Noventa; Despedida

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15 de diciembre

Solté un largo suspiro y observé satisfecha las maletas que tenía frente a mí, ya estaba todo listo para marcharme al día siguiente.

Tras una larga videollamada con mi psicóloga y una conversación con Justin unas dos semanas atrás, habíamos decidido que una vez regresásemos de nuestro viaje de fin de año nos instalaríamos de nuevo en Los Ángeles; en esta ocasión cada uno en su casa. Para facilitar las cosas y no tener que llevarme toda mi ropa a Houston, Justin y yo habíamos decidido que allí me llevaría simplemente lo imprescindible y el resto se encargaría de llevárselo Justin a Los Ángeles, cuando regresase tras pasar las fiestas con su familia. Yo me reuniría con él allí el día anterior a nuestro viaje.

Me senté sobre la cama y Milo, que hasta ahora había estado tumbado a sus anchas, viéndome ir de un lado a otro de la habitación, se sentó junto a mí, apoyando su cabeza sobre mi regazo para que se la acariciase.

—No sabes tú nada... —comenté al pasar mi mano por su cabeza.

Sin dejar de acariciarle alcancé mi teléfono y comprobé la hora rápidamente. Eran ya casi las seis de la tarde y Justin apenas había salido de su despacho para comer; o al menos creía que había comido, porque se había limitado a entrar a la cocina para llevarse su plato y continuar con el trabajo.

A decir verdad, se notaba que tenían varios proyectos entre manos porque llevaba ya algunos días con un ritmo frenético de trabajo y aunque lo comprendía, también era algo frustrante estar en la misma casa pero apenas pasar tiempo juntos, aún más teniendo en cuenta que al día siguiente me iba y no nos veríamos en unas dos semanas más o menos.

Finalmente, decidí que lo mejor era empezar a ducharme y arreglarme. Aquella noche saldríamos a cenar por Toronto, habíamos hecho reserva en un restaurante italiano que me encantaba.

Aparté a Milo de encima de mí y me levanté para dirigirme al baño de la habitación; por unos momentos me paré a pensar entre darme una ducha o meterme en la bañera —donde últimamente me encantaba meterme durante un buen rato mientras escuchaba música y admiraba las vistas desde la ventana—, pero finalmente opté por la primera opción, ya que sería más rápida. Me despojé rápidamente del cómodo pijama que me había puesto aquella mañana después de hacer un poco de ejercicio y tras seleccionar en mi móvil una playlist me metí en la ducha.

Unos quince minutos después salí de ésta y rápidamente envolví mi cuerpo con un albornoz y mi pelo totalmente empapado con una toalla para evitar mojar el suelo al entrar al vestidor, de donde cogí un conjunto de ropa interior rosa con encaje y una bata de estilo kimono del mismo color, así podría estar cómoda mientras terminaba de arreglarme. Regresé al cuarto de baño ya cambiada y me deshice de la toalla que cubría mi pelo, el cual desenredé rápidamente mientras pensaba qué podía hacerme.

—Debería aprovechar que iré a Houston para cortármelo de nuevo —murmuré para mí misma al observar mi reflejo en el espejo.

Hacía ya unos cuatro meses que me lo había cortado y, además de que me había crecido, mis puntas estaban pidiéndome que las sanease de una vez.

Sequé mi pelo rápidamente y después lo ricé un poco para darle algo más de volumen. Nunca se me había dado especialmente bien hacerme peinados, así que opté por algo sencillo y recogí la mitad de mi pelo en una coleta en lo alto de mi cabeza, dando así el efecto de que todo el pelo estaba recogido.

Lo siguiente era maquillarme y dado que el restaurante al que iríamos no era extremadamente elegante ni nada parecido, decidí hacerme algo discreto. Así que, tras aplicar base, corrector y etcétera, maquillé mis párpados simplemente con una sombra metálica en tono champagne y eyeliner, además de alargar mis pestañas con máscara; por último, me apliqué un pintalabios rosa mate.

All These Years • jb [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora