Setenta y dos; ¿Otra cita?

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Un ruido hizo que apartase la mirada de los patos que había nadando a varios metros del pequeño bote en el que nos encontrábamos y me volviese hacia Justin, que me apuntaba con su móvil.

—¿Me estabas haciendo fotos? —Enarqué una ceja sonriente.

—Unas cuantas. —Sonrió antes de volver a presionar sobre la pantalla de su teléfono.

—Podrías haberme avisado. —Me quejé.

—Nah... me gustan más así. —Me entregó su iPhone.

Deslicé mi dedo por la pantalla para ver las distintas fotos que me había tomado.

—Son bonitas —comenté.

—¿Dudabas de mis dotes como fotógrafo? —Se hizo el ofendido y yo negué con la cabeza sonriente.

—¿Puedo enviármelas? —Señalé el teléfono.

—Claro —Se encogió de hombros—, ¿vas a subirlas a tu Instagram? —Me preguntó curioso.

En la comida le había comentado que aquella misma mañana me había vuelto a descargar la aplicación.

—No creo —Negué con la cabeza—. Ni siquiera sé si terminaré borrando la aplicación o qué —admití.

—Déjala, tampoco te molesta, ¿no?

—No, pero... —Suspiré— Da igual, ya veré qué hago. —Volví a centrar mi atención en el teléfono.

—Como tú veas.

Seleccioné las fotografías que me había tomado y abrí la aplicación de mensajes para poder enviármelas.

—Vaya... —murmuré.

—¿Qué pasa?

—Así que vuelvo a ser preciosa... —Giré el móvil tras haber enviado las fotos, para que viese el nombre con el que me tenía guardada y esbocé una sonrisa.

Él sonrió y lamió sus labios antes de responder.

—Si quieres lo cambio. —Me ofreció y alargó su brazo para intentar coger el teléfono, pero yo lo aparté para que no lo alcanzase.

—No, así está bien —murmuré y él rió.

Salí de la aplicación de mensajes y antes de bloquear el teléfono pude ver la foto con Harper y Alex que tenía de fondo de pantalla, algo que me arrancó una nueva sonrisa.

—Hoy quería hacer videollamada con los niños —Le expliqué al devolverle el teléfono—, pero se ve que hoy iban a jugar a casa de un amigo o algo así me ha explicado Liv. —Torcí mis labios en una mueca.

—Bueno, quizás podáis hablar más tarde. —Trató de animarme.

—Eso espero, hace varios días que no hablo con ellos. —Fruncí un poco el ceño.

—Seguro que ellos también tienen ganas de hablar contigo y de felicitarte. Cuando tienes cuatro años los cumpleaños son un gran evento —bromeó haciéndome reír.

—Cuando les expliqué que no iba a celebrar ninguna fiesta no lo entendían —recordé algo divertida, aunque de inmediato fruncí el ceño—. ¿Qué hora es?

—Las cuatro y media —respondió tras comprobar la hora en su reloj de pulsera—. ¿Qué pasa? —Me preguntó probablemente al ver mi cara.

—Pues que pensaba que era más pronto —admití—, se me ha pasado el tiempo volando.

—Aún es pronto.

—No, todavía tenemos que volver al coche y llegar a mi casa, donde tendré que ayudar a mi madre antes de cambiarme para cuando llegue mi familia. Y supongo que tú también tendrás que ir a tu apartamento para cambiarte.

All These Years • jb [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora