Capítulo 34: ''¿Y qué?''

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-Bueno. –dije sentándome en la punta de la mesa. –Empecemos.
Saqué unos papeles de mi bolso y los chicos hicieron lo mismo.
Yo anoche mientras viajaba y no podía dormir, me había puesto a pensar en algunas ideas para la publicidad de las empresas. Debe ser algo fresco y algo convincente ya que las empresas deben salir ganando con todo esto.
-Anoche me puse a pensar en algunas ideas. –comenté. –Por ejemplo, podríamos hacer una publicidad que comience mostrando imágenes sobre las empresas desde sus principios y cómo han crecido a lo largo del tiempo. Poner imágenes de nuestros padres, del trabajo que cada empresa hace y al final comentar el motivo por el cuál quisimos unirnos, formar una fraternidad que lleve a la cima a las empresas.
-Las empresas ya están en la cima. –dijo Brian.
-Lo sé, pero la fraternidad todavía no. –respondí.
-O sea que... ¿tú ya armaste la publicidad sola? ¿Sin consultarnos? –preguntó Chris.
Esto sí que sería demasiado tedioso.
-¿Qué parte de ''Por ejemplo podríamos'' no entendiste? –le pregunté fulminándolo con la mirada.
Odiaba que Chris se pusiera en mi contra cuando se enojaba conmigo, esto no era un tema de trabajo, era personal. Y ahora estábamos trabajando.
Pasó al menos dos horas y nosotros no lográbamos ponernos de acuerdo, hemos discutido más veces que en toda nuestra vida hasta que al fin aceptaron mi idea.
-Tanto desastre para que después terminen aceptando mi idea. Son unos infantiles. –les reproché levantándome de la silla.
Ya no me quedaban ganas de nada después de esta reunión. Y me esperaban muchas más durante el mes.
¡Demonios!
¡Y más demonios!
-¿Iremos a comer? –preguntó Brian.
Yo me dirigí hacia un escritorio que estaba en la sala de juntas y tomé el teléfono que allí descansaba para llamar a recepción.

*Inicio de llamada*

-Buenos días, PJ, ¿en qué puedo servirle? –contestó la recepcionista del otro lado.
-Daniela, soy Jean.
-Señorita, ¿qué se le ofrece? –preguntó amable.
-Llámale a Paul por favor, dile que la reunión terminó antes de lo previsto y que pase por mí.
-Sí, señorita. –dijo.

*Fin de la llamada*

-¿No comerás con nosotros? –preguntó Brian.
De verdad que su pregunta me sorprendía y me congelaba hasta los huesos.
Obviamente no iba a comer con ellos, podrían poner veneno en mi comida para deshacerse de mí y poder hacer la publicidad tranquilos.
Me giré a mirarlo algo extrañada y negué con la cabeza.
-No, gracias. –contesté. –Tengo cosas que hacer.
Moría de hambre, eso sí.
Debía alimentarme bien para cuidar a mi hijo.
Mi hijo... qué extraño sonaba eso.
No pude evitar acariciar mi panza y la atención de Brian se centró en eso.
De inmediato quité la mano y me la coloqué en la cabeza fingiendo jaqueca.
¿Qué pensará Brian cuando se entere que estoy esperando un hijo de él? Creo que querrá morirse.
Antes de que ellos dijeran algo, el teléfono de la sala de juntas sonó. Me dirigí a él y contesté.

*Inicio de llamada*

-¿Bueno?
-Señorita, su chofer la está esperando a fuera.
-Gracias, Daniela.

*Fin de la llamada*

-Nos vemos en una semana para la próxima reunión. –informé tomando mis cosas de la mesa.
-Adiós. –me dijo Chris.
Podía soportar la frialdad de Brian pero la de Chris era insoportable, no podía contra eso.
Lo miré y mis ojos comenzaron a cristalizarse, más no lloré. No me mostraría débil frente a él.

...

Cuando llegué a mi casa, era casi la una de la tarde.
María me estaba esperando con el almuerzo; espagueti con salsa blanca.
Comí en silencio y sola, era una costumbre ya en mi vida así que no me aburría.
Cuando acabé, tomé un trago de jugo y saqué una manzana de la fuente de frutas de la mesa. Subí a mi habitación y allí me encerré todo el día.
No tenía nada, absolutamente nada para hacer.
Llegó la noche y ya había dormido una siesta, no tenía nada de sueño.
Me senté en mi cama y encendí el televisor para ver si encontraba algo interesante para ver. Más no fue necesario ya que mi teléfono sonó con una llamada de Matt.
Con todas las preocupaciones que tenía encima me había olvidado que Matt y Chloe estaban aquí. Ellos son mi salvación siempre.

*Inicio de llamada*

-¡Matt! –exclamé.
-Hey, ¿cómo estás?
-Bien ¿tú?
-Bien, no me llamaste cuando llegaste.
-Lo siento, es que lo olvidé. Tengo tantas cosas en la cabeza.
-Te entiendo.
-¿Chloe cómo está?
-Bien, íbamos a salir a comer y te llamaba para preguntarte si estabas en tu casa para pasar a buscarte.
-Sí, aquí estoy.
-Está bien, paso por ti a las nueve.
-Te esperaré.

*Fin de la llamada*

Miré la hora en el reloj de la pantalla de mi celular y eran las ocho de la tarde. Tenía tiempo de darme un baño caliente y expulsar lo que pasé hoy.
Me levanté de mi cama y me dirigí a mi armario extraordinariamente ordenado. Ni Tina logró hacer eso con mi armario de California.
Saqué un vestido de color azul Francia que me iba arriba de las rodillas, tenía unos detalles negros en la espalda y en las mangas, era hermoso. Unos zapatos de tacón negro y un saco de color negro también.
Me metí a la ducha y estuve en la bañera como veinte minutos más o menos, era tan relajante tener la mente en blanco, no pensar en nada ni en nadie, no tener problemas y no tener preocupaciones por al menos un momento.
Luego de estar un largo rato en la ducha, salí a mi habitación y comencé a vestirme. El invierno era cruel aquí pero nunca se guardan los vestidos, jamás.
Terminé de vestirme y sequé mi cabello con la secadora de pelo. Lo cepillé y estaba listo. Coloqué un poco de labial en mis labios, algo de sombra, delineador y perfume y estaba lista para esperar a Matt.
Tomé un bolso pequeño y allí guardé dinero, las llaves de casa y mi celular para bajar a la sala.
Estando ya allí, faltaban dos minutos para las nueve. Seguro Matt ya vendría.

...

-jean... –me habló Matt preocupado.
Estábamos en un elegante restaurante llamado Venecia, un nombre extraño ya que Venecia no tenía nada que ver con Canadá, pero cuando vi la cartilla del menú entendí todo.
No había mucha gente en el lugar y por lo tanto no había mucho ruido, una banda sinfónica tocaba de fondo en un escenario y los mozos iban y venían por todos lados.
Había pedido para cenar Pez San Pedro, platillo elaborado con pescado de fondo marino y cocido con vino blanco. Mientras que Matt pidió un risotto de arroz y Chloe hígado con cebolla caramelizada.
-¿Qué ocurre? –le pregunté tomando un poco de agua.
Mis amigos habían pedido vino para tomar, sin embargo yo pedí una botella de agua ya que con el embarazo no podía tomar alcohol.
-El otro día cuando te llamé me dijiste que tenías que contarme la razón por la cual estabas la otra noche en la clínica.
Una electricidad recorrió mi espina dorsal y me tensé por completo. No creía que Matt se fuese a acordar de eso.
No quería que se acordara.
-Sí... -dije jugando con la copa.
-Te escuchamos. –dijo Chloe.
-Es algo terrible.
-¿Qué pasó? –preguntó esta vez más preocupado.
-Matt yo... yo...
-¿Tú qué? –me preguntó Chloe.
Mi nerviosismo se notaba de aquí a la China, no podía decir nada y las palabras no querían salir. Se había formado un nudo enorme en mi garganta que no me dejaba respirar y no podía pensar con claridad.
Miré mis manos y estas habían comenzado a sudar, ellos notaban mi nerviosismo y no decían nada.
Pero insistían.
Tomé un sorbo de agua para ver si podía calmarme y desaparecer ese nudo que se había creado en mi garganta y en mi pecho.
Aun no puedo reconocer que dentro de mí llevo una vida, una vida que lleva la sangre de Brian Haner, mi ex profesor de baile, mi ex novio, mi actual profesor de arte en la universidad y el futuro padre de mi hijo.
¿Qué va a pasar después de esto?
La vida pasará.
Me preguntó qué hubiese pasado si yo nunca hubiese conocido a Brian, cómo hubiese sido mi vida y si hubiese tenido tantos problemas como los tengo hasta ahora.
Me duele la vida sin él.
Pero me duele aún más con él.
Me armé de valor y respiré profundo. Me estaba comportando como una niña que había rayado las paredes de su casa y no quería decir la verdad ante sus padres.
-¿Nos dirás? –preguntó Matt después de un rato.
Yo lo miré a los ojos y no pude evitar morder mi labio.
Quería llorar.
-Espero que cuando te lo diga no hagas lo mismo que hizo Chris. –le dije.
-No puede ser tan malo. –contestó.
-Matt... estoy embarazada. –hice una pausa. –De Brian.
Matt abrió sus ojos de par en par y su boca formó un enorme círculo. No podía creerlo. Lo sé.

Entre mi profesor y yo (Synyster gates 2° Temporada) Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora