¿Alguna vez os ha pasado que nada más abrir los ojos por la mañana habéis sabido que no iba a ser un buen día? Y no me refiero a uno de esos días en los que parece que la ley de Murphy rige tu vida y absolutamente todo te sale mal; sino de esos en los que no tienes energía para absolutamente nada —incluso habiendo dormido a pierna suelta— y tu mente solo sabe jugarte malas pasadas. Desde todo lo sucedido con Nate me había despertado con esa sensación muchos días y me atrevería a decir que las primeras semanas me había sentido así cada día; incluso algunos de ellos no habría salido de mi habitación si no hubiese sido porque mi madre me había obligado a hacerlo. Afortunadamente, conforme mi recuperación iba avanzando estos días iban disminuyendo y aunque aún debía enfrentarme a ellos alguna vez que otra, cada vez eran más espaciados. Esa mañana, cuando mis ojos decidieron abrirse como platos a las siete de la mañana, supe que iba a ser uno de esos días.
Al principio intenté volver a dormirme y abrí la puerta que daba a la terraza, esperando que solo me hubiese despertado a causa del bochorno que hacía en la habitación, sin embargo, ni la brisa marina logró que conciliase el sueño y tras un buen rato dando vueltas en la cama me di por vencida. Me giré por última vez, quedando frente a Justin y esbocé una pequeña sonrisa al ver que dormía plácidamente. Me acerqué un poco más a él, posando mi mano sobre su pecho y con cuidado de no despertarle mis dedos empezaron a reseguir las líneas de sus tatuajes, pero me detuve cuando mis ojos se desviaron de nuevo hacia su rostro y borré mi sonrisa al soltar un suspiro. Sabía que me iba a ser imposible esconder mi estado de ánimo frente a Justin porque él era capaz de leerme como un libro abierto y con un solo gesto mío sabría que algo no iba bien, pero no me apetecía aguarle el día a él también. No era la primera vez que debía enfrentarme a algo así, hacía unas semanas me había levantado igual, pero tuve la suerte de que ese día la agenda de Justin había sido bastante ajetreada y solo nos habíamos visto cuando volvió a su casa aquella noche y gracias a su cansancio no fue demasiado complicado disimular. Sin embargo, nuestros planes para hoy incluían hacer algo de paddle surf y navegar un rato entre las islas que nos rodeaban, subidos en una de las embarcaciones que había entre el equipamiento de la isla, así que no iba a ser tan fácil como aquella vez.
"¿Y si le digo que no me encuentro bien?", pensé, pero de inmediato descarté esa idea. Si le hacía creer que estaba mal se negaría en rotundo a dejarme sola, aunque Patrick y Tony estuviesen aquí para cuidar de mí si fuese necesario.
Un nuevo suspiro se escapó de mis labios y cuando apoyé mi cabeza sobre su pecho noté como se removía, girándose un poco para poder abrazarme.
—Perdona, no quería despertarte. —Me disculpé rápidamente, alzando la mirada y vi que seguía con los ojos cerrados.
—No te preocupes —murmuró.
No dijo nada más y unos minutos más tarde, cuando noté como su pecho se movía pausadamente, comprendí que había vuelto a quedarse dormido. No quería volver a despertarle, así que pensé que lo mejor sería quedarme quieta e intentar volver a dormirme, quizás el estar entre los brazos de Justin me ayudaría a tranquilizarme un poco, aunque era complicado que mi mente me diese una tregua.
___
—Preciosa. —Escuché como Justin me llamaba y mecía mi cuerpo con cuidado.
Abrí poco a poco los ojos, intentando acostumbrarme a la luz que entraba a la habitación y topé con el rostro de Justin a unos centímetros del mío.
—Hey... —murmuré aún algo adormilada y frotando mis ojos, haciéndole reír.
—No quería despertarte, pero no quiero que se te enfríe el desayuno —Me aclaró.
—Está bien, gracias. —Le sonreí al incorporarme para quedar sentada en la cama.
—Te espero fuera, ¿vale? —Me indicó señalando hacia el exterior.
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All These Years • jb [3]
FanfictionA veces conocemos a la persona adecuada en el momento equivocado. Tercera temporada de Teenage Dream. Fecha de inicio: 27 de octubre de 2018.