada es nuestro hijo. –enfatizó la palabra ''nuestro''-Y segundo no estoy así por eso, es mi hijo también y lo voy a amar sea como él sea porque es fruto de nuestro amor aunque no lo quieras admitir. Quizás eso sea lo último que obtenga de ti.
Me sorprendía la capacidad que Brian tenía para pensar de la misma forma que yo. Me tranquilizaba saber que él iba a amar a este hijo tanto como yo.

Entre mi profesor y yo (Synyster gates 2° Temporada) Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora